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400 sonrisas bielorrusas

Con timidez y temor, los pequeños bielorrusos se enfrentaban ayer al dentista. Para muchos era su primera vez; para otros, la tercera o la cuarta. Todos son beneficiarios de la campaña que organiza la Facultad de Odontología y el Colegio de Dentistas. Este verano, unos 400 niños tendrán una sonrisa más bonita.

el 16 sep 2009 / 05:42 h.

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Con timidez y temor, los pequeños bielorrusos se enfrentaban ayer al dentista. Para muchos era su primera vez; para otros, la tercera o la cuarta. Todos son beneficiarios de la campaña que organiza la Facultad de Odontología y el Colegio de Dentistas. Este verano, unos 400 niños tendrán una sonrisa más bonita.

Darya tiene 10 años. Es la tercera vez que pasa su verano en Morón de la Frontera, pero la primera que va al dentista. "No, estoy bien", contesta con un fuerte acento a la pregunta de si está nerviosa justo antes de entrar en la consulta. Junto a ella, Ihar, de 11 años, se confiesa un experto en estas lides. "Ya he venido otros años y tengo la boca curada", relata el pequeño al referirse a las caries que le han ido empastando de verano en verano gracias a su participación en la campaña de salud bucodental que organiza, por quinto año, el Colegio Oficial de Dentistas, la Facultad de Odontología y la Confederación Santos Cirilo y Metodio.

Durante julio y agosto, unos 400 niños como Ihar y Darya acogidos por familias sevillanas pasarán por las manos de los estudiantes del último curso de la Facultad de Odontología. "Se les hace una revisión, se les empastan las caries y se les hace una limpieza", relata el decano, Pedro Bullón, quien explica que el principal problema es la caries. "Algunos tienen hasta 7", confiesa. Y no sólo eso. Muchos de los pequeños carecen de una buena higiene dental. Por eso, los profesionales de la facultad también les enseñan cómo limpiarse los dientes y les regalan un kit dental.

La veintena de niños que ayer acudió a la consulta proviene de una pequeña aldea a unos 100 kilómetros de Chernobyl. "Allí la sanidad dental tiene un nivel bajo, por eso algunos pequeños tienen malas experiencias con los dentistas", relata Natalia, una de las traductoras de los niños. No es de extrañar pues que este hecho sumado a la dificultad del idioma haga que más de un pequeño no pueda evitar las lágrimas. "Intentamos que sea lo menos traumático para los niños, de ahí que los recibamos con globos y payasos", apunta Carmen Machuca, vicedecana de la facultad, mientras señala a Volha, una pequeña de ocho años que, con la cara enrojecida y los ojos llorosos, sale de su primera consulta.

Se trata pues de una experiencia "enriquecedora para todos", como señala Antonio Sánchez Solís, profesor encargado de supervisar a los alumnos. "A los niños les ayudamos a estar más sanos y a los estudiantes les enseñamos que la Odontología es una profesión de servicio que no está reñida con la solidaridad".

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