Objetos fosilizados

Cuando se estudian los artefactos fuera de lugar siempre queda la duda de si su naturaleza imposible es única o se tienen otros ejemplos, en otros lugares, de igual extrañeza.

Al estudiar los objetos fosilizados el investigador, realmente, descubre cómo va más allá de la casualidad, más allí del simple azar... La arqueología nos ha deparado el hallazgo de otros muchos objetos imposibles fosilizados, nuevos ejemplos de la Edad de Oro de nuestro planeta, quizás por civilizaciones anteriores a nuestra Era conocida.

Repasemos algunos de esos objetos fosilizados imposibles.

Siglo XVI, exactamente el año 1572, en Perú se halla un clavo de 18 centímetros en el interior de una roca. Su antigüedad geológica, de la roca, se calculó entre 75000 y 100000 años. Se regaló al virrey español de Perú.

Siglo XVIII, año 1788, proximidades de Aix en Provence, Francia, en el interior de una cantera de material calcáreo, a 15 metros de profundidad, se encuentran columnas y bloques de piedra tallados, debajo de estos restos se encuentran piezas metálicas similares a monedas... El hallazgo más significativo fue el mango de madera de una herramienta fosilizado junto con una gran tabla de madera petrificada. Su edad se calculó en 300 millones años atendiendo a la capa geológica que las cubría.

En 1844, en Escocia, junto a los ríos Rutherford y Tweed, se halló a 2,5 metros de profundidad un hilo de oro incrustado en una roca. Se expuso en el periódico local, el Kelso Chronicle y se dató en 200.000 años de antigüedad.

En 1845 se encontró un clavo en el interior de una cantera de piedra en la localidad escocesa de Kingoodie... El clavo tenía una cabeza que medía 2,5 centímetros, estaba junto a una capa de grava y el resto del clavo incrustado en el interior de una roca. Su edad geológica era de 100 millones de años.

En 1851, en Springfield, el señor De Witt rompió un trozo de cuarzo que le habían regalado, de gran belleza. La tristeza se volvió curiosidad cuando en su interior encontró un trozo metálico de cinco centímetros. Era hierro forjado y parecía un clavo... Analizado más detenidamente aquella pieza metálica era realmente un clavo con su cabeza perfectamente definida... La piedra de cuarzo tenía un origen geológico de más de un millón de años.

En ese mismo año, en 1851, se encontró en Whiteside, en Illinois, dos objetos de cobre incrustados en una roca a 38 metros de profundidad. Parecían un anzuelo y un anillo... Tenían 150000 años...

En 1865, en Treasure City, en Nevada, se encontró en un trozo de feldespato los restos de un tornillo con punta, afilado. La piedra donde estaba incrustado tenía 21 millones de años...

El 1870, un caluroso mes de Agosto, en Lawn Ridge, en Peoria, estado de Illinois, J.W. Moffit encontró algo increíble. Era una pieza extraña que estudio el profesor A. Winchell. Era de una aleación de cobre desconocida en la época. Estaba corroída, era redonda con aristas y uniforme en su espesor... El dibujo parecía una cara femenina coronada... Y parecía que ciertos detalles habían sido grabados al ácido... En la otra cara representaba a un animal con orejas largas y puntiagudas, estaba acompañado por un caballo y una leyenda en una escritura desconocida... Estaba a 30 metros de profundidad y su edad se estimó entre los 100.000 y los 150.000 años.

En 1885, en Alemania, en un estrato de 60 millones de años, se encontró una pieza cúbica dentro de un bloque de carbón del Terciario... El Dr. Gurlt examinó el objeto y aunque se trató de explicar su origen fue imposible, calificándolo de Oopart.

En 1891, en la localidad de Morrisonville, Illinois, al romper un trozo de carbón para la estufa, la señora S. W. Culp, encontró una cadenita de oro de 25 centímetros de lardo. Su edad geológica: 300.000 años.

En 1912, en Thomas, Oklahoma, un obrero en una mina de carbón rompió un trozo de este mineral, en su interior halló lo imposible: un jarro de hierro. Su edad: 250.000 años.

En 1937, en Pensilvania, en el interior de una piedra de carbón, se encontró una cuchara cerámica, su edad: 200.000 años.

Todo ello unido a otros muchos hallazgos de objetos en el interior de rocas, o ya su madera petrificada por la acción de la presión y el Tiempo, no hace dudas sobre los postulados de la Ciencia sobre la antigüedad de nuestra civilización y su grado de conocimientos y tecnología. Por definición todos ellos son Oopart. Objetos que desafían a la Ciencia, por objetividad pueden ser vestigios de otra Humanidad...

El martillo fósil

«¡140 millones de años!», era lo único que repetían una y otra vez sin saber bien porque... 140 millones de años...

Y es que nuestra historia comienza en el año 1934 cerca de un pequeño pueblo tejano llamado London. Allí se descubrió una pieza extraña, estaba incrustado en una roca y los experto que lo analizaron comprendieron que estaban ante un objeto o muy extraño o muy antiguo...

En la roca aparecía una pieza cubierta de óxido que parecía metálica, la madera del martillo, de su mango, estaba fosilizada y la parte metálica fundida junto con la roca. Ello daba dos pistas: su extrema antigüedad y la extrema presión a la que fue sometido. Pero también hay un dato importante: el martillo existía antes que la roca... Aquello ponía en graves apuros a la Ciencia... ¿Cómo podía existir un martillo anterior a la propia especie humana?

Aquel martillo pasó a una vitrina apartada del museo de Somerwell en Texas hasta que fue analizado con más detenimiento por investigadores y estudiosos. En base a la petrificación observada en la madera del mango del martillo se llegó a la conclusión que estaba antes el proceso normal de transformación debido a la antigüedad, datándola en más de 100 millones de años. Además el mango presenta características de haber sido trabajado, de haber sido fabricado ex profeso para que se le insertara la cabeza metálica del mismo.

Esto creaba una conmoción entre los científicos ya que no es hasta hace dos millones de años cuando la especie humana comenzó a trabajar los utensilios y herramienta... El martillo es cincuenta veces más antiguo...

La cabeza del martillo se mandó a analizar, el estudio lo realizó el Instituto Metalúrgico de Columbia y se obtuvo otro dato significativo: estaba formado por hierro al 96,6 por ciento, un 2,7 por ciento de cloro y el resto en azufre. Con este dato tenemos que la cabeza del martillo era de hierro de gran pureza y como en la Columna de Nueva Delhi sólo nuestra avanzada industria metalúrgica en el siglo XX ha logrado fabricar piezas así.

Pero además se realizaron análisis con rayos X y se llegó a la conclusión que el martillo, la cabeza de hierro, había sido purificada y endurecida... «Imposible» debieron de pensar todos, y menos hace millones de años... «Debe de haber un error», exclamaron.

La roca, en base a sus sedimentos y a los estudios geológicos que se le practicaron, tenía 140 millones de años... y muchos de aquellos sedimentos eran posteriores a quedar incrustados en el martillo. Es decir: que este era mucho más antiguo.Pero hay más... Al separar el raro objeto de la masa rocosa se fracturó parte de la roca y dejó al descubierto lo que podría ser el recubrimiento del martillo. Aquel recubrimiento estaba formado por hierro en un 80 por ciento y silicio, azufre, cloro, calcio y potasio. Ello induce a pensar, al estar fundida junto al martillo, que fue sometido a una presión natural diferente a la que en la actualidad tenemos, lo cual nos indica que fue en otros tiempos en los que éste planeta tenía unas circunstancias medioambientales diferentes...

El martillo fósil cayó en manos de Carl Baugh para su museo de evidencias del creacionismo. Aparentemente el martillo se encuentra incrustado en rocas limoníticas, pero no ha sido identificado exactamente el lugar exacto de encuentro.

El martillo Kingoodie es otro ejemplo de Oopart, fue encontrado por sir David Brewster incrustado en un bloque de piedra datada en el Cretáceo, en la era Mesozoica. El Dr. A. W. Medd del British Geological Surve, en el año 1985, defendió que la piedra en la que se halló el martillo era antiquísima arenisca roja (del periodo Devónico, entre 360 y 408 millones de años).

Si la datación es correcta situaría la pieza en cientos de millones de años antes de la aparición del Hombre en nuestro planeta. Por esta razón, se considera al martillo de Kingoodie como un Oopart, un «artefacto fuera de su tiempo».

Por el contrario la Ciencia trata de explicar estos raros hallazgos fechándolos en épocas más recientes: «Los artefactos metálicos fabricados con hierro se oxidan con el contacto del aire, incluso enterrados, en un periodo geológicamente breve. Los artilugios metálicos que se encuentran en las excavaciones arqueológicas no conservan el aspecto primitivo, sino que suelen estar en la mayoría de los casos, cubiertas de una capa de orín rojo, que deja mancha en la tierra que lo envuelve. Queda por demostrar la razón por la que el martillo no se ha oxidado en 400 millones de años».

Lo cierto es que la cabeza del martillo es claramente de elaboración humana, la madera petrificada está trabajada y su datación va más allá del ser humano... En la época en la que se ha datado el martillo los únicos pobladores de nuestra Tierra eran los dinosaurios y sin embargo el martillo parece decir lo contrario...

Permítanme hacer mías las palabras de Jefferson cuando dijo: «Toda opinión es tolerada allá donde la razón es libre de combatirla».

¿Aviones en Abydos?

Si alguna vez viajamos al Egipto, una parada que debe hacer, es a Abydos... Allí, en una de sus paredes, en escritura jeroglífica, está lo imposible. Algunos expertos han querido ver la representación, en relieve, de helicópteros y aviones... De objetos voladores extraños en forma de disco, cual moderno OVNI, huellas de hombres e incluso de algo con sólo cuatro dedos... Y aparentes modernos reactores grabados en ¡la antigüedad!

Quizás es jugar a la pareidolia, semejanza mental de formas con las que nuestro cerebro cree que se identifican, pero las muestras están ahí, en el jeroglífico de Abydos... ¿Casualidad? ¿Volaban en la antigüedad? ¿Usaban estos vehículos como en las odiseas sumerias o hindúes?

Pero es que en las leyendas hititas también se habla de artefactos voladores, o en la griega. O en pueblos tan alejados como los primitivos aborígenes australianos o las culturas mayas y azteca... ¿Tuvimos un pasado de gran saber tecnológico?

Quizás los estudiosos, los expertos puedan arrojar luz sobre todo este enigma... Parece que los egipcios, y más sus faraones, tenían la costumbre de corregir los jeroglíficos y la Historia de su pueblo. Era moneda común que un gran palacio construido por un faraón fuera radicalmente borrado su nombre por su sucesor y así apropiarse de la autoría y grandeza de sus obras y reinado... Una vez corregido el texto se rellenaba de un tipo de pasta, o yeso, mezclado con color, para que coincidiera con la piedra que había sido rectificada y quedaba totalmente modificado... Con el paso del tiempo la capa de yeso cayó y quedó el grabado con su modificación dando origen a curiosos efectos ópticos como estos de Abydos y sus no menos famosos aviones... Parece que ahí podría radicar su explicación, que no es descabellada y que entra dentro de la lógica del ser humano.

El jeroglífico de Abydos pertenece al reinado faraónico de Seti I y fue modificado dos veces... Lo cual nos da una idea de la degradación del mensaje original y de cómo esos continuos cambios hicieron que cambiara la fisonomía identificable del jeroglífico.

En este caso el ego humano y la casualidad jugaron con un ‘Oopart’ –entre comillas– en el viejo Abydos, en el viejo Egipto, el país de las arenas eternas.

¿Sorprendido? Pues permítanme recomendarle mi libro Misterios y enigmas de la Arqueología (Almuzara Ediciones, 2018) pues, en este momento, en algún lugar del mundo alguien con su pico ha golpeado una roca, la roca se ha abierto y de su interior ha surgido un viejo medallón datado hace un millón de años... ¿Quién hace un millón de años lucía un medallón en su cuello? ~