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83 países sellan un pacto para prohibir las bombas de racismo

Una postura unitaria contra el uso de las bombas de racimos. Las ausencias de los grandes productores de este armamento, entre ellos EEUU, no pudieron evitar que 83 países acordaran en Wellington una declaración conjunta contra estas armas mortíferas. Entre ellos, figura España.

el 15 sep 2009 / 00:32 h.

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Una postura unitaria contra el uso de las bombas de racimos. Las ausencias de los grandes productores de este armamento, entre ellos EEUU, no pudieron evitar que 83 países acordaran en Wellington una declaración conjunta contra estas armas mortíferas. Entre ellos, figura España.

Al menos 83 países de los más de 120 que participaron durante esta semana en la Conferencia sobre bombas de racimo en Nueva Zelanda suscribieron ayer la declaración de Welling- ton en favor de la prohibición de las bombas de racimo. Entre los países firmantes, que aparecen en la lista difundida en su página web por el Ministerio neozelandés de Asuntos Exteriores figuran, además de España, la mayoría de países latinoamericanos, caso de Argentina, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, República Dominicana, Paraguay, Perú, y Uruguay.

"El resultado es muy esperanzador, y supera con creces las expectativas que teníamos", dijo desde Wellington Mary Wareham, coordinadora de la Coalición contra las Bombas de Racimo, organización representante de las ONG que trabajan con las víctimas de estas bombas. La declaración, que indica que los firmantes apoyan la prohibición de las bombas de racimo, consideradas un peligro inaceptable para la población civil, será firmada por más países en un futuro próximo, añadió Wareham.

"Lo más relevante es que no ha habido ni un Gobierno que opinara en negativo sobre la declaración, lo cual nos hace pensar que será posible redactar un futuro tratado", en Dublín, añadió la portavoz de la organización que ha participado con el Ejecutivo neozelandés en la Conferencia.

Después de intensas discusiones hubo un amplio acuerdo en el texto de los artículos que se refieren a la asistencia a las víctimas, limpieza de áreas contaminadas por submuniciones sin detonar y destrucción de arsenales. Los asuntos más discutidos son posibles excepciones al tratado para algunos tipos de bombas de racimo -con determinadas características técnicas-; periodos de transición en los que, aunque sean prohibidas, aún podrían utilizarse; y el uso de bombas de racimo en operaciones militares realizadas conjuntamente con países que no sean firmante. Otro asunto controvertido fue la responsabilidad de países que han usado en el pasado bombas de racimo de ayudar a su limpieza y retirada.

El ministro de Defensa neozelandés, Phil Goff, manifestó que se realizaron avances y que los desacuerdos se limarán en la próxima reunión en Dublín. La firma del documento es un paso en el denominado Proceso de Oslo y tiene como objetivo dar lugar a una nueva convención para la firma de un tratado final, prevista para mayo en la capital irlandesa. En ese sentido, sólo los firmantes de la Declaración de Wellington podrán participar en la reunión de Dublín.

Ausencias. EEUU, Pakistán, Israel, Rusia, China e India los principales productores de las bombas de racimo, no participaron en la conferencia de Wellington. Australia, que si tomó parte en la reunión, decidió finalmente suscribir el acuerdo pese a algunas reservas sobre la definición de arma de racimo. En la actualidad, más de 30 países fabrican los explosivos, entre ellos España.

Las bombas de racimo son proyec- tiles de alta tecnología dotados de un contenedor que se abre en el aire para liberar cientos de artefactos más pequeños, que recorren largas distancias sin un rumbo predeterminado y no siempre explotan al impactar, por lo que es un peligro para la población.

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