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10.000 gaiteros sueltos

Hace 20 años di una charla sobre la Semana Santa en Sicilia, donde -considerándose hijos de la nuestra- permanece una Madrugá de Santo Entierro Magno, con Dolorosas de corazones y puñales de plata y visita a siete iglesias sin estación a la catedral (...).

el 16 sep 2009 / 01:39 h.

Hace 20 años di una charla sobre la Semana Santa en Sicilia, donde -considerándose hijos de la nuestra- permanece una Madrugá de Santo Entierro Magno, con Dolorosas de corazones y puñales de plata y visita a siete iglesias sin estación a la catedral (idea para una posible solución a la Carrera Oficial). Como no pude ver sus procesiones me regalaron un vídeo, con todas las buenas características del neorrealismo italiano, que terminaba con un sugerente colofón: más o menos, venía a decir que en él habían participado obispos, funcionarios, sastres, ladrones, taxistas, magistrados, prevaricadores, monjas de clausura, mozos de cuerda, sacristanes...

Cien tipos de personas que aunaban sus esfuerzos para llevar a cabo un drama social de una confusa, casi kafkiana, turbamulta los otros 364 días del año, que terminaba en una espléndida conjunción de sudor y lágrimas alegres de miles de personas. La armonía se transmitía allí de forma distinta a la de, por ejemplo, esos 100 gaiteros de un conocido güisqui con los que su creador pretendería crear en miles de consumidores la sensación de una conjunción perfecta a partir de distintas tonalidades.

Cien serán los funcionarios al cuidado de ese informe montón de sentencias -10.000- que sumen en el caos a los juzgados. No son ni cargadores sicilianos ni tienen una gaita, pero en el levantar un paso o tocar afinadamente hay un comienzo. ¿Nadie vio, cuando quedaban sin tramitar diez, quince o veinte condenas, que el primer acorde era en sol mayor o que el peso de las andas se descompensaba? Un despropósito que mezcla sanciones de tráfico con -quién sabe- homicidios suena a complot y el ciudadano -yo- se siente Josef K, el de Kafka, sin otra salida que tomarse cien güiskis para olvidar una masa, informe y peligrosa, de diez mil gaiteros sueltos.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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