Mucho se ha especulado con el día después del 15J. Que si Lopera vende, que si el beticismo se hará con las acciones de la parte mayoritaria, que nadie dispondrá de un paquete mayor del 25 o 30 % del total, que la revolución hará un Betis más libre...
Vamos por partes. Según el parecer de algunos, Lopera está en la misma situación que Piterman -¿se acuerdan?- y la presión social le podrá, obligándole, poco más o menos, a que abandone el Betis, a ser posible, por la puerta de atrás. Pensar esto es una ridiculez tan grande que resulta hasta gracioso por la ingenuidad del planteamiento.
Se repite incesantemente que el Betis debe ser de cuántos más béticos mejor y que se debería impedir que una sola persona controle la entidad como hasta ahora. Un nuevo ejercicio de voluntarismo colectivo, no exento de candidez rayana en el absurdo.
Otra perla. El Betis será grande cuando se le proporcione a los béticos la posibilidad de decidir su futuro, de gestionar este proceso cuasirrevolucionario para llevar a la cúpula dirigente a los más capaces, los más valientes y los más béticos, aunque sea a costa de cambiar las reglas de juego. Que yo sepa, estas no se han cambiado, y no van a alterarse de un día para otro porque a algunos iluminati les vaya la marcha.
Para que no acabe esto como el rosario de la aurora, se tiene que apostar por la prudencia y el buen sentido, pero también hay que saber manejar las situaciones con más enjundia, con más inteligencia. Pero esto es otra historia. La del día después del 15J
