Una llamada desesperada alertó a esta redacción en 2004. "Está toda la iglesia llena de cubos porque las goteras ya son tremendas. Si no nos echáis una mano, esto se cae para siempre". Al otro lado del teléfono estaba el entonces párroco de Santa Catalina, Antonio Hiraldo, que desesperado ya no sabía qué hacer para intentar salvar el templo. Se sabía que estaba en mal estado, pero no se esperaba -o no se quería tomar conciencia- que la situación fuera tan crítica. Pocos meses después de aquella llamada el templo se clausuró. Era el 29 de mayo de 2004. Ocho años después, 3.000 días después, Santa Catalina sigue cerrada y sus cimientos ya han comenzado a crujir de verdad. El grito de dolor es cada vez más fuerte. El templo se cae. Sevilla está a un pequeño paso de perder su gran joya mudéjar del siglo XIV si las administraciones y el Arzobispado no se ponen, de verdad, manos a la obra.
Desde que se cerró la parroquia, han sido muchos los intentos públicos y privados por activar una remodelación integral del templo, presupuestada en aproximadamente tres millones de euros. Los intentos privados para recaudar fondos también han sido múltiples pero no lograron la eficacia que tuvo la cuestación popular que lideró el abogado Joaquín Moeckel para la rehabilitación de la iglesia de El Salvador. Desde el Arzobispado, el entonces cardenal, Carlos Amigo Vallejo, también se encargó de presentar oficialmente una página web, ya desactivada, con la que se pretendía agitar las conciencias ciudadanos e intentar lograr los mayores fondos posibles. "Espero que sea un acicate", dijo en su día Amigo Vallejo. Tampoco funcionó.
Y sin resultados claros también sigue la actuación de las administraciones -Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Sevilla- como del Arzobispado de Sevilla. Mientras una administración pide compromiso a la otra, y viceversa, la casa continúa igual y sin barrer. Los enfrentamientos políticos han sido constantes desde entonces, al igual que los compromisos y anuncios de inyecciones económicas que no se han llegado de momento a ejecutar. Únicamente, unas actuaciones de urgencia en 2008 para reparar las cubiertas y que todavía están por abonar en buena parte.
Ya en enero de 2008, el delegado de Cultura de la Junta, Bernardo Bueno, anunció un acuerdo a tres bandas -junto al Ayuntamiento y Arzobispado-para "especificar las intervenciones que deberá ejecutar cada uno" y trazar la definitiva hora de ruta. El convenio se firmó, se invirtieron 800.000 euros en la reparación de las cubiertas y desde entonces ya no se ha vuelto a hacer nada más en el templo.
El pasado mes de mayo, cuando se cumplieron ocho años de la clausura del templo, el debate político y los compromisos cargados de buenas intenciones volvieron a salir a la opinión pública. La historia se repite. Tras una reunión entre el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, y el alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, desde el Consistorio se comunicó que Palacio se había comprometido a aportar 800.000 euros para la rehabilitación del templo, que se sumaban al millón de euros anunciado días antes por Zoido. Tanto Zoido como Asenjo, instaron de nuevo a la Junta de Andalucía "a que defina su implicación en la rehabilitación".
Yno ha sido hasta esta semana cuando el nuevo consejero de Cultura de la Junta, Luciano Alonso, ha vuelto a decir que el Gobierno autonómico pondrá dinero para las obras pero siempre con la condición de que la Iglesia ponga al menos tanto como la cantidad que han invertido ya las administraciones, y olvidando que Palacio ya comprometió 800.000 euros el pasado 5 de junio.
Tras tanto dime y direte, y con el arquitecto del templo alertando de que los pilares centrales de la iglesia han comenzado a ceder terreno, Zoido ha anunciado esta semana que promoverá un encuentro a tres bandas, junto al Arzobispado hispalense y la Junta de Andalucía, para intentar reactivar de nuevo la rehabilitación del templo mudéjar. Aún no hay fecha segura para la cita. Lo único que hay seguro es que Santa Catalina ya no puede esperar más.
