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153 muertos en la tragedia del aeropuerto de Barajas

La falta de imágenes hizo que España tardase horas en enterarse de la cuarta mayor catástrofe aérea de su historia. Un suceso que comenzaba con una humareda lejana en los telediarios y que acababa, al anochecer, con 153 ataúdes recordando en el Ifema la tragedia del 11-M. Del vuelo de Spanair Madrid-Las Palmas sólo han quedado 19 heridos y un largo duelo.

el 15 sep 2009 / 10:16 h.

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La falta de imágenes hizo que España tardase horas en enterarse de la cuarta mayor catástrofe aérea de su historia. Un suceso que comenzaba con una humareda lejana en los telediarios y que acababa, al anochecer, con 152 ataúdes recordando en el Ifema la tragedia del 11-M. Del vuelo de Spanair Madrid-Las Palmas sólo han quedado 19 heridos y un largo duelo.

La interminable hilera de ambulancias metiéndose a toda prisa en la nube de humo de Barajas desmentía ya desde primera hora el rumor inicial que hablaba de dos muertos. En realidad, ocultos de las distantes cámaras de televisión tras una fortuita hondonada que impedía ver la magnitud del espanto, rugían envueltos en llamas los pedazos del avión MD-82, que se había estrellado a las 14.45 horas justo cuando intentaba el despegue con 162 pasajeros, nueve tripulantes y los tanques cargados de queroseno.

Tan dramática era la escena que los pocos que tuvieron el triste privilegio de contemplarla calificaban de auténtico milagro el que hubiese habido supervivientes: restos humanos esparcidos, cuerpos carbonizados y unas temperaturas tan altas que impedían el rescate de las víctimas presagiaban para esos testigos un balance final aún más aterrador.

Para mayor dramatismo, parecía que el suceso se hubiese estado anunciando desde un rato antes. Uno de los familiares de los pasajeros que ayer tarde aguardaban noticias en el aeropuerto canario de Las Palmas, donde se había habilitado una sala con ese propósito, comentó que su nieto y la novia de éste lo habían llamado minutos antes de la hora prevista para el despegue y le habían comunicado que el vuelo iba a retrasarse y lo mismo los obligaban a cambiar de avión.

Además, un comandante de Air Europa contaba que la aeronave accidentada sufrió un retraso en el despegue debido a un problema con los indicadores de temperatura. El piloto matizó que ese desajuste podría no tener nada que ver con el motivo del siniestro, pero lo cierto es que el aparato fue una primera vez hacia la pista y tuvo que regresar. El segundo intento acabaría en tragedia.

Las causas precisas del accidente no se confirmarán mientras no se haya examinado la caja negra de la aeronave, pero parece existir cierta unanimidad en torno a la idea de que el motor izquierdo del avión reventó justo en plena maniobra de despegue (se barajaba incluso que fuese a causa de un pájaro metido en la turbina).

Este incidente podría haberse superado de haberse producido antes o después de ese momento (antes, suspendiendo la maniobra; después, ya que los aviones actuales están capacitados para funcionar con un motor inutilizado). El problema es que el estallido se producía exactamente cuando se había rebasado el punto de no retorno: ya no había terreno para frenar el aparato y al mismo tiempo estaba a muy poca altura sobre la pista.

Tras esa explosión del motor, el avión viró hacia la derecha, se salió de la trayectoria de la pista y perdió la poca altura que había ganado. El ala derecha del MacDonnell-Douglas tocó el suelo, un erial que a partir de ahí y hasta el lugar definitivo del impacto se convirtió en un reguero de fuego. El avión se partió en dos o más pedazos y ardió por completo durante tres cuartos de hora, oculto en el fondo de una vaguada.

la hora de las lágrimas. La activación inmediata de los protocolos para emergencias hizo que en esas primeras conexiones de los informativos, cuando los presentadores balbucían aún en plena improvisación carente de datos, apareciesen ya en plano las ambulancias y demás vehículos de extinción y salvamento.

Mientras los aeropuertos de Madrid y Las Palmas habilitaban salas y servicios especiales para atender a los familiares de los pasajeros, la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento y la Cruz Roja enviaban al lugar más de sesenta ambulancias, dos helicópteros sanitarios, equipos humanos de búsqueda y apoyo psicológico, equipos para sofocar el incendio, policías, 230 sanitarios voluntarios y profesionales, vehículos especiales...

De nuevo, para todas estas personas la realidad superaba con creces a la ficción: "Los simulacros que hacemos todos los años para este tipo de catástrofes quedan lejos de la cantidad de ambulancias y de seguridad que están llegando al aeródromo en el día de hoy", relataban fuentes sindicales de la Policía Local madrileña. "El dispositivo es similar al que vimos el 11-M."

El tráfico aeroportuario se restablecía a las 14.30, pero no acababa ahí la historia del fallido vuelo JK5022 de Spanair. De los 21 heridos trasladados a los hospitales de La Paz, Ramón y Cajal, Infanta Sofía y 12 de octubre, uno de ellos moría por el camino y la mayoría ingresaban en estado grave, muy grave y hasta crítico.

Recuperados por fin todos los cuerpos del armazón quemado del avión, el Ayuntamiento de Madrid habilitó el pabellón de Ifema para lo mismo que sirvió el 11-M: custodiar los cadáveres y proceder, a partir de las 21.00, al reconocimiento de los mismos por parte de sus seres queridos, ante la falta de espacio en el Instituto Anatómico Forense. Las escenas vividas en semejante trance de dolor, así como en los momentos previos de incertidumbre e incredulidad, excusan cualquier tipo de descripción.

También hubo miedo, y mucho, entre quienes sólo tenían que ver con la catástrofe el hecho de tener en sus manos un billete de Spanair. Tras conocerse la noticia, pasajeros de diferentes vuelos de esta compañía comenzaban ayer tarde a hacer colas frente a los mostradores para comunicar su renuncia al viaje que tuvieran previsto emprender y reclamar el equipaje ya facturado. Todo ello en un clima de conmoción que fue en aumento a medida que la cifra de fallecidos crecía y se divulgaban los peores detalles del accidente. Otros viajeros se quedaron en tierra a causa de las cancelaciones impuestas por el aeropuerto.

En esta hora del horror y las lágrimas, parecía que hubiese pasado ya un siglo desde la recepción de aquel primer y raquítico teletipo fechado a las 15.06: "El accidente de un avión en el aeropuerto de Madrid-Barajas ha producido una gran columna de humo. Por el momento, se desconoce si hay heridos, según informaron testigos presenciales."

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