Ni el sofocante calor, ni las esperas en las paradas de los autobuses ni siquiera los complicados accesos lograron evitar que miles de jóvenes se congregaran ayer en el Charco de la Pava en una gran botellona con la que celebraron el inicio de curso. Convocada por internet, ésta comienza a ser una de las citas ineludibles en la diversión juvenil.
Ya es habitual. La escena se repite cada inicio de curso. Bolsas de supermercado repletas de bebidas alcohólicas y refrescos viajan de la mano de los jóvenes rumbo al Charco de la Pava -que ya actúa de facto como botellódromo para estas macro concentraciones-.
Igual que con la llegada de la primavera, el fin de los exámenes o la despedida del curso, "esto -el comienzo de un nuevo año escolar- hay que celebrarlo". Así lo relataban varias de las jóvenes participantes en el evento, quienes destacaban: "Tenemos muchas ganas de reencontrarnos con la gente tras el verano". En esta ocasión, fueron 6.000 los universitarios -y no universitarios- que se reunieron en la explanada para "beber, reír y pasarlo bien". Una cifra algo inferior a la de anteriores citas.
Convocados a través de internet -el portal Tuenti, messenger y correos electrónicos- y por el boca a boca, los primeros chicos comenzaron a llegar sobre las 15.00 horas. Algunos se acercaban andando, otros copando los autobuses públicos y los que menos en sus propios vehículos -motos o coches- que colocaban a modo de discotecas móviles.
Congregado bajo los escasos árboles de la explanada buscando algo de sombra que le librara del sol, el grupo comenzó a crecer y sobre las 18.00 de la tarde alcanzó su punto álgido, llegando a los 6.000 jóvenes.
Ante tal concentración y "temiendo posibles altercados", el Ayuntamiento hispalense activó el dispositivo municipal de seguridad y varios efectivos de la Policía Local y de Protección Civil se trasladaron al escenario de la fiesta para regular -en colaboración con la Policía Nacional- el tráfico y evitar que los jóvenes invadieran la avenida Carlos III por la que circulan numerosos vehículos.
Aunque no hubo grandes retenciones de tráfico en los alrededores, los agentes sí tuvieron que cortar el paso "por seguridad" a los vehículos en dos de los accesos a esta explanada de la Isla de La Cartuja.
El resultado final fue, como casi siempre, mucha diversión y, también, "mucha borrachera" -aclaraba un joven-. Una chica tuvo que ser atendida de una intoxicación etílica por el servicio del 061 sobre las 19.00 de la tarde, según informaron fuentes municipales.
Y es que, si algo sobraba en el Charco de la Pava era alcohol: "Traemos bastantes botellas para toda la tarde", explicaba Enrique, uno de los estudiantes de la Facultad de Derecho que acudía al encuentro. Los más previsores cargaban también con los vasos, el hielo y algo de comida: "Aquí cuesta todo muy caro, se aprovechan porque no hay nada cerca", apuntaba Marisa, estudiante de Biología, al referirse a los puestos ambulantes que habían aprovechado la botellona para hacer su particular agosto.
Como el que también hicieron los organizadores de la fiestas universitarias, que aprovecharon los escasos bancos del charco para colocar carteles con el lugar, fecha, hora y coste de las próximas juergas.
Altercados entre los jóvenes no se registraron durante toda la tarde, según los datos facilitados por el Centro de Coordinación Cooperativa (Cecop) al cierre de esta edición. Muchos explicaban que sólo quieren divertirse sin que pase nada. "No venimos a pelearnos, sino a pasarlo bien con los amigos; puede que haya alguien que busque pelea y de vez en cuanto la monte, pero la mayoría no somos así", afirmaba Alberto, estudiante de la Facultad dePeriodismo. Alrededor de las 21.00 horas, con la llegada de la noche, los jóvenes comenzaron a dispersarse y a abandonar el lugar dejando tras de sí un rastro de basura -el habitual en estos casos- que los servicios municipales de limpieza de la empresa Lipasam tuvieron que retirar al término del festejo.
Un festejo que, si todo sigue como en los últimos años, volverá a repetirse en unos meses. Pero en esa ocasión para acoger una nueva estación y decir adiós al invierno.