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500 años de servicio a España

Cinco siglos hace desde que el católico Fernando envió a 5.000 soldados a Italia para auxiliar al Papa. Nacía el Regimiento de Infantería Ligera Soria 9. A los años, en 1876, recaló en Sevilla, y empezó una historia de hermanamiento, 120 años de vida común. Por eso ahora la ciudad se vuelca en el recuerdo de su gloria y sus servicios.

el 16 sep 2009 / 00:17 h.

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Cinco siglos hace desde que el católico Fernando envió a 5.000 soldados a Italia para auxiliar al Papa. Nacía el Regimiento de Infantería Ligera Soria 9. A los años, en 1876, recaló en Sevilla, y empezó una historia de hermanamiento, 120 años de vida común. Por eso ahora la ciudad se vuelca en el recuerdo de su gloria y sus servicios.

El Soria 9 es historia viva de las Fuerzas Armadas españolas y de Sevilla, una ciudad que le dio cobijo durante 120 años y de la que se despidió en 1996, con el sabor agridulce del adiós -se marchaba a Fuerteventura- y la supervivencia -se escapaba de la disolución ordenada en el Plan Norte del Ejército de Tierra-.

Tras una comida de hermandad, el pasado viernes, la semana entrante arrancan los actos de celebración de los 500 años del regimiento, un calendario sobrio en el que destaca una masiva jura de bandera en la Plaza de España (el día 28) y un ciclo de conferencias históricas en la Capitanía General de la Borbolla (del 23 al 26, a las ocho de la tarde, con entrada libre).

Semejante bagaje hace que, cuando los veteranos hablan de su regimiento, se le iluminen los ojos y la solemnidad les conquista la voz. "Es que el Soria es la historia de España, sencillamente, y eso nos hace sentirnos orgullosos", resume el coronel José Antonio Cañal de León. Pone ejemplos: estuvo presente en Pavía, en San Quintín, en la Guerra de Sucesión, en el sitio de Bilbao, la Guerra de África, la de las colonias americanas, el Rif, Ifni... Hasta en La rendición de Breda de Velázquez aparecen los lanceros del tercio de Brabante, como también se llamó el Soria 9, que es lo mismo que decir la pequeña legión, la legión sevillana, el Tercio de Zamudio, el de Nápoles o el Tercio Sangriento de Rocroy, donde, dicen las novelas, guerreó y murió hasta el capitán Diego Alatriste.

El regimiento viajero enhebra los siglos de la historia casi de todo un continente, pero pese a su movilidad, en Sevilla logró una estabilidad y una identificación con su gente desconocida hasta el momento. Como explica el coronel Carlos Santos, antiguo capitán del regimiento, "el Soria 9 encajó en Sevilla por una doble presencia: la institucional, con su sede en la Plaza del Duque, en San Hermenegildo, hasta 1957, en pleno corazón de la vida de la ciudad, con los soldados que paseaban por San Fernando o los Jardines de Murillo.

Luego el traslado al cuartel de San Fernando matizó esa estampa, pero no el sentimiento. Y luego está la presencia cofrade, con una banda señera y referente desde el siglo XIX y especialmente importante a partir de los años 70". Su compañero el ex comandante Cañal, sentado a su misma mesa en una reunión con veteranos militares y civiles, añade que siempre "compartió la vida de Sevilla, incluso la más triste", porque ahí estuvo el regimiento, dispuesto, en las inundaciones del Tamarguillo de 1961.

El brigada Juan Pérez, sargento en el batallón de carros que también componía el Soria, reconoce que no ha encontrado otro destino en el que fuese tan "reconfortante" decir dónde trabajaba. "Aquí la unión entre pueblo y ejército era patente y potente. Era la misma química que se producía en las filas del regimiento, donde todo era ayuda y entrega", añade.

Ellos, que han vestido el uniforme y hoy siguen, en la reserva o en activo, "al servicio de España", resumen sin dudar los grandes valores que hacen diferente al regimiento: la capacidad para formar a los mandos, la excelencia de su actuación en combate y la perfección en la ejecución de su cometido. "Es un compendio de buenos españoles", añade Santos.

El cariño al Soria también se mantiene entre aquellos que un día llevaron el uniforme por obligación, aquellos civiles que hicieron su mili en este destino. Francisco Muñoz-Reja, agente comercial, y Joaquín Mockel, abogado, hablan de la "solidaridad" dentro del regimiento, del sentimiento "de servicio antiguo" y de "pertenencia a un país", de la mezcla de niveles educativos y económicos.

Recuerdan la dureza de la formación frente a destinos cotizados como Tablada, del frío de las maniobras en Chinchilla o el trabajo que da un carro de combate. "Pero fue un tiempo excelente. Fue recibir un saber de 500 años acumulado. Eso es una experiencia vital impagable", dice Moeckel.

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