Son los hospitales lugares cargados de emociones, sentimientos, alegrías, desesperanza, vida y muerte. La eterna dualidad donde lo paranormal tiene un terreno abonado para ser foco de sus manifestaciones, de lo inexplicable. Permítame el lector, sin ánimo de asustar, que me detenga en uno de los mejores centros sanitarios de Sevilla no exento de misterio.
Cerca de la localidad nazarena de Dos Hermanas encontramos el Hospital de Valme, en Bellavista , un moderno centro sanitario donde su personal se afama cada día en devolver la salud y la sonrisa a aquellos que ocupan sus habitaciones. En este centro hospitalario encontramos una de esas historias que cabalgan, nuevamente, entre la leyenda y la realidad. En este hospital no son pocos los trabajadores que hablan del fantasma que con ellos convive, pero pocos son los que conocen realmente de quién se trata.
Se cuenta que en una de sus plantas, en la quinta, se encontraba una paciente sedada y atada a la cama, por miedo a que se hiciera daño o se autolesionara se mantenía así en la habitación con especial vigilancia de las enfermeras de la planta. Curiosamente, pese a estar la paciente atada, el timbre de su habitación no dejaba de reclamar ayuda y asistencia. Raro era el día que aquel timbre no sonaba y, sin embargo, allí estaba la paciente postrada despertando la curiosidad el personal médico de saber cómo lo hacía. El caso es que ella no hacía nada. Un buen día, cuando fue recobrando su lucidez, alguien le preguntó cómo lograba llamar al timbre estando atada, la paciente contestó: “Yo no soy, es Antonio cuando viene a visitarme”.
El personal pensó que aquella pobre mujer aún seguía mal de la cabeza. En muchas ocasiones se la escuchaba gritar: “¡Fuera de aquí Antonio, que eres muy pesado!”. Un día, el médico de guardia acudió a repetidas llamadas de aquella paciente. Siempre la encontraba atada y siempre le contestaba que: “Antonio esta noche esta revoltoso”. Dominado por la curiosidad el médico le preguntó: “¿Quién es Antonio?” y la señora pacientemente le hizo una descripción detallada de aquel señor que llamaba desde el timbre de emergencia de la habitación.
Lo más curioso de la descripción fue la indumentaria de paciente con la que fue descrito y su voz como si se le hubiera realizado una traqueotomía. Con aquellos datos el médico se apresuró en consultar los pacientes atendidos en un pasado en el hospital llegando al increíble resultado de que ese Antonio había sido un paciente del Valme al que se le había realizado una traqueotomía y que habría fallecido posteriormente. Ese espectral Antonio curiosamente llamaba al timbre desde la que fue su habitación,que estando en vida ocupó y cuyo timbre accionaba desde el otro mundo cuando aquella paciente desfallecía.
El tiempo pasó y los fenómenos se trasladaron por el hospital. Hoy día no es raro el encontrarse a un paciente que sube y baja por el ascensor o que al ascensor suba un paciente y no baje jamás. Aunque no es el único espectro que por sus dependencias pasea. El alma de uno de sus doctores también ha encontrado acomodo en su interior, aunque eso es una larga historia que otro día les contaré.
Si se encuentra alguna vez con él sepa que su alma aún permanece encerrada entre las paredes sanitarias del Hospital de Valme y seguro que en centros hospitalarios como el Virgen del Rocío, el Macarena o el temido Pabellón Vasco, en Heliópolis, guardan espectrales historias esperando ser descubiertas, si no lo han sido ya.