San Valentín: la representación del amor en los videojuegos

Con motivo de la festividad de San Valentín se repasan los distintos tipos de relaciones sentimentales que tienen lugar en los videojuegos a pesar de ser un sector de entretenimiento que no reconoce al amor como un género

13 feb 2018 / 18:05 h - Actualizado: 13 feb 2018 / 23:24 h.
"Videojuegos"
  • Es imposible hablar de amor en los videojuegos sin mencionar la escena del lago de Tidus y Yuna en ‘Final Fantasy X’.
    Es imposible hablar de amor en los videojuegos sin mencionar la escena del lago de Tidus y Yuna en ‘Final Fantasy X’.
  • El realismo que ofrece ‘Naughty Dog’ en sus juegos también puede verse en la trama de las relaciones.
    El realismo que ofrece ‘Naughty Dog’ en sus juegos también puede verse en la trama de las relaciones.
  • Life is Strange es un referente de amor entre personas del mismo género.
    Life is Strange es un referente de amor entre personas del mismo género.
  • Arnó y Elise pueden considerarse en ‘Assassin’s Creed’ Unity como la versión digital de ‘Romeo y Julieta’.
    Arnó y Elise pueden considerarse en ‘Assassin’s Creed’ Unity como la versión digital de ‘Romeo y Julieta’.

¿Los videojuegos muestran amor de la misma forma que una película o un libro? Este viaje de romanticismo parte de la premisa de que, a diferencia del cine o la literatura, el género romántico no existe en el ocio interactivo. El hecho de que dos sujetos empiecen a tener sentimientos el uno por el otro y se traduzca en la demostración de hechos afectivos y, en definitiva, una relación sentimental, es algo secundario. El romance entre los personajes de los videojuegos como elemento narrativo está al margen de la historia principal. De hecho en este punto se llama la atención del lector para que piense en esos videojuegos que conozca en los que haya una pareja y pruebe a eliminar el ‘factor amor’ y lo deje en simplemente una amistad, pocos serán los títulos en los que la trama cambie.

Las primeras grandes parejas del sector de los videojuegos no son tal. Es el caso de Mario y la Princesa Peach, y Link y Zelda (The Legend of Zelda). Ambos dúos son de un género que podría definirse de ‘cuento de hadas’ porque, a pesar de todas las aventuras que viven los protagonistas para rescatar al personaje femenino (a recordar que son pocos los juegos que actualmente quedan en los que la mujer debe ser rescatada), no existen acciones que den lugar a pensar que tienen una relación sentimental. El final de sus juegos es el típico «y vivieron felices y comieron perdices». El jugador debe imaginar que estos personajes llegaron a formalizar su relación, sin embargo, el mito se rompe cuando llega la siguiente entrega de la saga y se comprueba que no se tienen en cuenta los hechos del título anterior, las parejas están de nuevo en el punto de partida y toca volver a empezar.

Fantasía y sentimientos

Dejando a un lado los ejemplos anteriores, hay desarrolladoras que sí se atreven a introducir relaciones sentimentales en sus obras hasta el punto de quedar en la memoria de los seguidores de este entretenimiento y ser calificadas como las mejores muestras de amor de los videojuegos. Square Enix no lleva solamente treinta años llevando al usuario a mundos de fantasía para vivir diferentes versiones de la lucha entre el bien y el mal con la saga Final Fantasy. Esta compañía no duda en introducir en mayor o menor grado de importancia el romanticismo en la trama de las aventuras que desarrolla. La escena del lago protagonizada por Tidus y Yuna (Final Fantasy X) o la relación de ‘amistad’ entre Cloud y Aeris (Final Fantasy VII) han hecho que los títulos de los que forman parte sean recordados no precisamente por su jugabilidad. Como curiosidad sobre estas parejas, el guión apostó por evitar el final feliz y ser víctimas de la tragedia.

Precisamente la lucha contra los hados marca el punto de partida de Shadow of the Colossus. Este juego comienza presentando el fin de la pareja protagonista debido a la muerte de una de sus partes (Mono) y se basa en cómo su amado (Wander) busca burlar el orden natural de la vida y los designios del destino para resucitarla. Aspectos como la soledad, la esperanza o el amor como motivación más poderosa inundan cada rincón de este juego considerado como obra maestra del sector.

Amor terrorífico

El género de terror a veces se atreve a basar sus juegos en una historia de amor aunque simplemente queda en un intento. La relación sentimental se utiliza al comienzo de la trama para poner en situación al jugador pero sin llegar a desarrollar la faceta romántica, es decir, se usa como el motivo por el que el personaje principal va a pasar la peor experiencia de su vida, pretexto que perfectamente podía haber sido otro. Se sigue una estructura narrativa muy similar. El protagonista, generalmente masculino, va en busca de su otra mitad (femenina) a un lugar inhóspito donde le empiezan a suceder sucesos terroríficos hasta que descubre qué ha pasado con ella. Sucede en el reciente Resident Evil 7 cuando Ethan Winters después de llevar meses sin saber nada de su mujer, Mia, recibe un mensaje de ella procedente de una granja en medio del bosque en Luisiana. Solamente el amor infinito por su cónyuge hace al jugador tener que soportar la cantidad de sobresaltos y una de las mejores experiencias terroríficas en los últimos años.

La cuestión es que este tipo de trama no es nueva. Konami en 2001 sorprendía a los seguidores y amantes del terror con Silent Hill 2. El jugador pasaba a encarnar a James Sunderland quien llega al pueblo que da nombre el juego por el mismo motivo que en el caso anterior: la recepción de una carta también de su esposa, Mary. La cuestión es que en este caso la misiva es imposible porque se supone que quien la escribe lleva tres años muerta. Conocer quién atrae al protagonista a un pueblo abandonado y con qué motivo son los objetivos reales del considerado como mejor entrega de la saga donde el amor es tan borroso como la propia niebla que invade cada rincón del lugar.

Sentimientos realistas

De amores de fantasía y lucha contra viento y marea a poner los pies en la tierra. Naughty Dog es considerada en el sector de los videojuegos como una de las compañías que más cuida el realismo en sus títulos, no solamente en cuestión gráfica sino en las historias que cuenta. Las relaciones de sus protagonistas entre sí no son menos.

Por un lado está la saga Uncharted. Ni más ni menos que cuatro entregas han tenido que pasar para que los usuarios llegaran a comprobar, a través del epílogo del último juego, si el cazatesoros Nathan Drake conseguía formalizar su relación con la periodista Elena Fisher. Cuatro juegos en los que se han visto los típicos altibajos de una pareja cuyos componentes forman parte de mundos distintos, tienen unos trabajos que les hace estar separados largos periodos de tiempo separados, por no hablar de cuan diferentes son sus personalidades. No obstante el amor seguía presentándose como algo secundario ya que el objetivo de cada título era descubrir el tesoro de turno como si fuéramos unos Indiana Jones digitales.

El amor, dicho sea de paso, no tiene porque ser una relación sentimental y sexual entre sus componentes. ¿No hay amor en el cariño que se le coge a otra persona y la necesidad de querer protegerla de cualquier mal? Esto es lo que ocurre con The Last of Us, la obra maestra de Naughty Dog que marcó la generación anterior de consolas y sus personajes principales: Joel, un adulto que pierde a su hija en el comienzo de una pandemia global y Ellie, una niña que por motivos de spoiler no se dirá cual es su importancia en la trama. Ambos personajes desarrollan una relación paterno-filial, la cual, en este caso sí, es una de las piedras angulares del juego.

El sexo no importa

¿Quién ha dicho que el amor solamente puede darse entre un hombre y una mujer? Se está produciendo una tendencia creciente en mostrar relaciones cuyos miembros son del mismo género. Sin abandonar la obra maestra de Naughty Dog, su expansión Left Behind trajo consigo la sorpresa de revelar la sexualidad de su protagonista, Ellie. Tres horas fueron las necesarias para descubrir que de la amistad a algo más simplemente hay un paso, concretamente el miedo a no volver a ver a alguien, en su caso fue su amiga Riley. Un beso de dos niñas con un trasfondo mucho mayor, no solamente en la historia del videojuego, al ser una auténtica declaración de intenciones por parte de la desarrolladora de gritar a los cuatro vientos el hecho de que no tienen ningún problema en abordar cualquier temática como en este caso fue la homosexualidad.

El miedo a la perdida del ser querido y cómo esto hace que uno se arme de valor para mostrar sus sentimientos se suma a otra moda en este sector de entretenimiento como son los juegos basados en las decisiones para construir la historia. En Life is Strange se dan ambas características para hacer que sus protagonistas, Max y Chloe, protagonicen uno de los mejores besos entre dos personajes de videojuegos. Eso sí, depende del jugador si ambas dan este paso o quedan simplemente como amigas.

Por último, la relación de Arnó y Elise en Assassin’s Creed Unity puede ser definida como los ‘Romeo y Julieta de los videojuegos’. El amor prohibido, el hecho de pertenecer a familias, en su caso bandos, distintos y un destino trágico hacen que esta pareja sea equiparable a la de William Shakespeare. Él es miembro de la Hermandad de los Asesinos, ella es Templaria, dos facciones que llevan milenios enfrentados. Y a pesar de todo son capaces de dejar a un lado sus diferencias y dar rienda suelta a sus sentimientos en plena Revolución Francesa.

En definitiva, existen intentos en el sector de los videojuegos de usar distintos tipos de amor como eje central de su historia y, en ciertos, casos se consiguen escenas memorables. Sin embargo el factor narrativo es fundamental por lo que el primer paso para vivir la gran historia de amor en este sector de ocio es que se cree como tal el género romántico.