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40 años de terrorismo sin sentido

7 de junio de 1968. Un Seat 850 coupé con matrícula falsa paró en un control de la Guardia Civil cerca de la localidad vasca de Tolosa. Un agente le dio el alto.

el 15 sep 2009 / 06:03 h.

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7 de junio de 1968. Un Seat 850 coupé con matrícula falsa paró en un control de la Guardia Civil cerca de la localidad vasca de Tolosa. Un agente le dio el alto. Poco después, cayó al suelo derribado por la pistola de Javier Echebarrieta, de 22 años. Un tiro en la cabeza y cuatro balazos en el pecho sellaron su muerte.

Y el principio de una pesadilla que dura ya 40 años. El agente José Pardines, de 25 años, se convirtió en la primera víctima de ETA. El primer terrorista en matar es también el primero en caer: los dos etarras fueron perseguidos por la Guardia Civil hasta que se produjo un intercambio de disparos que acabaron con la vida de Echebarrieta. Su compañero Sarasketa, entonces de 19 años, logró huir pero fue detenido al día siguiente.

Hoy se cumplen 40 años del primer atentado no organizado del grupo, puesto que nunca reivindicó el fallecimiento de la niña de dos años Begoña Urroz, tras explotar una bomba en una estación de tren de San Sebastián el 28 de junio de 1960. Lo que sí está documentado es que un año antes se empezó a configurar la banda, que en nombre de la independencia del pueblo Vasco ha asesinado a 823 personas de diversos ámbitos. Pero la casualidad ha hecho que la primera y la última víctima de ETA, José Pardines y Juan Manuel Piñuel, fueran guardias civiles.

También hoy se cumplen 40 años de intentos para buscar un fin dialogado del terrorismo. Hasta cuatro veces ha probado el Gobierno -con UCD, el PP y el PSOE a la cabeza- a sentarse a una mesa con los etarras.

La primera vez salió relativamente bien: una de las tres ramas que conformaban la banda (la ETA político-militar) abandonó las armas en 1982 tras negociar la excarcelación de sus miembros con los Gobiernos de Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo. Luego siguieron tres sonoros fracasos. El último, bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, marcó la última campaña electoral y dibujó una brecha política irreconciliable a día de hoy entre los partidos mayoritarios del país.

Estos tres episodios fueron precedidos por sendas treguas de ETA: puntuales -de uno, dos o tres meses- durante la negociación con el Gobierno de Felipe González, "indefinida" con José María Aznar -duró un año y dos meses- y "permanente" -al final, nueve meses- con Zapatero.

También tres han sido los acuerdos que los partidos democráticos españoles firmaron contra el terror: el primero, el Pacto de Madrid, llegó en 1987 aunque dio lugar en 1988 a una versión equivalente entre los partidos vascos: Ajuria Enea. En el 2000, con el PP al frente y a propuesta del PSOE, se selló el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Redujo los asesinatos y mandó a la ilegalidad a Batasuna, pero se acabó con la legislatura pasada. Por ahora, punto y seguido.

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