Salud

Lesiones medulares tras zambullidas: un drama recurrente entre los jóvenes

Este tipo de accidentes son la tercera causa de lesión medular traumática en el ámbito de la neurocirugía, afectando principalmente a varones jóvenes

18 jul 2019 / 12:06 h - Actualizado: 18 jul 2019 / 12:13 h.
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  • Un niño se lanza a una piscina. / EFE
    Un niño se lanza a una piscina. / EFE

Cada año en los meses de verano los neurocirujanos nos enfrentamos a un fenómeno, bastante frecuente en nuestro medio, que presenta terribles repercusiones para la salud, además de un alto coste social y familiar debido a la gravedad de los daños neurológicos que de él se pueden derivar. Nos referimos a las lesiones medulares por las zambullidas en el agua.

Este tipo de accidentes, demasiado recurrentes por desgracia, son la tercera causa de lesión medular traumática en el ámbito de la neurocirugía, afectando principalmente a varones jóvenes y cuya presentación clínica más frecuente es un daño medular completo. La emoción por el riesgo, la imprudencia o la simple diversión se imponen a la precaución y al sentido común en muchos de estos casos.

Zambullidas en piscinas, en pantanos, en el mar o los saltos desde un acantilado sigue costando vidas y causando daños irreparables cada verano. Tirarse desde zonas muy altas, calcular mal la profundidad o, simplemente, no hacer caso de la prohibición de lanzarse puede tener consecuencias graves. En el mar, la cercanía de las rocas y la poca profundidad en situaciones de marea baja multiplican el peligro. Sin olvidar las lesiones que pueden sufrir los surfistas cuando se dejan caer de la tabla.

1.400 casos anuales

En España se registran de media cada año alrededor de 1.400 casos de lesiones medulares traumáticas -con una incidencia de 30 casos por millón de habitantes-, de los cuales en torno al 20% se dan en Andalucía. En la provincia de Sevilla esta cifra oscila entre 55 y 60 afectados anuales.

Según los estudios publicados, de todas esas lesiones, el 5% corresponden a zambullidas imprudentes en aguas poco profundas. Entre el 80% y el 90% de los afectados tiene entre 15 y 25 años, y cuatro de cada cinco son varones. La gran mayoría de los pacientes que son trasladados con traumatismos de este tipo a los servicios de urgencias hospitalarios ya presentan un daño neurológico irreversible.

La lesión es, generalmente, la consecuencia de un fuerte impacto en la zona central de la región parietal posterior, lo que comúnmente conocemos como ‘la coronilla’. El golpe provoca una flexión forzada del cuello hacia delante que comprime la columna a la altura de la quinta o sexta vértebra cervical, cuya fractura o estallido puede provocar una compresión o sección del cordón medular.

El daño neurológico derivado de este tipo de traumatismos, al afectarse la médula cervical, suele caracterizarse por un déficit de fuerza y/o sensibilidad en las cuatro extremidades. No obstante, si la lesión es completa, el tipo más frecuente, puede conducir a un estado de tetraplejia que puede ir acompañada en ocasiones de insuficiencia respiratoria por parálisis de la musculatura torácica implicada en los mecanismos fisiológicos de la respiración.

La gravedad de las lesiones sufridas, independientemente de las secuelas neurológicas, puede también hacer necesaria la práctica de una intervención quirúrgica de urgencia debido a la presencia de fracturas complejas vertebrales que causan una inestabilidad de la columna.

Importante la prevención

Dado el carácter irreversible de este tipo de daños es de gran importancia la prevención, dirigida principalmente a la población juvenil, bajo la máxima de que nunca hay que realizar la zambullida si la seguridad no es completa.

En este sentido, con carácter general, es conveniente conocer la profundidad de una piscina, un río, un pantano, un embalse o del mar, teniendo en cuenta factores como las variaciones de nivel producidos por las mareas o por las aperturas y cierres de compuertas, además de las condiciones de turbiedad o poca visibilidad del agua que impidan ver el fondo.

También es recomendable realizar la zambullida con los brazos situados en prolongación del cuerpo, de forma que se protegen el cuello y la cabeza, y no saltar de cabeza desde una altura considerable, ya que una mala técnica puede causar lesiones solo con el impacto sufrido al entrar en el agua. En el mar, si el bañista se lanza contra las olas, debe comprobar que la profundidad es suficiente.

Por último, conviene recordar que, en caso de que se produzca un accidente y ante la necesidad de manipulación de la persona afectada, es primordial la inmovilización del cuello para evitar movimientos de la columna que pudieran agravar las lesiones neurológicas, así como avisar a un profesional para que efectúe el traslado. No se deben desplazar a centros sanitarios a víctimas de zambullidas en un vehículo utilitario dado que, igualmente, se podría producir un agravamiento de los daños.

Andrés Muñoz es neurocirujano de IENSA (Instituto de Especialidades Neurológicas)