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12 tardes en el río

Si descartamos nadar y molestar a los peces. ¿De qué nos sirve el río? Aquí le ofrecemos unos cuantos planes.

el 11 jun 2011 / 19:20 h.

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Sevillanos paseando por la pasarela flotante sobre el río Guadalquivir.

No se trata de conformarse si no de buscar el lado bueno. Y si una manta de calor hispalense le coge desprevenido caminito de su casa en plena explanada de Santa Justa -por elegir un lugar donde el lorenzo es inmisericorde- de nada le vale echar mano mentalmente de las sombrillas de la Playa de la Victoria o de las olas de Zahara de los Atunes. En ese justo instante estos paraísos están tan lejanos como los cocoteros que adornan el paseo marítimo de Malibú. Tiene que ser más práctico. A Sevilla no la bendijo Dios con un oasis de arena fina donde solazarse (a no ser que entienda por tal elemento el alberto de la Feria). Pero a cambio le puso uno de los ríos más hermosos que Europa contempla -con permiso del teutón Rin-.

Y ahí está el Guadalquivir. Sin que nadie sepa muy bien qué hacer en él más que echarle unas cuantas fotos y presumir de lo bien grande y hermoso que luce. Para el baño no es práctico -a no ser que le haya prometido una visita a los Santos antes de tiempo- pero para otros menesteres tal vez se adapte. Sin embargo, al final, por unas cosas u otras, nadie tiene muy claro que en él Wad-al-Quivir (como llamaban los árabes a este ‘río grande') se puede practicar piragüismo, remo o barquita a pedales, remojarse con la cucaña, inmortalizarlo con su cámara de mil maneras, pelar la pava a la verita del charco, ponerse el sombrero de explorador y buscar, no a voraces serpientes, pero sí a vistosos patos, leer a Homero al arrullo del agua, tapear al fresco de la vecina calle Betis, practicar footing libre de humos o darse un garbeo por la pasarela y el Jardín Americano. Si nada de esto le convence seguro que encuentra otras cuantas posibilidades más. Ponga a trabajar las neuronas y cuéntenoslas. Puede que éstos sean sólo los doce primeros planes en el Guadalquivir.

Ciclismo. De las Delicias al Alamillo
No dirá que es mal paseo montarse en su bici en el remozado Muelle de las Delicias y recorrer la orilla del río hasta el mismo Parque del Alamillo. Por el camino además tiene el avituallamiento más que asegurado.

Footing. Trotar a pleno pulmón
Deje de esquivar coches, peatones y ciclistas. En el río -estrictamente no en él, a su vera- puede practicar el noble ejercicio del trote respirando aire puro y, de paso, contar con una panorámica impagable.

Naturaleza. Patos y garzas le admiran
En el interior los barbos, las carpas y las tencas. Fuera los flamencos, las garzas y los patos. Los dos primeros son algo más difíciles de ver. Pero ir en busca de fauna al Guadalquivir también tiene su cosa.

Relax. Cupido se deja ver por las orillas
No hay un estudio concluyente pero muchas de las primeras citas de los nuevos enamorados son en la orilla del río. Algo tendrá entonces. A su paso por el Paseo Juan Carlos I el césped crece y propicia roces...

Piragüismo. Espíritu de competición
Siempre lo ve cada vez que hay Olimpiadas pero eso de montarse a lomos de una piragüa le suena a actividad marciana. Pruebe a ver qué se siente. Puede aprender en el Club de Piragüismo (954 281 382).

De paseo. Pasarela y Jardín Americano
La pasarela flotante sobre el Guadalquivir discurre vecina del Jardín Americano. De paseo bien puede ir una tarde donde la fresquita mitigue los calores. Tome buena nota. Seguro que le apetecerá el plan.

Pedalear. Bucólica tarde a ras de agua
¿Tiene unas monedas? Si es así, por unos diez euros y entre las 12.00 y las 21.00 horas, puede alquilar una barca de pedales. Siéntase guiri y disfrute de una visión única. Las tiene muy cerca de la Torre del Oro.

Remo. Otra opción para lucir músculos
No, no tiene nada que ver con el piragüismo. Salvo que en las primeras sesiones es más que probable que pruebe el agua. En el Club de Remo de Sevilla (954 375 450) le enseñan todo lo que usted quiera saber.

Fotografía. ¿Conoce lugar más bello?
Le regalaron en Navidad una cámara de alta tecnología y usted no ha hecho con ella más que fotografíar la comunión del sobrino. El Guadalquivir le reta desde estas líneas a sacarle bien guapo en la foto.

Leer. Mejor que en la biblioteca, seguro
Estas dos lectoras parecen tan felices y absortas que servirían para encabezar una campaña de fomento de la lectura. Y sí, ahí al fondo está el río, ideal para levantar la vista y que no se le cansen los ojos.

Cucaña. Sólo para los más atrevidos
Del 21 al 26 de julio se celebra la tradicional Velá de Santa Ana en Triana y con ella vuelve al corazón del río el juego de la cucaña. Tendrá pocas oportunidades de chapotear aquí. No la deje pasar y tírese al agua.

Tapear. No por típico menos bueno
... y sí, faltaría más, siguiendo el compás del río también puede tapear, beber o cenar en plan realeza. Que de todo hay, pongamos por caso, en la calle Betis. La brisa del Guadalquivir se encargará del resto.

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