Costal en mano y apoyado sobre la fachada de la calle Peris Mencheta, su rostro era de profunda resignación. No le hizo falta esperar a que su capataz, Rafael Díaz Talaverón, reuniera a la cuadrilla en un grupeto en medio de la calle para trasladarles que, por tercera vez, no levantaría a su Cristo de las Almas. Tenía el cuerpo hecho desde que el Domingo de Ramos se dio de bruces con la tozuda realidad de un tiempo tan malévolo como impredecible. Le tocó el mal trago de vivir bajo las trabajaderas cómo el Cristo de la Sagrada Cena era engullido por un aguacero de tal forma, según describió, que regresó con más de dos centímetros de agua en los guardabrisas. Los pasos de Los Javieres. / José Carlos Cruz (Atese) Y aunque se desquitó un día después disfrutando como un niño chico meciendo a la Virgen de Guadalupe de las Aguas, quería romper todos los malos pronósticos con su hermandad de Los Javieres. Como él mismo realizó, plantándose como uno más en la cuadrilla a pesar de que los médicos le desaconsejaban semanas atrás realizar tal ímprobo esfuerzo tan sólo dos meses después de haberse sometido a quimioterapia para tratar un cáncer. Pese a ese aviso, se probó y ayer estaba ahí Guillermo Gutiérrez, pasando desapercibido entre el doloroso abrir y cerrar de paraguas junto a Omnium Sanctorum y con el zurrón lleno de palabras de aliento que han traspasado la barrera de las redes sociales. Desde ese #animoGuille alentado por el joven pregonero Francisco Javier Segura, a Guillermo le han aupado la moral a golpe de levantá esta Semana Santa. En Bellavista, en Triana, en el Tardón, en San Pablo, en el recodo de la calle Santiago,... Pero su levantá se quedó en el recogimiento del templo, cerrado a cal y canto como muestra de recogimiento y sólo para disponer los pasos de manera de facilitar la salida de los titulares del Carmen Doloroso, con la que comparten templo. Desde que me fui a la cama asumí que no salíamos, no quería pasarlo mal en un año tan especial, se sinceraba Guillermo, que quería dedicarle su esfuerzo bajo las trabajaderas a su padre, exhermano mayor de Los Javieres y fallecido hace apenas medio año. Pero por ello no baja los brazos, porque su vida como costalero en el pregón lo citaron como un loco del costal seguirá el Jueves Santo con la Virgen del Rosario de Montesión y el Viernes Santo con el Nazareno de la hermandad de la O. Y el año que viene estaré aquí, con las mismas fuerzas y espíritu, reivindicó. Su frase era como un haz de luz en un día tomado por los nubarrones. El otro mensaje de cierto optimismo lo elevó la hermana mayor de la corporación, Maruja Vilches. Tres años lleva como máxima representante de Los Javieres y tres seguidos sin realizar la estación de penitencia. Tal vez nos tenemos que ganar a pulso el salir todos los hermanos, reivindicó, apelando a que la hermandad se arrime a esos momentos de gran espiritualidad como el viacrucis, que nos ha reconfortado a todos en una jornada que definió como triste. Sus palabras llegaron después de que prácticamente todos los nazarenos abandonaran la iglesia de Omniun Sanctorum. Lo hicieron como si no marcharan a sus casas sino como si estuvieran tras la Cruz de Guía: en fila de a dos y ordenados, abandonaban el templo por el lateral, dejando huérfana la rampa que daba a una calle Feria abarrotada de personas que esperaban a que las puertas del templo se abrieran para ver al Cristo de las Almas y la Virgen de Gracia y Amparo.