La búsqueda de un presidente es otro de los asuntos de moda en el Betis, pero el proceso es menos traumático de lo que pueda pensarse desde fuera y la elección está casi hecha, aunque en Heliópolis se guarda el más absoluto sigilo al respecto. De todas formas, el vicepresidente Bosch admitió ayer que el tema está "muy perfilado" y que no es su principal inquietud. "Lo del presidente está bastante decidido. Lo que me preocupa es la contratación del director general", confesó. La figura del director general, un profesional que evidentemente será contratado y sobre el que recaerá el auténtico poder ejecutivo en el Betis del futuro, es trascendental y así lo entiende Bosch, que para eso es el ideólogo de la reestructuración de la entidad. "El presidente es uno entre siete [los miembros del consejo de administración], así que si se equivoca hay otros seis para corregirlo, pero el director general es uno entre uno. Se le puede despedir, sí, pero es un puesto bastante fuerte", añadió.
Además del futuro director general del Betis, Bosch analizó otros aspectos del horizonte que espera al club de La Palmera y lo hizo desde la sinceridad. "Podría decir que vamos a traer a cinco cracks o vamos a estar en la Champions, pero eso es vender humo. Lo que nos queda por delante va a ser muy complicado. El Betis debe un montón de dinero, así que debemos comportarnos como un equipo humilde, muy profesionalizado, y pelear el euro como lo hace una ama de casa. Si tenemos que estar cuatro años sin comer jamón, lo haremos", advirtió. El vicepresidente también reveló que su intención es firmar un convenio de acreedores para saldar todas las deudas y sanear el club que dure entre ocho y diez años. "Hacerlo antes sería con unos recursos ajenos con los que no cuento ahora. Además, hemos visto las estadísticas y no se puede garantizar que el Betis esté diez años seguidos en Primera. En el mejor escenario serían cuatro años o cuatro y medio, pero hay que contar con que bajemos y subamos alguna vez".