Melodías por descubrir

Una exposición de instrumentos musicales de 3.000 años de antigüedad presentada en el Museo Nacional de Arqueología de Perú pone de manifiesto los enigmas por descubrir de la música prehispánica

03 mar 2016 / 16:11 h - Actualizado: 03 mar 2016 / 18:57 h.
"Exposiciones"

La muestra Sonidos del Ande, inaugurada ayer mismo y que estará abierta hasta el próximo 29 de mayo, exhibe más de 60 instrumentos musicales, entre ellos una flauta de pan, botellas silbadoras o flautas rectas, en su mayoría de cerámica. Además, formará parte de las actividades previas al II Festival Internacional de Música de Altura (Firma), que comenzará la próxima semana en Lima.

El arqueólogo y antropólogo Francisco Merino, responsable de la muestra, indicó que, pese a la existencia de instrumentos musicales prehispánicos, las costumbres y usos que envuelven sus tradiciones musicales «son un enigma» para los investigadores. «Solo conocemos las costumbres y los usos de los instrumentos musicales prehispánicos de la última etapa de los Incas porque fueron documentados por los cronista», explicó Merino.

En las tres salas destinadas a la exposición, es posible encontrar instrumentos de viento y percusión, instrumentos que permitieron a los investigadores desentrañar algunos misterios que esconden las piezas musicales.

La muestra incluye un ejemplar de una antara (flauta de pan) de cerámica negra fina de la cultura Chincha (1.000-1.450 de nuestra era), que sumó evidencias a la posibilidad de que la música prehispánica no solo fuera tocada de manera individual sino también colectivamente. El investigador del museo, Milano Trejo, explicó que se llegó a esta conclusión debido a que en la Sierra Andina aún se toca colectivamente el sicu, un instrumento similar que permite que «dos personas interpreten una melodía en conjunto». Otra de las piezas de la exposición son las vasijas silbadoras, entre las que destaca una botella de doble cuerpo de cerámica de la cultura Vicús (200 a.C-600 d.C) que cuenta con un silbato en la cabeza de un personaje ubicada en la parte superior de una de las botellas. Según Trejo, las botellas silbadoras fueron tocadas de tres maneras diferentes: al soplar por el silbato, al colocar agua y desplazarla de una botella a otra, y al soplar por el silbato con la botella llena de agua.

Los investigadores igualmente buscan conocer cuáles eran los sonidos originales que producían estos instrumentos, y es que por muchos años, según explicó Trejo, las piezas fueron reconstruidas con un fin estético, sin tomar en cuenta el sonido. Merino señaló que tocar una tonada similar a la música andina actual es muy difícil con un instrumento prehispánico, que solo llegaría a «imitar más o menos la melodía de un huyano» típico. Ambos investigadores coinciden en que la música andina actual tiene gran influencia española y que sería necesario realizar un «trabajo de arqueología muy fino» para separar de ellas las influencias prehispánicas.

En Sonidos del Ande también se mostrarán flautas rectas de la cultura Chincha (100-1450 d.C), trompetas Moche (0-800 d.C), tambores reloj de arena de Vicús (200 a.C y 600 d.C) y un par de sonajeros en forma de cabezas de gemelos en cerámica negra Chimú (900-1450 d.C). Tanto para Merino como para Trejo, la diversidad de los instrumentos exhibidos no solo permite conocer la riqueza musical del antiguo Perú sino que acerca a los peruanos a una parte de su historia que aún se mantiene en el enigma.

Una exposición de instrumentos musicales de 3.000 años de antigüedad presentada en el Museo Nacional de Arqueología de Perú pone de manifiesto los enigmas por descubrir de la música prehispánica como cuáles eran sus sonidos originales o cómo eran utilizados.