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Cofradías

A la calle sin lugar a dudas

Las hermandades de la tarde lo tuvieron más fácil a la hora de tomar la decisión de sacar a sus imágenes. Por I.C. / I.A. / J.G.E. / C.C.

el 26 mar 2013 / 00:10 h.

Paso de Misterio de La Redención. Estefanía González (Atese). Paso de Misterio de La Redención. Estefanía González (Atese). Frente a los recelos iniciales y los titubeos de la mayoría de las hermandades del tramo de mañana, temerosas de los pronósticos meteorológicos que auguraban chubascos dispersos repartidos durante la jornada de ayer, las cofradías de la tarde no lo tuvieron tan difícil a la hora de lanzarse a realizar su estación de penitencia. Salvo La Redención, que sólo demoró su salida 15 minutos después del arrojo de ElPolígono y Santa Genoveva, el resto respetó prácticamente sus horarios y regaló una tarde memorable, que quitó el mal sabor de boca que dejó el Domingo de Ramos. Santa Marta La incertidumbre no pesa en San Andrés A la hora de salida de Santa Marta, un siseo mandando callar desveló la impaciencia a las puertas del templo, cerradas a cal y canto, sin ningún gesto que permitiera adivinar qué planeaba la hermandad ante la alta previsión de lluvia. Un aire frío zarandeó las colgaduras de los balcones y agitó los naranjos de la plaza de San Andrés durante los escasos siete minutos que se retrasó la salida. Una eternidad, en el caso de Santa Marta. Quizá la muestra de que cierta duda pesó sobre la cofradía. Pero las puertas se abrieron y nazarenos negros comenzaron a recorrer la plaza mientras en el templo se oían un órgano y cantos. Poco dada a los gestos, la hermandad comenzó a salir con el repicar de las campanas de fondo, sin remarcar que se cumplían 25 años de la salida de mujeres nazarenas. Tampoco se le notó, si se tuvo en mente a la hora de decidir, que justo medio siglo antes el misterio del traslado al sepulcro se puso en la calle bajo la lluvia y aguantó estoico el mal tiempo en su estación de penitencia. La plaza estaba llena, pero no se oía nada. A los 20 minutos, recuperando el leve retraso, el paso dorado asomó entre nubes de incienso y atravesó la puerta a hombros de su cuadrilla de costaleros, la única profesional que conserva Sevilla. La cofradía, orgullosa de ser idéntica a sí misma, les había repartido calcetines para asegurarse de que hasta en eso se guardaba la uniformidad. Pronto se apreciaron las figuras, restauradas este año; y los curiosos pudieron buscar entre los lirios morados la rosa roja que siempre se coloca bajo la mano del Señor de la Caridad, donde tendría que haber goteado la sangre del Cristo crucificado. En el cielo, grandes claros dejaban pasar la luz. La Redención Tributo en la calle a 50 años de hermandad   “Abrid la puerta de la Redención a Sevilla”. Con esa frase regia, y con 15 minutos de retraso sobre el horario prestablecido, el portalón de la iglesia de Santiago se abrió de par en par. Se disipaban así las dudas en la calle, no así en el interior del templo, donde todo apuntaba a que la cofradía no se iba a amilanar pese al cielo encapotado: media hora antes había abrazos entre los hermanos, los costaleros ajustándose el costal y, la mejor señal, la candelería de la Virgen del Rocío iluminada por completo, aunque durara menos encendida de lo que tardó la banda de la Virgen de las Nieves de Olivares en tocar por segunda vez –la primera fue en el interior del templo–, la popular marcha que lleva el nombre de la imagen titular. El viento fue la razón. Pero ni el viento ni el rejuvenecimiento de la cofradía –casi 200 jóvenes– ni las levantás a pulso en el interior de la parroquia ni el milagro bajo las trabajaderas de sacar el enorme barco de Nuestro Padre Jesús de la Redención –las ramas del olivo tocaron, un año más, el dintel de la puerta de Santiago– ganaron en protagonismo a la gran efeméride del Lunes Santo. La hermandad del Beso de Judas conmemoraba el medio siglo desde que se nombrara a la Hermandad del Rocío de Almonte como hermana de honor. Un homenaje a esa fecha que fue recibido con la presencia del presidente de la matriz, Juan Ignacio Reales, a la salida y parte de la estación de penitencia; y que será correspondido con idéntico nombramiento, pero a la inversa. Hasta uno de los grandes  estrenos que lució por las calles de Sevilla, un Mediatrix para el cortejo, ahonda el vínculo. No en vano, fue bendecido en Almonte. Vera-Cruz Donde sólo tiene cabida el silencio A diferencia de las cofradías del tramo de la mañana, La Vera-Cruz tuvo poco que pensar. Puntual, discreta, austera, solemne, ancestral... pero también desconocida y sorprendente. La salida de esta hermandad en Jesús de la Vera Cruz se convierte en una ocasión perfecta para hacer un alto en el duro camino del Lunes Santo. En esta calle estrecha y atestada, animada sólo por una coqueta panadería de Polvillo que a esas horas dispensa toda suerte de refrigerios, muchos cofrades encuentran un refugio poco ortodoxo, pero muy efectivo. Desde esta tiendecita muchos pudieron ver cómodamente desfilar a los penitentes de ruan negro, arropados por nazarenos de toda vestimenta en representación de otras hermandades,  que abrieron paso a su Cristo, la imagen más antigua de las que procesiona en Sevilla. El profundo silencio, que casi se podía escuchar, sólo fue roto por un amago de aplauso tras una saeta –debidamente acallado– y por el acompañamiento vocal de capilla que se detuvo en uno de los momentos más impresionantes, cuando el Crucificado, que salió recogido para sortear el reducido pórtico, se elevó tras la primera chicotá. Fue una salida casi tan complicada como la de la Virgen de las Tristezas, una de las más difíciles de la SemanaSanta. Y tan fascinante como ver avanzar a esta dolorosa, resultaba contemplar a los fieles lanzándose a besar la reliquia de la Cruz de Cristo. Y una nota del contraste de la Vera-Cruz, frente al silencio, el alboroto de sus niños. Entrañable. Las Penas La sobriedad ilumina San Vicente Cuando le tocó el turno a Las Penas, las dudas sobre la lluvia eran ya inexistentes. De hecho, la hermandad abrió sus puertascon dos minutos de adelanto sobre el horario previsto, una imagen nada parecida a la de 2012, cuando una tromba de agua cayó a la hora que tenía prevista su salida. La Cruz de Guía se puso en la calle con una saeta y apenas 15 minutos después cruzaba el dintel de la iglesia de San Vicente el primer paso de la cofradía al son de Jesús de las Penas, como es habitual cada año. El frío calaba y el silencio solo era roto por el llanto de algún niño. Si algún pero hubo que ponerle a los primeros pasos de la cofradía en la calle fue al alumbrado público encendido, que restaba intimidad a las primeras chicotás del Nazareno y del Palio de María Santísima de los Dolores entre los naranjos de Cardenal Cisneros. Las Aguas La Virgen de Guadalupe hace un guiño a los 80 “¡Vamos a ponerle un poco de agua al Lunes Santo, la nuestra!”, gritaba el capataz del Misterio de Las Aguas a sus costaleros antes de pisar la calle. A pesar de que las nubes amenazaban lluvia, la hermandad del Arenal no dudó en sacar la Cruz de Guía a su hora. Los tramos, formados en las Reales Atarazanas debido al poco espacio existente en la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, iban avanzando rápido bajo un cielo que daba tregua a medida que pasaban los minutos. En el atrio de la iglesia, reservado para los mayores y los impedidos de la hermandad, se vivieron los momentos más emotivos de la salida, mientras fuera, en la calle Dos de Mayo, muchos carritos y ambiente infantil, que se mezclaba con turistas asiáticos que no paraban de hacer fotos, sobre todo cuando el Sacri dedicó una saeta a los titulares de la hermandad. La banda del Santísimo Cristo de las Tres Caídas, puso música a los primeros pasos del Santísimo Cristo de las Aguas. A la media hora, la Virgen de Guadalupe asomaba por el dintel de la capilla con un exorno floral propio de los años ochenta, con las esquinas rebosantes de gladiolos.

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