"No sé si será un problema de caché. Yo creo que es más bien de programadores", prosigue Mercé. "Vengo diciendo desde hace algún tiempo que creemos que en el Bajo Guadalquivir sabemos más que nadie, y hay que tener cuidado con eso. Se está haciendo daño a nuestra música. Hemos luchado mucho para que el flamenco sea Patrimonio de la Humanidad, está muy bien eso, y que nos den carné de artista, pero eso no sirve para nada mientras los mandamases sigan haciendo tan poco, y haciéndolo mal. Nadie lucha por lo nuestro, parecemos de segunda división".
El artista, que reiteradamente ha manifestado su creencia en que "el cante de verdad, ya sea por la capa de ozono o por las cosas que comemos, me temo que no interesa hoy", se muestra muy crítico con el cante actual. "Ojalá salga un eco flamenco que rompa, que hiera, que duela, pero yo no lo encuentro", afirma el artista del Barrio de Santiago, que cumple 45 años de carrera artística en plenitud de facultades.
Y en clara referencia a jóvenes valores que han salido triunfantes de la última Bienal, como José Valencia o Jesús Méndez, intérpretes caracterizados por sus extraordinarias cualidades vocales, agrega: "Parece que hemos vuelto a la ópera. El flamenco está lleno de voces finas, con mucho poderío, pero natural canta poca gente. Hoy todo está estudiado, mecanizado. Recuerdo cuando el maestro Enrique Morente me decía eso, ‘ole los que cantan natural', toda la vida se han cantado naturales cosas bonitas que hoy ni existen. Hoy cojo la tarjeta, ficho y hasta luego, Lucas".
Sintiéndose privilegiado por pertenecer a una estirpe como la suya, -"soy bisnieto de Paco la Luz, descendiente de los Sordera"-, cree que está superado el concepto de cante grande y cante chico: "A veces me quedo con un fandango de La Calzá antes que con una seguiriya, porque lo que hace grande un cante son los intérpretes".
El cantaor, que promete una primera parte de cante "clásico y tradicional de siempre" y otra con el repertorio de su último disco, Mi única llave, estará acompañado por artistas de la talla de Dorantes o Pepe Habichuela -estrellas invitadas- o habituales como el bajista Manolo Nieto o la guitarra de Diego del Morao.
No obstante, el jerezano tuvo un recuerdo para su compadre, el malogrado Moraíto Chico, y dijo buscar "lo que no voy a encontrar nunca más, esa guitarra que para acompañar fue la de más soniquete que ha habido en la historia de España. Esa solera que tenía fue un don que le dio Dios. Diego es una maravilla, con más diapasón incluso del que tenía su padre, pero es que Manuel cantaba con la guitarra. Es irrepetible", apunta.
Por último, cuando se le pregunta por la línea de apertura al gran público que mantiene desde 1998, asegura: "No me arrepiento de nada. Afortunadamente di ese paso de hacer un flamenco más abierto, gracias a lo cual escucho a menudo a gente decir que no oían flamenco hasta que me escucharon. Eso es un regalo muy grande", concluye.
-->