Historias sorprendentes y misteriosas de la Navidad

Las fiestas navideñas han generado mil y una situaciones que no dejan de ser anecdóticas, curiosas, misteriosas y, cuando menos, llamativas. Hoy hablamos de algunas de esas historias donde la Navidad es protagonista

23 dic 2017 / 17:43 h - Actualizado: 23 dic 2017 / 19:56 h.
"La aventura del misterio"
  • Historias sorprendentes y misteriosas de la Navidad

Es la Navidad una fecha que siempre resulta entrañable y evoca el sentido más profundo de la amistad, la familia, la fe y la reflexión; por todo ello las fiestas navideñas, a lo largo de la Historia han generado mil y una situaciones que no dejan de ser anecdóticas, curiosas, misteriosas y, cuando menos, llamativas, así pues hoy hablamos de esas historias heterodoxas, pero reales, de la Navidad.

El verdadero Papa Nöel

Cuando llega la Navidad hay un personaje que no suele faltar en balcones y decoración navideña, se trata del mítico Papa Nöel, Santa Claus, el Viejito Pascurero, Padre hielo, como se le quiera llamar y que llena de ilusión la noche de los más pequeños.

Ataviado con su tradicional traje rojo y blanco, regordete, piel sonrosada y en su trineo tirado por renos se convierte en uno de los protagonistas de la navidad, pero ¿qué hay de real tras esta legendaria imagen?

Papa Nöel tiene una historia real, fue Nicolás, nacido en el siglo IV en Patara (Licia, Turquía) posteriormente conocido como San Nicolás de Bari. Sorprendía como, siendo aún pequeño, compartía todo lo que tenía y era muy bondadoso, se ocupaba de los pobres y era un modelo ejemplar. Pronto perdió a sus padres como consecuencia de las epidemias de peste, heredando una fortuna. Con 19 años decidió dar toda esa riqueza a los más necesitados y marcharse a Mira, junto a su tío, para ser sacerdote.

Con el tiempo fue nombrado obispo y tras su muerte, el 6 de diciembre del año 345, proclamado patrón de Turquía, Grecia y Rusia. Además lo es, igualmente, de los marineros ya que según cuenta una historia piadosa, en medio de una terrible tempestad unos marineros pidieron a Dios ayuda, y también al santo, y el mar se calmó.

Fue en el siglo VI cuando se comienzan a construir templos e iglesias en su honor, sus restos mortales se trasladaron a Bari, en Italia, en el año 1087. La proximidad de su fecha de muerte con la Navidad y su bondad hicieron que fuera el santo perfecto de estas entrañables fiestas.

En el siglo XII su figura era muy popular, San Nicolás era venerado y querido, siendo en el siglo XVII cuando los emigrantes holandeses lo llevan (su tradición) a Estados Unidos. Los emigrantes alemanes derivaron de su nombre San Nikolaus el clásico Santa Claus y difería mucho de su imagen actual.

San Nicolás, Santa Claus, era delgado, alto de estatura, vestía de verde y negro y la costumbre de los regalos que llevaba en una bolsa parte del conocimiento que tuvo del próximo enlace matrimonial de la hija de uno de sus vecinos y la familia no tenía dinero para la dote, el obispo le entregó una bolsa con monedas de oro y la boda se celebró. Así la costumbre del regalo comenzaría a extenderse.

La imagen actual de Papa Nöel se debe al ingenio estadounidense, así el trineo, los renos y las bolsas con regalos es una invención, en 1823, del escritor inglés Clement Moore al escribir el poema Una visita de San Nicolás en el que fabulaba con un santo que volaba por los cielos en un trineo llevado por nueve renos –Rudolph, Donner, Blitcher, Cometa, Cupido, Brillante, Danzante, Centella y Zorro–.

Tenemos que esperar al año 1931 cuando Cola-Cola encargó al caricaturista Thomas Nast que dibujara un Papa Noel adaptándolo a los gustos de la época, humanizándolo, haciéndolo más próximo, y Papa Nöel apareció con los colores institucionales de la popular marca de refrescos: de rojo y blanco, cinturón negro y con más peso.

Sea como fuere, Papa Nöel, llega vía Polo Norte la noche del 24 de diciembre dejando sus regalos bajo el árbol de Navidad a niños y personas de buena voluntad por sus buenos actos de todo el año.

Pesadillas en Navidad

Sucedió un 24 de diciembre de 1909, ese día la familia Thomas se disponía a celebrar la Navidad en el pueblo de Brecon (Gales, Reino Unido). Nada hacía presagiar que se estaba gestando una tragedia.

La nieve se sumó a la celebración dando un paisaje aún más navideño, los niños jugaban y se divertían. En casa de los Thomas eran 15 personas a celebrar aquella Navidad. Durante la cena notó Owen Thomas, cabeza de familia, que se estaba quedando sin agua y mandó al pozo, que sólo lo separaba unos metros de la casa, a Oliver, si hijo.

Oliver tenía 11 años, el chico se puso unas botas y tomó un balde, de repente todo escucharon el grito aterrado del niño que decía «¡socorro, se me llevan!». El padre cogió un fusil pensando en lobos pero afuera ya no había nadie. Solo las huellas de Oliver que terminaban inexplicablemente sin dejar rastro ni de él ni de sus captores.

Sólo quedaba la posibilidad que hubiera sido raptado desde el cielo y de repente una voz surgió del cielo que decía «¡Socorro, me han cogido!» pero en el cielo nocturno no podían ver nada ni nadie, sólo los gritos de terror del niño que se alejaba en la fría noche galesa.

Se buscó al niño pero no se le encontró, era inexplicable, «arrebatado por el cielo». La policía investigó el caso de su desaparición a la mañana siguiente pero fue imposible tomar alguna pista válida.

Para unos fue un extraño animal alado, para otros unas misteriosas aves negras, para otros extraterrestres, pero lo cierto es que aparte de hipótesis más o menos descabelladas el pequeño Oliver jamás apareció y nunca se supo con seguridad que se lo llevó hacia los cielos.

La tregua de Navidad

Pasó a la Historia como La Tregua de Navidad y, quizás, sea uno de los momento más hermosos jamás vividos en un campo de batalla donde todo es terror y muerte. Un momento en el que soldados de uno y otro lado cambiaron las balas y obuses por oraciones y amistad.

Sucedió un 24 de diciembre de 1914 en pleno campo de batalla y tuvo como ejércitos implicados al del Imperio Alemán y a las tropas británicas de la Primera Guerra Mundial en plena, y cruel, trincheras.

Los soldados alemanes, en la víspera de tan señalado día, no efectuaron ningún disparo, sólo comenzaron a decorar las trincheras y comenzaron a cantar el villancico Stille Nacht (Noche de paz).

Los británicos no lo podían creer y a asomar vieron que los alemanes no disparaban, que estaban colgando abalorios más o menos navideños y cantaban. Lo comentaron rápidamente al oficial de guardia quién mandó cantar villancicos también.

A ambos lados de aquel frente no se escuchaban los sordos disparos de sus toscos fusiles, sólo canciones navideñas. De repente un soldado alemán salió de la trinchera y se ubicó en pie junto a ella, nadie le disparó; hizo lo propio un inglés, y comenzaron a salir soldados de uno y otro bando. Uno de ellos ofreció tabaco y pronto el whisky y la amistad brotó entre los enemigos.

No había fuego de artillería, sólo comentarios y risas con el fondo de los villancicos en uno y otro idioma. Un grupo de hombres recuperaba los cuerpos de los caídos en combate para darles cristiana sepultura.

De expresaron mutuamente las condolencias por los caídos y se celebró un entierro en tierra de nadie. Los británicos y los alemanes, juntos, leyeron un fragmento del Salmo 23 para despedir a sus amigos fallecidos en acto de servicio: «El Señor es mi pastor, nada me falta. / Sobre pastos verdes me hace reposar, /por aguas tranquilas me conduce. /El Señor me da nueva fuerza, /me consuela, me hace perseverar. / Me lleva por el buen camino, / por el amor de su nombre. / Aunque camine por un valle oscuro / no temeré mal alguno porque Él está conmigo».

Un soldado escocés sacó un balón de fútbol, nadie sabía de donde había salido aquella pelota pero decidieron retar a los alemanes a jugar un partido en el congelado suelo del frente de batalla; los alemanes accedieron. Los escoceses sólo llevaban sus faldas sin nada debajo y a los germanos les llamó mucho la atención. Ganaron los alemanes 3 a 2.

En otras zonas se propagó el rumor de lo que estaba sucediendo en aquella zona, máxime cuando desde allí no se escuchaban disparos ni artillería pesada. Durante todo aquel día no se disparó ni una sola bala incluso en otras zonas imitaron aquel ejemplo de cordura ante la sinrazón de la guerra.

El sumo pontífice del Vaticano, en la época, era Benedicto XV, quién pidió una tregua en aquellas fechas, pero los altos mandos no hicieron caso, sus soldados parece que sí, que al fin y al cabo eran los que se jugaban la vida en aquel teatro de combate.

De hecho a los comandantes británicos John French y sir Horace Smith-Dorrien no les gustó el gesto de los soldados en el frente y juraron que una tregua así nunca volvería a permitirse, quizás porque el corazón ellos lo tenían en el despacho lejos de donde morían miles de personas por ganar un palmo de terreno al enemigo.

En los siguientes años, para evitar estas alegrías, los británicos ordenaron bombardeos de artillería en la víspera de la festividad, las tropas eran rotadas por varios sectores del frente para que no se familiarizaran con el enemigo.

Aunque siempre se trató de evitar lo que para ellos era una «vergüenza en combate», en los años posteriores hubo treguas no oficiales similares como la de Pascua de 1916 en el Frente oriental, quizás impulsada por el recuerdo de esta otra, espontánea y surgida de allá donde moran los sentimientos: del corazón.

El OVNI de las navidades de 1980

Corría final del año 1980, y llegaban las fechas navideñas, y en esa fecha se iban a producir dos encuentros con Objetos Voladores No Identificados que marcarían las páginas de la Historia de la ufología.

Fueron los incidentes de Cash-Landrum y Rendlesham, el 29 de diciembre de ese año un automóvil circulaba por la carretera FM 1485 y nada les hacía sospechar lo que iba a suceder a pocos kilómetros de Huffman (texas, Estados Unidos). Lo primero que vieron Betty Cash, de 50 años, Vicky Landrum, de 57 años, y su nieto Colby, de siete años, fue una luz lejana, la luz se convirtió en una especie de diamante volador, la luz se convirtió en un diamante volador que seguía la carretera hasta que se comenzó a aproximar al Oldsmobile que conducía Betty, a unos 40 metros de distancia de este.

Era metálico, ruidoso y despedía destellos (o llamaradas), «emitía un sonido muy fuerte, como el de un lanzallamas, intercalado con pitidos agudos y con la intensidad de los cohetes del transbordador espacial cuando despega», decía Vicky Landrum.

Detuvieron el vehículo y Betty Cash bajó del mismo para ver mejor aquel extraño artefacto, Vicky y Colby entraron en el coche ante el miedo del niño. Tras 10 minutos aquellas llamaradas se apagaron y el diamante volador se elevó para tomar dirección al Golfo de México y desaparecer.

Prosiguieron su viaje hasta el cementerio donde vieron al extraño aparato escoltado por helicópteros, el modelo CH47 Chinook.

Betty se comunicó con el Centro Espacial Johnson de la NASA, la derivaron a uno de los ingenieros de la MacDonnel Douglas, John Schuessler –subdirector de MUFON– quién investigaría el caso.

En el año 1985 Ross Sterling, juez de la Corte del Distrito Federal de Houston, puso fin a una demanda que presentaron las testigos reclamando 20 millones de dólares por la responsabilidad en los trastornos de salud que sufrieron las mujeres en este suceso.

El caso fue debidamente contrastado y verificado pero no se logró probar que los helicópteros fueran del Ejército estadounidense.

Se presentó la demanda ya que las mujeres presentaron síntomas parecidos a los que se sufre cuando se está expuesto a una fuente radioactiva: dolor de cabeza, náuseas, vómitos, enrojecimiento de la piel, ampollas que terminaron en heridas abiertas que llevaron a Betty Cash al Hospital Parkway en enero de 1981. Se le caía el pelo, que en menor medida también le ocurría a Vicky al estar menos expuesta a los efectos secundarios del avistamiento cuando decidió entrar en el automóvil con su nieto Colby. Vivky padecería de cataratas con el tiempo y Betty desarrolló cáncer.

Sobre este aciago incidente navideño Betty Cash dijo: «Sentí que me estaba quemando por dentro. La luz me cegaba tanto que no era capaz de ver lo suficiente para mover el coche hacia atrás. Tenía miedo de moverlo hacia delante y acercarlo al objeto».

Nunca se supo que era el misterioso diamante volador del histórico caso Cash-Landrum.

Hechos históricos, legendarios o misteriosos que tienen como escenario la Navidad y las fechas navideñas, hechos que, en cualquiera de los casos, son tan reales como la vida misma.

Les deseo felices fiestas cargadas de realidad y sueños que se cumplirán.