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9-M: Chantajes ya anunciados

En política, como en muchos órdenes de la vida pero aquí se nota más, el sentido de la oportunidad es un bien necesario pero escaso, y muchas veces se sorprende uno de que personajes, con muchísimos tiros pegados en estos avatares...

el 14 sep 2009 / 23:11 h.

En política, como en muchos órdenes de la vida pero aquí se nota más, el sentido de la oportunidad es un bien necesario pero escaso, y muchas veces se sorprende uno de que personajes, con muchísimos tiros pegados en estos avatares, hagan propuestas, planteamientos, e incluso adelanten objetivos y ambiciones en los momentos menos adecuados. De esto hemos tenido muchos ejemplos en los últimos tiempos, y cada cual puede ponerles las caras que quiera, porque hay donde elegir. Pero en quién yo estoy pensando es el líder de Convergencia, Artur Mas, que no pasa por ser de los políticos más torpes, aunque sí peca de cierta ingenuidad, como ya demostró en la negociación con Zapatero del Estatuto de Cataluña, pensando que tenía garantizada la presidencia de la Generalitat, en caso de ganar las elecciones, y se encontró ganador pero con Montilla de presidente.

Bueno, pues ahora el dirigente catalán nos ha sorprendido diciendo que, después de las elecciones del 9-M, habrá un escenario político en el que será decisiva la concurrencia de CiU para conformar una mayoría parlamentaria y que, en ese momento él exigirá, nada más y nada menos dirigir la política económica del Gobierno de España, sin necesidad siquiera de que el ministro de Economía sea un representante de Convergencia. O sea, que lo que anuncia, a seis semanas de las elecciones el señor Mas es que, si el ganador no tiene mayoría suficiente, su apoyo habrá de ser pagado, no con alguna cuota de poder o determinadas concesiones a Cataluña, sino que habría que dejarle todo el poder en la confrontación de la política económica española.

Me imagino que la declaración de intenciones de don Arturo habrá hecho saltar las alarmas en las cúpulas del PSOE y del PP, que son los dos únicos partidos con posibilidades reales de verse abocados al pacto con él. Con esto se dibuja, desde ahora mismo, un escenario muy complicado en caso de que, como parece probable ni socialistas ni populares obtengan los escaños suficientes como para gobernar en solitario. Porque una cosa es que las minorías parlamentarias negocien con la necesidad de sus apoyos, para obtener determinadas ventajas, y otra muy distinta ese propósito expresado por el señor Mas, de ser él quien dirija la política económica nacional. Esto, lógicamente, despierta muchos recelos, ya que viene de alguien cuyo sentido de lo nacional no es compartido por la inmensa mayoría de los españoles, a los que no les gustaría que a alguien que se caracteriza por intentar llevarse el agua de todos a su molino, le diesen la llave del grifo.

Ahora bien la inoportunidad de Mas debería servir para que los dos grandes partidos hiciesen una reflexión que les llevase a encontrar algunos puntos de acuerdo para que después del 9-M, pase lo que pase no nos encontremos con la necesidad de aceptar chantajes ya anunciados.

Juan Ojeda Sanz es periodista

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