A cuerpo limpio

El encuentro directo con las reses bravas arraiga en municipios como La Algaba, Guillena, Alcalá del Río, Almadén de la Plata o Cañada Rosal

el 27 jul 2013 / 21:45 h.

La lidia reglada a pie o a caballo, la actual corrida de toros celebrada en plaza cerrada, es muy posterior al primigenio diálogo a cuerpo limpio con las reses bravas. El festejo popular (encierros, sueltas de reses, capeas…) es un vestigio de ese encuentro popular con la fiereza indómita del animal que era sacado del campo para la diversión de las gentes del pueblo y la ciudad. La provincia de Sevilla no es ajena a esta tradición que arraigó más y mejor en los confines del antiguo reino: las sierras de las actuales provincias de Huelva y Badajoz por un lado y Cádiz por otro, verdaderas capitales de esta peculiar tauromaquia que tiene sus templos en localidades como Arcos de la Frontera, Grazalema, Segura de León o Cumbres Mayores. 15144884Pero si los amantes y oficiantes de los festejos populares han sabido mantener una tradición antiquísima también han sido pioneros en vertebrar y organizar su afición. La web elsuracuerpolimpio.es permite asomarnos a esta peculiar ruta del toro, dibujada en un mapa. Nos centraremos en la provincia de Sevilla aunque la traída y llevada crisis es la llave que abre o cierra la puerta de muchos toriles y corrales. Las sueltas de vacas más conocidas y publicitadas siguen siendo el epílogo de las tradicionales becerradas de promoción que se celebran en La Algaba en sus fiestas septembrinas. La fisonomía del coso algabeño, que rescata en una de sus mitades el tinglado de carros que servía en otro tiempo como plaza improvisada presta el marco ideal a estas capeas que se completan con sueltas de reses –recuperadas este mismo año– por las calles de la localidad ribereña. No nos alejaremos demasiado de la orilla del Guadalquivir. En Guillena, los tradicionales encierros por la Vega superan las tres décadas de vida para festejar a la Virgen de la Granada. La localidad recuperó la tradición de la suelta de reses en 1979 aunque su recorrido actual en la Vega no se fijó hasta 1995 ya que antes, de 1979 a 1994, las capeas tuvieron como escenario las calles del casco antiguo del pueblo, desde la plaza al Portugalete atravesando la calle Real. Tampoco hay que olvidar otras localidades que celebran o han celebrado, en función de los fondos, sus propias sueltas de reses: es el caso de la suelta de vacas en Alcalá del Río por su feria de septiembre; la vaquilla del aguardiente de Almadén de la Plata; las vacas de Cañada Rosal por San Joaquín y Santa Ana y otros festejos como los del Castillo de las Guardas. José María Ramos Díaz es un veterano y experto corredor de encierros y practicante de esta emocionante lidia a cuerpo limpio. Ramos, formado desde su niñez en las capeas y sueltas de reses del valle del Tajuña y doctorado en la universidad de San Fermín, ha recorrido España y Portugal en pos del contacto con el dios Toro y ahora preside, seducido por el capote y la muleta, una de las asociaciones de aficionados prácticos que han florecido en Sevilla y toda España. Se trata de coordinar la creciente afición de una juventud que puede que no tenga dinero para retratarse en la taquilla de las plazas de toros pero no renuncia a ese contacto, al viaje atávico que siempre supone la cercanía del toro bravo, el auténtico totem ibérico. José María podría escribir un libro con sus pequeñas aventuras en pos del toro en las calles y plazas de España. Pero este experto corredor ha ido más allá y se ha convertido en un verdadero estudioso del germen y las características de estos festejos populares que tampoco escapan a los peligros de una globalización alentada por las redes sociales y el auge de otras formas que amenazan con fagocitar y contaminar las tauromaquias populares autóctonas. Ramos también se ha pateado de parte a parte la provincia de Sevilla: “El Ronquillo tiene mucha fama. En su feria de agosto hay dos días de suelta de reses. Lo celebran en la báscula municipal y hay parte del vallado que está fijo durante todo el año. En Guillena han llegado a soltar machos, pero no podemos olvidar las sueltas de reses en Las Pajanosas o en Torre de la Reina en la que también se ha llegado a ver algún novillote”. Pero el corredor menciona especialmente las fiestas de San Roque en El Coronil: “Tiene una calle larguísima rematada con una fuente” aunque también hay que lamentar que otras fiestas, como el toro de Lebrija, “acabaron siendo prohibidas por motivos políticos”. Ramos alude a la primacía de las sierras que unen las provincias de Sevilla, Huelva y Badajoz como epicentro del festejo popular en el entorno de la propia Sevilla. Nombres como Segura de León, Cabeza de Vaca, Cumbres Mayores, Cumbres de San Bartolomé, Cañaveral de la Sierra o Cumbres de Enmedio marcan la geografía sentimental de los practicantes de los festejos populares, toreros al fin y al cabo. Pero el veterano corredor advierte de los riesgos que lleva aparejada la masificación y el moderno auge de estos festejos populares, que han creado su propia tribu de practicantes. “En Segura de León las capeas están declaradas de interés turístico y allí se prohíbe sacar un trapo. Todo tiene que ser a cuerpo limpio para preservar la esencia de la fiesta. Internet tiene muchas ventajas pero se está desvirtuando la tradición de cada sitio, su particular manera de acercarse al toro”, señala Josemari precisando que “cada lugar tiene sus propias peculiaridades y eso hay que respetarlo porque si no se pierde esa cultura popular. Hay cosas que se hacen en Levante o Portugal que están contaminando lo que se hacía en otros lugares”. Posiblemente, parte de la culpa de esta deriva globalizadora la tiene la hegemonía de los recortadores levantinos. “Los valencianos han llegado a muchos sitios. Antes nadie se movía de su entorno pero ahora ves en pueblos de Cádiz o de Sevilla gente recortando con chaqueta. Hay sitios como en Grazalema, donde se toman todo esto muy en serio, en los que amonestan a la gente que no sabe comportarse a la altura de las circunstancias. Pero es verdad, esto se ha vuelto una locura: llega gente de todos lados, cada uno hace lo que quiere y al toro no se le da su sitio”, reflexiona el corredor señalando que “las redes sociales son magníficas a la hora de difundir esta cultura del toro en las calles pero si la gente no adquiere educación taurina tampoco tiene el respeto necesario para actuar bien. El problema es que las cosas se acaban desvirtuando”. Para José María Ramos, “los festejos populares son un encuentro con el origen, con el concepto más puro del festejo. El espectáculo es algo que vino después e implica un intercambio mercantilista. Un festejo popular es una fiesta que implica la participación voluntaria desde todas las posiciones. Desde dentro, desde la barrera o el tendido o, por qué no, desde Youtube”. Tal y como recuerda el experto, “el festejo popular no comienza en la calle; empieza cuando vas a la ganadería a elegir los toros. Hay pueblos enteros que acuden a las ganaderías a elegir las reses. Todo es mucho más participativo y antiguamente hasta se guisaba el toro y se lo comía el pueblo entero... Cada lugar tiene su historia, su peculiaridad, pero sobre todo tiene su porqué”, reflexiona. De la misma forma, precisa Ramos, “la crisis está afectando pero el festejo popular se salva por su bajo presupuesto. Ha bajado pero se está manteniendo. Es más asumible económicamente y la gente participa y lucha por su mantenimiento rascándose su propio bolsillo si hace falta”.

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