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5.000 toneladas de comida no logran paliar el hambre en la ciudad

El Banco de Alimentos vivió en los primeros ocho meses de 2012 el mayor pico de demanda en su historia que desbordó su capacidad.

el 26 feb 2013 / 20:33 h.

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Se ve hambre en Sevilla, sí. Nada más hay que pasarse por los comedores sociales y a nuestros almacenes viene gente que te da una pena horrorosa aunque nosotros por principio no repartimos a particulares sino a través de los centros catalogados, tenemos que desviarlos a ellos pero se te cae el alma a los pies". Los Bancos de Alimentos surgieron en los 60 paradójicamente en EEUU porque "bolsas de pobreza siempre las ha habido y las habrá hasta en los países más desarrollados". En los 80 llegaron a Europa y en 1987 a España, siendo Sevilla una de las cinco primeras ciudades que organizó, en 1995, esta ONG dedicada a satisfacer la necesidad más básica de la pirámida de Maslow: comer para sobrevivir. Durante todo este tiempo, sus voluntarios han visto mucha necesidad pero el año pasado fue especialmente duro. "Los primeros siete-ocho meses de 2012 han sido los peores de la crisis para nosotros, nos vimos desbordados", reconoció ayer el presidente del Banco de Alimentos de Sevilla, Juan Pedro Álvarez. Y es que pese a que en 2012 lograron repartir cinco millones de kilos de alimentos a 400 centros a través de los cuales llegaron a 50.000 sevillanos, "en la provincia hay entre 70.000 y 75.000 personas en situación de pobreza extrema y tampoco cubrimos el 100% de las necesidades alimentarias de los otros".

Sin embargo, lejos de desmoralizar, Álvarez quiso lanzar un mensaje positivo porque "a más crisis, más solidaridad". En el marco de los aperitivos con la prensa organizados por La Raza (una iniciativa1 loable que en este caso concreto no pudo evitar sentimientos contradictorios en algunos de los presentes), puso en valor la gran cantidad de empresas que colaboran desinteresadamente con la entidad -desde transportistas a empresas de embalaje o hasta la auditora que revisa sus cuentas-, el éxito de la gran operación kilo celebrada a final de año en 286 supermercados y en la que se recogieron 472.000 kilos de alimentos. También desmontó mitos como el supuesto despilfarro de comida en los supermercados, que apenas supone el 5% mientras "el mayor desperdicio se da en el consumo doméstico, que es difícil de evitar, y también en la cadena de producción". Eso, y sobre todo problemas logísticos y políticos para abrir vías que canalicen el excedente y la demanda, es lo que hace que cada día mueran de hambre 20.000 personas en el mundo cuando se produce el doble de alimentos necesarios para toda la población.

De hecho, de las 5.000 toneladas de alimentos que el año pasado recogió el Banco de Alimentos para su reparto, 1.500 fueron donadas por empresas alimentarias (grandes cadenas de distribución o pequeños supermercados que periódicamente envían sus excedentes y productos en perfecto estado pero no aptos para su venta al público por estar próximos a caducar o por fallos de envasado y demás que alteran su aspecto pero no su calidad. Otra tonelada procede de un programa del Fondo de Garantía Agraria de la UE para el envío a los Bancos de Alimentos de productos básicos no perecederos.  de excedentes Unos 700.000 kilos también tienen su origen en un programa de ayudas europeas que subvenciona el envío de productos frescos de cooperativas de frutas y hortalizas compensando parcialmente a éstas y pagando el trasporte de la mercancía hasta los Bancos de Alimentos. Y el resto son donaciones de particulares en campañas realizadas periódicamente en supermercados, colegios e instituciones, pescado decomisado por la Guardia Civil por captura ilegal e incluso piezas de presas donadas por los cotos de caza, además de lo que dan de sí las ayudas públicas. En este punto Álvarez se quejó principalmente de la falta de sensibilidad de la Junta, cuya aportación se limita a "40.000 euros para los nueve Bancos de Alimentos andaluces" mientras que valoró los convenios de colaboración firmados por la Diputación y el Ayuntamiento, que en 2013 aportará 500.000 euros.

Bajo la premisa de la transparencia porque "nos basamos en la crecibilidad", Álvarez desgranó ayer cómo trabaja el Banco de Alimentos de Sevilla. El 95% del personal es voluntario (4.000 participaron en la gran operación kilo y su perfil es muy variado) y los "cinco o seis" trabajadores contratados, sobre todo para manipular la maquinaria pesada de carga y descarga y los camiones de transporte, son personas que están terminando su proceso de rehabilitación en Proyecto Hombre y discapacitados físicos de una entidad encargada de su reinserción laboral. Anualmente realizan una auditoría externa de sus cuentas. No dan comida directamente a personas sino que previamente seleccionan y clasifican los centros asistenciales a los que surten, que visitan antes de colaborar con ellos y periódicamente después para comprobar sus necesidades (actualmente tiene unos 400 acreditados, desde comedores sociales a centros de acogida de menores, de atención a drogodependientes, discapacitados, personas en riesgo de exclusión, inmigrantes y un largo etcétera de situaciones que llevan a personas de múltiples perfiles a necesitar esta ayuda).

Cuentan con tres almacenes en Mercasevilla, la Avenida de La Raza y los bajos de Marqués del Contadero donde cada día hacen el reparto mensual a entre 15 y 20 centros. "Ahora algunas cadenas de distribución han empezado a repartir directamente a centros previamente determinados por nosotros productos perecederos cada uno o dos días", explicó Álvarez, una fórmula que consideró "interesante" para aprovechar al máximo esa mercancía que puede perderse por falta de capacidad para distribuirla rápido.

De hecho, una de las propuestas que la organización realizó a la Junta cuando el vicepresidente del Gobierno, Diego Valderas, se reunió con Cáritas, Cruz Roja y Banco de Alimentos, fue ayuda para montar cierta industria transformadora que permita conservar alimentos frescos cuando no tienen capacidad para darles salida inmediata. En pleno debate sobre la reforma del etiquetado de los productos en cuanto a la fecha de caducidad, Álvarez aclaró que nunca distribuyen productos caducados y "tampoco nos llegan demasiados" pero si hay algunos "mezclados en algún pale o que caducan el mismo día". no les dan entrada ni salida en los albaranes de control sino que los ponen en la puerta del almacén y si algún centro quiere se lo lleva "bajo su completa responsabilidad". Y apunta: "Las monjas de los comedores se lo llevan todo, los yogures los sirven sin envase porque son aptos y si hay melocotones picados quitan lo malo y con el resto hacen mermelada". La crisis obliga a hacer realidad eso de que donde comen dos comen 3, 4 o tantos como lo necesiten. 

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