Tailandia se arranca

El sonido de las castañuelas, el taconeo y los alegres ‘olés’ retumban en una pequeña escuela de danza del centro Bangkok donde Lalita Jantaro, una joven bailaora tailandesa, se encarga de transmitir el duende y la pasión flamenca

25 ago 2016 / 20:23 h - Actualizado: 25 ago 2016 / 20:31 h.
"Sociedad"
  • Lalita Jantaro, durante una clase con sus alumnas. / Giorgio Taraschi (Efe)
    Lalita Jantaro, durante una clase con sus alumnas. / Giorgio Taraschi (Efe)

A pesar de que la danza española más internacional viva su época dorada en países como China, Japón o Corea del Sur, según apunta la Agencia Andaluza de Promoción Exterior, en otros territorios asiáticos como Tailandia aún es terreno por conquistar.

Lalita, de 25 años, quien se inició en el flamenco a los nueve, abre la puerta a este arte que promueve sentimientos, pasión y arrebato, contrarios a la cultura asiática tradicional donde la serenidad es clave.

«Tras graduarme en la universidad viajé a España donde asistí a una actuación del Ballet Nacional, desde ese momento me enamoré realmente del flamenco y decidí ir a Sevilla a continuar con mi formación», reconoce con orgullo la bailaora.

La tailandesa se considera fiel admiradora del bailaor sevillano Miguel Ángel Corbacho, de quien aprendió el arte de las palmas y el taconeo en el Centro Andaluz de Danza de la capital hispalense, y ahora trata de transmitir los conocimientos a sus alumnas.

«Corbacho me transmitió la energía y el coraje necesario para continuar bailando, siempre me dedicaba palabras sabias, es mi gran inspiración», afirma Lalita emocionada.

El cante jondo acompaña a los golpes secos de los pies, en contraste con los movimientos suaves y elegantes de los brazos de sus cinco alumnas que, frente al espejo, siguen como fiel tropa las instrucciones de la profesora. «Venimos a bailar para pasarlo bien», dice Magic, de 12 años, la alevín del grupo, que reconoce admirar el arte y el sentimiento que desprende su maestra.

Con el cuerpo firme, la cabeza erguida y el pie derecho adelante, como si se tratara de una gitana de Triana, Mimi de 28 años, afirma que a pesar de que domina otras danzas, el flamenco le resulta «más complicado» y reconoce no le parece «nada fácil» realizar los apasionados movimientos.

Anna, de 19 años, califica al flamenco como «único y carismático» y afirma que, aunque no hay estilo que le resulte aburrido, el baile gitano le parece

Aunque el flamenco en Tailandia tiene su pequeño nicho aún por desarrollar, cada año cuenta con la visita de importantes artistas como Sara Baras, que el próximo mes de octubre intentará cautivar a los capitalinos con el espectáculo Voces, Suite Flamenca.

Todo lo contrario sucede en Japón, que se coloca como el segundo país del mundo en cuanto al número de personas que aprenden y practican este baile, Patrimonio de la Humanidad desde 2010, al tener cerca de 50.000 estudiantes apasionados del flamenco.

Lalita además de impartir clases actúa por las noches en una pequeña taberna española en Bangkok, aunque no por mucho tiempo ya que su camino le llevará de nuevo a Sevilla donde continuará su formación con el propósito de acercar el baile andaluz a Asia y cumplir su sueño de mostrarle al mundo su amor por el flamenco.

A pesar de que la danza española más internacional viva su época dorada en países como China, Japón o Corea del Sur, según apunta la Agencia Andaluza de Promoción Exterior, en otros territorios asiáticos como Tailandia aún es terreno por conquistar.

Lalita, de 25 años, quien se inició en el flamenco a los nueve, abre la puerta a este arte que promueve sentimientos, pasión y arrebato, contrarios a la cultura asiática tradicional donde la serenidad es clave.

«Tras graduarme en la universidad viajé a España donde asistí a una actuación del Ballet Nacional, desde ese momento me enamoré realmente del flamenco y decidí ir a Sevilla a continuar con mi formación», reconoce con orgullo la bailaora.

La tailandesa se considera fiel admiradora del bailaor sevillano Miguel Ángel Corbacho, de quien aprendió el arte de las palmas y el taconeo en el Centro Andaluz de Danza de la capital hispalense, y ahora trata de transmitir los conocimientos a sus alumnas.

«Corbacho me transmitió la energía y el coraje necesario para continuar bailando, siempre me dedicaba palabras sabias, es mi gran inspiración», afirma Lalita emocionada.

El cante jondo acompaña a los golpes secos de los pies, en contraste con los movimientos suaves y elegantes de los brazos de sus cinco alumnas que, frente al espejo, siguen como fiel tropa las instrucciones de la profesora. «Venimos a bailar para pasarlo bien», dice Magic, de 12 años, la alevín del grupo, que reconoce admirar el arte y el sentimiento que desprende su maestra.

Con el cuerpo firme, la cabeza erguida y el pie derecho adelante, como si se tratara de una gitana de Triana, Mimi de 28 años, afirma que a pesar de que domina otras danzas, el flamenco le resulta «más complicado» y reconoce no le parece «nada fácil» realizar los apasionados movimientos.

Anna, de 19 años, califica al flamenco como «único y carismático» y afirma que, aunque no hay estilo que le resulte aburrido, el baile gitano le parece

Aunque el flamenco en Tailandia tiene su pequeño nicho aún por desarrollar, cada año cuenta con la visita de importantes artistas como Sara Baras, que el próximo mes de octubre intentará cautivar a los capitalinos con el espectáculo Voces, Suite Flamenca.

Todo lo contrario sucede en Japón, que se coloca como el segundo país del mundo en cuanto al número de personas que aprenden y practican este baile, Patrimonio de la Humanidad desde 2010, al tener cerca de 50.000 estudiantes apasionados del flamenco.

Lalita además de impartir clases actúa por las noches en una pequeña taberna española en Bangkok, aunque no por mucho tiempo ya que su camino le llevará de nuevo a Sevilla donde continuará su formación con el propósito de acercar el baile andaluz a Asia y cumplir su sueño de mostrarle al mundo su amor por el flamenco.