Local

23F: ¿Y tú dónde estabas?

Sevilla vivió intranquila la intentona, que no llegó a cuajar en Capitanía.

el 23 feb 2011 / 06:29 h.

TAGS:

La redacción de El Correo de Andalucía estaba reunida la tarde del 23-F cuando al subdirector, Juan Holgado, lo llamó urgentemente su mujer por teléfono. Ella informó al periodista del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, aunque la primera noticia fue surrealista: "Juan nos dijo que su mujer había visto por la televisión que 200 etarras vestidos de guardias civiles habían tomado el Congreso", recuerda el periodista Francisco Correal, que estaba en aquella reunión y que días después entrevistaría a Alfonso Guerra, uno de los sevillanos que permanecieron 18 horas secuestrados en la Cámara, como Felipe González, Rafael Escuredo o Soledad Becerril.

Juan Holgado recuerda que todos se pusieron a ver la televisión y a escuchar la radio para enterarse del asalto que encabezó el teniente coronel Tejero al mando de 200 guardias civiles, que irrumpieron en el Congreso a disparo limpio. "Decidí buscar información más directa llamando a un periódico de Madrid, el YA, que era de una editorial católica como El Correo por aquel entonces", detalla Holgado. Las primeras horas fueron tensas, "nos quedamos impresionados cuando Tejero zarandeó al vicepresidente Gutiérrez Mellado y al ver disparar a la cúpula del Congreso". Supieron que las formaciones de izquierdas trataban de ocultar información comprometida y se temieron lo peor cuando sacaron del hemiciclo al expresidente Adolfo Suárez, a González, a Guerra y a otros diputados. Pero la tarde transcurrió tranquila y el periódico, tras la aparición del Rey en televisión a la 1.13 horas, cerró su edición a tiempo y se distribuyó sin problemas. Llevaba en portada el mensaje íntegro del monarca.

Entretanto, las calles de Sevilla permanecieron desiertas. En la Plaza de España, el capitán general de la Región Militar Sur, Pedro Merry, recibía a primera hora de la tarde una llamada del general Milans del Bosch avisándole de la asonada, antes de que se produjera la irrupción en el Congreso. "Enterado y tomo nota" respondió Merry, según muchos enfadado por haberse enterado a última hora pese a su elevada posición en el escalafón militar. Antes de las 19 horas el Rey lo llamó para preguntarle por la situación. "Aquí no hay novedad ni la habrá", sentenció el general. Luego se diría que había pasado la tarde en su despacho, vestido de legionario y bebido, según el periodista Pepe Fernández, que pudo hablar con todos los protagonistas de aquella complicada tarde pocos años después.

"A Merry lo dejaron fuera porque bebía mucho. Quien tenía que estar al cargo era el general jefe de la división Guzmán el Bueno, Manuel Saavedra, que según el gobernador civil José María Sanz Pastor, era el hombre de Milans en Sevilla. Pero se fue a pasar la noche con una amiga y no volvió hasta cerca de las once de la noche, lo que permitió al general Gonzalo Urrutia hacerse con el control de la Capitanía de Sevilla y salvar los muebles", afirma Fernández, que cree que varias casualidades condenaron al fracaso el golpe en Sevilla. El entonces redactor jefe de Radio Sevilla fue quien leyó el acta de la Junta de Orden Público en la que el gobernador civil, José María Sanz Pastor, apoyaba sin fisuras la Democracia y la Monarquía Constitucional. Dos agentes de la Policía Militar lo apuntaban con sus armas.

Uno de los principales protagonistas de aquel día, el gobernador militar Manuel Esquivias, difiere por completo de esa versión. Según ha contado en sus memorias, aún sin publicar, Merry estaba esa tarde "perfectamente, después de haber dormido la siesta y haber hablado con el Rey". El general Merry, reconocido monárquico, "no dudó ni un momento, no estaba esperando nada: habló con el Rey e hizo lo que el Rey le dijo", afirma Esquivias, aún enérgico y en pleno uso de su memoria a sus 92 años cumplidos. No elude la polémica en torno al papel que jugaron los militares sevillanos: el rumor extendido fue que muchos aguardaron para ver cómo se desarrollaba el golpe, que mantuvieron los tanques repostados y preparados para salir a la calle y esperaron para unirse al bando ganador. Él lo niega con vehemencia: "Eso fue una acusación del gobernador civil, que salió por peteneras años después diciendo que había estado con una pistola en la mesa por si los militares íbamos a por él. Yo hablé con él varias veces esa tarde y le dije lo que había", afirma. "A mis 92 años ya no le voy a mentir a nadie".

Antonio Ojeda, que se puso al frente de la Junta de Andalucía ante el secuestro del presidente Rafael Escuredo en el Congreso, lo secunda: "Yo he escuchado esa versión, y lo que puedo decir es que hablé esa tarde noche con Esquivias, me atendió estupendamente y me dijo: "No te preocupes, que nosotros estamos a las órdenes del Rey". También habló con el gobernador civil, y es cierto que le dijo: "A mí no me va a pasar lo que al gobernador de Valencia", que fue detenido por los militares, y le contó que tenía una pistola de 9 milímetros sobre la mesa por si iban a por él. Lo que no puede atestiguar Ojeda es el estado de Merry: "A mí me dijo José Rodríguez de la Borbolla: en ausencia de Escuredo eres presidente de la Junta en funciones. Llama a Merry", y yo le dije: "Pepote, llámalo tú".

Ese día, Ojeda volvía de Córdoba, de preparar la asamblea de parlamentarios que debía aprobar el borrador del Estatuto de Autonomía, escuchando la investidura en la radio. Enfilaba el Pabellón Real, sede de la Junta, cuando oyó los disparos. "No era como por la tele, porque no veíamos qué pasaba". Estuvo en la sede del PSOE, que estaba en El Prado, redactando un comunicado con dirigentes del PSOE y el PC, pero entendió que debía ocupar el vacío de poder como presidente de la Junta y volvió al Pabellón Real: llamó a los gobernadores militar y civil y contactó con Francisco Laína y Txiqui Benegas, que desde Madrid le informaban de lo que ocurría. Al tiempo que nadaba, no olvidó guardar la ropa: llamó al PSOE de Jaén, de donde era senador, para que ocultaran los ficheros y que las personas más señaladas no pasaran la noche en casa. Él mismo la pasó, en vela, en el Pabellón Real, con un vigilante. Tras oir al Rey hizo una declaración en Radio Sevilla a las 3 de la madrugada. Cuando la oyeron en el Congreso, en una radio que tenían oculta, alguien le dijo a Escuredo: "Ya te han sustituido".

El Correo de Andalucía del 24 de febrero llevaba en portada el editorial Democracia y Constitución, que abogaba por "la firmeza, la serenidad y la unidad" para superar el trance, y el mensaje íntegro que el Rey había dado de madrugada. La imagen era un fotomontaje del Congreso con Milans del Bosch, Tejero e Ynestrillas sobreexpuestos, con el titular "Éstos son los protagonistas del fracasado golpe de Estado". Dedicó siete páginas a la intentona, lo que no impidió informar del inicio de los Carnavales y de que "Betis y Barcelona jugaron un partido memorable". La contraportada recogía la salida de Armada del Congreso tras hablar con Tejero y la retirada de los tanques de Valencia, y anunciaba: "Sólo es cuestión de esperar".

La entonces concejal del PC Amparo Rubiales esperó, pero no en su casa. Rubiales, que se acababa de separar, dejó el 23-F a sus dos hijos de 5 y 6 años en casa de sus padres y se fue a dormir a casa de su exmarido por si alguien iba a por ella. "Teníamos sensación de peligro, pero no recuerdo haber sentido pánico ni haber querido huir. No recuerdo que nadie se fuera a Portugal, como se ha dicho, ni del PC ni del PSOE. Tampoco rompí ningún papel comprometido: si venían a por mí es porque era conocida, estaba ya más que señalada". La noticia de que "algo raro" pasaba en el Congreso se la dio la mujer de Fernando Pérez Royo, uno de los retenidos. Vivían en la misma calle y le traía a su hija de la clase de sevillanas a la que iban juntas.

"Reaccionamos con relativa normalidad para la gravedad de los hechos", recuerda Rubiales, "hubo muchas llamadas y supimos que debíamos estar en las instituciones, así que fui a buscar a Víctor Pérez Escolano, hablé con el partido y fuimos al Ayuntamiento. Luego nos reunimos con el PSOE en El Prado. "Lo que recuerdo más raro es que no había nadie en la calle". Rubiales afirma que estuvieron "más preocupados por los diputados secuestrados que por la Democracia".

No estuvo tan tranquilo el primer teniente de alcalde socialista, Antonio Rodríguez Almodóvar, tras recibir un aviso lapidario: "Todos los fusilables os vais a tener que quitar de en medio", le dijo Pepe Caballos, entonces secretario del grupo municipal. Almodóvar trabajaba en el Ayuntamiento con la radio de fondo cuando oyó el jaleo. "Fui corriendo a buscar a compañeros del partido sin querer alarmar, pero tras la llamada de Caballos cogí a mi mujer y a mis tres hijos y me fui a casa de un amigo. Quedamos en que sería mejor no llamarnos". No destruyó nada: "No me dio tiempo, pero daba igual porque era público y notorio quién era yo". Las noticias "no eran tranquilizadoras", y el silencio reinante le hacía pensar que algo extraño ocurría. "Parecía que Merry estaba pendiente de la Zarzuela pero no hubiera dado un paso sin autorización del Rey". Estuvo escondido toda la noche, "con el alma en vilo" hasta el mensaje del Rey. Aún hoy cree que, con los fusilamientos de Atocha y la amenaza de ETA, fue "el momento más peligroso para la democracia".

Quienes más información manejaron fueron los comunistas. "El PC tenía una organización potente, con gente en todas partes: los de Alcalá nos dijeron que había movimiento en las canteras [donde estaban los tanques de la Guzmán el Bueno], pero con huellas de salida y de entrada, o sea, que habían salido y se habían vuelto", recuerda quien fue su responsable en Sevilla, Juan Bosco Díaz de Urmeneta, informado por la radio cuando trabajaba en la sede de la calle Teodosio. "Me criticaron por cerrar la puerta, pero había rumores de que derechistas habían salido a la calle con pistolas y por allí podía aparecer cualquier loco".

Otro miembro del partido trabajaba en la telefónica y "sabía hacer escuchas", y varios se ofrecieron a pasar por los cuarteles a ver si se movía algo. Pero la tranquilidad llegó pronto: "Apareció la Policía, salimos a preguntar y nos dijeron que venían a defender la Constitución y a los partidos constitucionales". Habían estado al habla con Ojeda, que los llamó al poco para decirles que todo estaba solucionado, antes del mensaje del Rey. "En realidad, la imagen de Tejero en el Congreso y eso de sacar los tanques en una sola ciudad hacían presagiar el fracaso a cualquiera que sepa del Ejército", mantiene Díaz de Urmeneta, que aboga por que el aniversario del 23-F sirva para reivindicar la figura del expresidente Suárez: "Aquello pasó por la soledad de Suárez y por cómo la Transición se hizo dejando al margen lo que había en la derecha española".

Fue uno de los que redactaron en la sede del PSOE un comunicado de apoyo a la Constitución. A esa hora ya había llegado Manuel del Valle, presidente de la Diputación, tras un largo periplo desde Lora de Estepa, donde el golpe le pilló buscando dónde abrir pozos de agua con los que paliar la tremenda sequía. "Oímos los disparos y nos dimos cuenta de lo que era. Nos asustamos, porque la mayoría o había vivido la guerra o la posterior represión y la perspectiva de volver atrás era algo tremendo", cuenta del Valle. En pueblos y barriadas obreras se pasó peor: "Estuve hasta muy tarde en el pueblo intentando calmarlos, les decía que no había que ser alarmistas. Por ellos se hubiesen tirado al monte y quemado toda la documentación del partido".

Al llegar a casa, sobre las 11 de la noche, un vecino comandante de Artillería que trabajaba en el CNI, Juan Callejón, le explicó la situación y le dio "relativa confianza". Del Valle no se fiaba de Merry, pero sí de Esquivias y Urrutia, "que tenían la convicción de que la situación democrática no tenía marcha atrás". "Sabía que serían un parapeto ante el impulso del capitán general legionario, que podía haber cometido una locura". Con esa idea fue a la sede del PSOE, desde donde se veía la Capitanía, en una "tranquilidad extraordinaria". "Visto ahora fue una noche de inconsciencia, nos saltamos el manual: yo dormí en mi casa y convoqué el Pleno para dar sensación de normalidad". El alcalde Luis Uruñuela debió entenderlo mejor, porque al sorprenderlo la noticia se negó a concentrarse en el Consistorio. "Me parecía una ingenuidad total, podía ser una trampa, porque nos mandaban un pelotón armado y dejaban a la ciudad sin gobierno". Habló desde su casa con el gobernador civil y los portavoces de los grupos municipales y aguardó al mensaje del Rey, pero mantuvo la precaución de dormir en casa de un amigo.

Sí tuvo ese cuidado Antonio Rodrigo Torrijos, secretario de acción sindical de CCOO: "Estuve en la sede poniendo a buen recaudo las fichas de los afiliados. Algún compañero apuntó que deberíamos destruirlas, pero dije que se escondieran". A las 3 de la madrugada fue al hospital Macarena, donde 63 sindicalistas se ofrecieron para ir parejas a visitar las fábricas, llamando a movilizarse contra el golpe fascista".

Lejos estaba el hoy jefe de la Policía Judicial, Manuel Piedrabuena, de vacaciones en su Ciudad Real natal para disfrutar de la época de caza, y que se puso a disposición de la comisaría de Policía. "Por suerte no hizo falta y al día siguiente vimos que el intento de golpe se había ido desinflando".

El alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín estaba en la sede del PSOE de Placentines, donde el policía que los custodiaba por amenazas de ETA andaba nervioso. "Le preguntamos qué pasaba y nos dijo: ‘Que no sé si me van a mandar deteneros o protegeros". Luego volvió a Burguillos, donde se reunió con los demás ediles en el Ayuntamiento, aunque hoy también lo ve como una ingenuidad. "Luego supe que hubo quien se ofreció a ir a detenernos o a lo que hiciera falta".

El candidato del PP, Juan Ignacio Zoido, acababa de terminar Derecho y estudiaba para opositar a juez, pero tras el mensaje del Rey se quedó "totalmente tranquilo". Y siguió estudiando.

El aspirante del PSOE, Juan Espadas, estudiaba 1 de BUP y pasó la noche viendo "con preocupación" un coche de la Guardia Civil desde su ventana. "Al día siguiente supe que algún vecino comunista hizo la maleta y se marchó".

¿QUÉ PASABA DENTRO DE LA CAPITANÍA GENERAL?

“Lo que pasaba en Capitanía estaba muy claro, pero a los que lo vivimos no quieren escucharnos”, afirma Manuel Esquivias. El papel que jugó el gobernador militar sería objeto de agria polémica años después. Él relataría, en un amplio texto dirigido a sus nietos, que se limitó a “obedecer" al general Merry, que le trasmitió su conversación con el Rey, que él trasladó a su vez a los jefes militares de la zona. El gobernador civil, José María Sanz Pastor, que en cuanto conoció la noticia convocó a la Junta de Orden Público para mostrar su apoyo a la democracia y a la Monarquía Constitucional, cargó contra él tiempo después. Lo acusó de haber mantenido una actitud camaleónica, permitido el paso de parte de la brigada de tanques por Sevilla al día siguiente y soslayado un pronunciamiento claro del Ejército a favor de la democracia. Sanz Pastor reunió a la junta para instar a las fuerzas de seguridad a mantenerse alertas, sin “dramatismos" que produjeran inquietud entre los ciudadanos, y preparados por si debían actuar “a las órdenes del Gobierno de la Nación y al servicio de la Monarquía Constitucional", según el acta de la reunión. Luego asegura que se sentó en su despacho con una pistola sobre la mesa porque temía la visita de los militares.

  • 1