Así empezó y así acabó el Betis en Elche.
Empieza el partido y el Betis tarda tres minutos no en tener una ocasión, ni en chutar a portería, ni en forzar un córner, ni siquiera en acercarse al área; tarda tres minutos ¡en pasar del centro del campo! Justo antes permite que un rival, solo, cabecee en el área chica. Diez minutos después, las facilidades aumentan: Trejo se echa una siesta con la pelota en la frontal y cuando se despereza, los centrales desmienten la teoría de que los cuerpos son impenetrables, sobre todo sin pertenecen a jugadores del Betis. Llega el descanso y el favorito número uno para el ascenso no ha chutado ni una vez a puerta. El portero Willy casi no se cree lo tranquilita que está la tarde. Y más que lo va a ser. El Betis vuelve de la ducha y lo primero que hace es dejar solo a Jorge Molina. ¿Acaso le sirve la lección a la defensa? Ni mucho menos. Al rato, Carlos García agarra, agarra y vuelve a agarrar al propio Molina. Penalti y roja. Nada más sacar de centro, medio Betis se va al área rival y Fuster, en la otra, engaña al árbitro a costa de Nelson. Penalti y roja. El Betis sólo reacciona con nueve, a partir del minuto 53, cuando el Elche se echa a dormir. ¿37 minutos de la basura? No. Por parte del Betis lo son los 94 que dura el partido. Y así, humillado por el rival, maltratado por el árbitro y ridiculizado por su propio juego, vuelve el Betis de Elche.
