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11-S: el día que fue un héroe

William Rodríguez, limpiador de las torres gemelas, no podía imaginarse aquel 11 de septiembre de 2001 que iba a ser uno de los héroes de ese fatídico día porque, sin temer ni un solo momento por su vida, ayudó a los bomberos de Nueva York a acceder a las torres para evacuar a los supervivientes.

el 15 sep 2009 / 18:43 h.

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William Rodríguez, limpiador de las torres gemelas, no podía imaginarse aquel 11 de septiembre de 2001 que iba a ser uno de los héroes de ese fatídico día porque, sin temer ni un solo momento por su vida, ayudó a los bomberos de Nueva York a acceder a las torres para evacuar a los supervivientes.

Él tenía en su mano una varita mágica: una de las cinco llaves maestras que permitían acceder a las plantas. Rodríguez relató ayer su experiencia como si fuese una historia ficticia de terror, pero nada más lejos de la realidad, el atentado del 11-S ha sido uno de los ataques terroristas más sangrientos de la historia y que prácticamente todo el mundo lo sufrió en directo menos los desgraciados protagonistas que desconocían lo que realmente estaba sucediendo.

William se lamentó ayer en el II Congreso de Jóvenes con Valores, donde contó sus vivencias, que "mucha gente murió por falta de información". Dentro de los edificios no se sabía que habían impactado dos aviones en las torres gemelas ni qué había que hacer para ponerse a salvo. Criticó además que en el World Trade Center sólo se hacían dos simulacros de evacuación al año por lo que mucha gente desconocía por dónde tenía que salir.

Él, según relató, al llevar 19 años limpiando las escaleras de los 110 pisos de la torre norte conocía todos sus rincones, por ello no dudó en entrar varias veces a los edificios para guiar a los bomberos, "los héroes" como él los calificó y para intentar llegar hasta la cafetería donde todos los días le daban de desayunar para rescatar a sus amigos, algo que por desgracia no consiguió. Sin embargo, por el camino salvó muchas otras vidas como la de un hombre de "raza negra" que tenía la piel de los brazos arrancada y al que nadie quería tocar por miedo al sida y al que él le cubrió con toallas y le ayudó a salir.

Ese hombre, recordó William, tenía el 33% del cuerpo quemado, "pero está vivo". El 11-S también marcó un antes y un después en la vida de este barrendero, antes agnóstico y desde ese día creyente, porque comprendió que lo más importante en la vida es hacer el bien. Rechaza que le llamen héroe y se autodefine como "protagonista de hechos".

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