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A la espera del otro final del crimen de Marta

El tribunal tiene ahora la dura tarea de dar solución a este puzzle. Pero, ¿será el mismo que encajó el juez de Menores?

el 03 dic 2011 / 20:04 h.

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El padre de Marta, Antonio del Castillo, no le quita la mirada a los cuatro acusados sentados en el banquillo. Ellos no se la han devuelto en ningún momento.

La pregunta que todos nos hacemos ahora tras un mes y medio de juicio es qué dictaminará la sentencia. Una pregunta que, probablemente, aún no pueda responder ni el propio tribunal que ha juzgado a los cuatro adultos acusados por el crimen de Marta del Castillo. Ante sí, los tres magistrados tienen seis mil folios en los que se recogen pruebas, testigos, informes de llamadas, conversaciones y transcripciones de las mismas. Todo menos los datos que arrojaría, y que hubieran aclarado en gran parte, lo que aquel fatídico 24 de enero le ocurrió a Marta del Castillo en el bajo D del número 78 de León XIII. Una compleja maraña que desenredar para poder dictar la sentencia más justa.

El fiscal en su informe final reconoció que uno de los "problemas" de este caso era, precisamente, la falta del cuerpo. Sin embargo, aseguró convencido que "esta dificultad no impide que sean juzgados" y que "los hechos que se le imputan puedan ser demostrados con contundencia". Ahí está precisamente la clave de todo, en la contundencia de las pruebas, porque con meros indicios no será suficiente para tumbar la presunción de inocencia de los acusados (en especial la de los tres supuestos encubridores, pues Miguel Carcaño reconoce que acabó con la vida de Marta). Las acusaciones, pese a que el Cuco sólo fue condenado por encubrimiento, mantienen que hay pruebas suficientes para condenar a los cuatro y a Miguel hacerlo por asesinato y doble violación. Las defensas sostienen lo contrario y por eso reclaman la libre absolución, salvo la de Carcaño. Nadie reconoce que aquella noche ayudó a Miguel a deshacerse del cuerpo de Marta y a limpiar el piso de León XIII, pero lo que parece claro, como hasta destacó la propia abogada de Miguel, "parece difícil de creer que él lo hiciera solo".

Quien pase lo que pase no se librará de una condena segura es Miguel Carcaño. La pena que le impongan puede ir desde los tres años que pide su defensa por un homicidio imprudente, hasta los 52 años que reclama la Fiscalía y la familia que le acusan de asesinato, doble violación y delitos contra la integridad moral y profanación de cadáver. La teoría de la defensa se basa en la última declaración del joven que asegura que mató a Marta de un golpe con un cenicero pero "no tenía intención de matarla". De hecho, su letrada, Paloma Pérez, introdujo hábilmente el hecho de que Miguel tuviera que usar el tensiómetro con que no quisiera provocar su muerte. "Es tan torpe que no sabía si Marta estaba viva o muerta", dijo. Ella asegura que las pruebas que ha recabado la Policía refuerzan esta versión, pues las manchas localizadas en la habitación, "no son compatibles con una agresión sexual que habría mucha más sangre". En cambio, las acusaciones mantienen que Miguel violó y estranguló a Marta con la ayuda del Cuco, que ya está cumpliendo condena. Tienen muy claro que las pruebas localizadas en León XIII van corroborando el relato de Miguel: la mezcla de ADN de Marta y el joven en la colcha y colchón de la habitación; la mezcla de restos de Marta y Cuco bajo la silla, justo el lugar donde Miguel dice que se situó el que fuera menor para asfixiarla; la navaja localizada en la alcantarilla frente al bloque y que, supuestamente usaron para intimidarla; ADN de Marta y Miguel en el tensiómetro; una huella del menor en la botella de ron de la que previamente estuvieron bebiendo; o los perfiles biológicos de Miguel y Marta en la empuñadura de la silla de ruedas. Eso sí, no se ha podido acreditar qué clase de fluido corporal eran esas manchas, lo que dificulta sin lugar a dudas la valoración de las mismas y, por tanto, que la doble violación se pueda acreditar con estos vestigios.

Pero para las acusaciones hay otras claves que darían fuerza a estas pruebas: el intento de suicidio y el hecho de que Miguel se incrimine a sí mismo unos delitos que suponen una pena mayor y que son más difíciles de probar. "Nadie en la historia criminal ha admitido un delito que no ha hecho", dijo el fiscal (la defensa de María García cuestionó en su informe esta afirmación). En cuanto el suicidio, el fiscal y el abogado de los padres están convencidos de que, como dijo la psicóloga de prisión, fue "real" y que se produce justo tras contar la versión de la violación porque "dice la verdad" y la reitera en una carta a su abogada. Sin embargo, los psicólogos que realizaron el informe psicológico del mismo consideraron que dicho intento "fue ficticio" porque él mismo sabía que le irían a buscar.

Después de esto Miguel volvió a cambiar de versión, con unos argumentos que el fiscal también tiró por tierra. Quería evitar un jurado, cuando por ese entonces "ni nosotros ni el Supremo teníamos claro si debía ser juzgado por un jurado popular". "Consumí heroína la noche antes de contar eso", dijo Miguel en su declaración. "No está acreditado y todos hemos visto un vídeo en el que explica perfectamente cómo ocurrieron los hechos", replicó el fiscal durante su informe.

Pero, más allá de si hay pruebas o no sobre Miguel violó o no a Marta, ésta el hecho de que ya existe una sentencia que ya es firme, la del Cuco, en la que se afirma que no existió tal violación, que no hay pruebas. En teoría, un procedimiento no debería influir en el otro y si los jueces de la Sección Séptima de la Audiencia consideran que sí las hay, Miguel será condenado por la violación. Ello supondría la paradoja de que el Cuco se libraría de la máxima condena, sin más vuelta de hoja. Eso es, precisamente, lo que el abogado de la familia, José María Calero, intentaba evitar que ocurriera al presentar sendos escritos de
inconstitucionalidad al principio de cada juicio. En ambos casos fue rechazado, e incluso lo hizo la Sección Tercera que luego admitiría en su sentencia confirmando la condena del Cuco que, efectivamente, es un "error" de la legislación actual.

Pero el agravio no sólo se puede producir entre Miguel y el Cuco, sino también entre éste y el resto de adultos que se han sentado en el banquillo acusados de encubridores. El caso de Samuel Benítez y el Cuco, amigos íntimos, es el más similar. Los dos están en el banquillo porque Miguel les implica, pero también porque se incriminan entre ellos.

Samuel sólo reconoce su participación en sus declaraciones policiales, negándolo todo cuando está ante el juez. Su abogado, Manuel Caballero, centró gran parte de su informe en que estos primeros testimonios no pueden ser tenidos en cuenta al no ser ante el juez. Al igual, que las acusaciones entre imputados si no son corroboradas por elementos externos.

Sin embargo, la declaración de Samuel fue hábilmente introducida por el fiscal en el plenario para que, precisamente, el tribunal la tenga en cuenta y en ella describe que es el Cuco el que le llama y que colabora en deshacerse del cuerpo. Es más, es el primero que apunta que la salida de León XIII podía ser de madrugada. Pero, el principal escollo en la acusación contra Samuel es que no hay ni una sola prueba biológica contra el mismo, como se encargó bien de recordar su letrado. Nada, ni un solo rastro, aunque esto sería compatible con que su presencia en el piso se limitó a coger el cuerpo de Marta. Luego están los testigos que afirman que pasaron todo el día con él en Montequinto y los posicionamientos de su móvil.

Es cierto que en ningún momento le posiciona en León XIII, pero también es cierto que hay dos momentos en los que ninguno de los teléfonos está localizado porque no reciben y no hacen llamadas. ¿Estaban juntos y lo apagaron? Esa es la teoría de las acusaciones, pero los letrados se agarran a que los peritos expertos en telecomunicaciones afirmaron que esto es imposible determinarlo. Esto y el hecho de que su exnovia y sus amigos le dieron coartada "hasta bien entrada la madrugada" hacen que su defensa insista en pedir su absolución. No obstante, en su apretada "cadena de acompañamiento" hay huecos horarios, como entre las 21.15 horas (justo tras recibir la llamada del Cuco) y las 22.30 cuando los amigos de su exnovia le vieron llegar a una hamburguesería. El otro punto flojo es cuándo se fue de Montequinto. Él dice que a las 2.30 horas, pero finalmente no se ha podido acreditar si fue así o no. Por último, su abogado se empeña en que Samuel confesó por presiones policiales. Por sus palabras parece que quiere dejar entrever algo más que "un interrogatorio guiado" al hablar de la existencia de "un hematoma en el brazo derecho" que presentaba cuando llegó a prisión. Sin embargo, el joven nunca ha detallado qué pasó realmente en esos interrogatorios, ni ha presentado denuncia contra los agentes.

Javier y María. La madre de Marta decía esta semana que lo que más le dolería era que Javier no fuera condenado. Tiene la posibilidad de que sea así por dos motivos, por falta de pruebas o que quede exento por ser hermano de Miguel. Para evitar esto, el fiscal ha incluido una calificación alternativa que supondría encubrir el crimen por beneficio propio. Pero la duda planea sobre si habrá pruebas suficientes contra el "cerebro" de la operación. En la última palabra apeló a su condición de padre y recordó que ese Miguel "manipulador y mentiroso" del que hablan los psicólogos le engañó.

Desde luego, una pieza clave tanto contra Javier como contra su novia es el taxista. ¿Cómo será valorado? Su testimonio fue fehaciente, pero puede que el tribunal dude, no solo por lo que contó, sino por temor a que su introducción no sea válida. La defensa de Javier ya ha pedido su nulidad y lo volverá a hacer si es tenido en cuenta para condenarlo. Si realmente el taxista llevó a Javier a León XIII a las 0.30 horas, éste estaría mintiendo, pues él mantiene que estuvo en el bar y su novia también y estaría intentando darle una coartada. Para sacarla, su defensa intentó en su informe desacreditar al vecino que vio a Miguel con una silla de ruedas sobre la 1.30 horas. La otra prueba contra Javier son las conversaciones con sus hermano. ¿Qué quería decir "te vieron con el toro" para referirse a que vieron a Miguel con una silla de ruedas? El tribunal tiene en sus manos ahora, qué valor le da a frases como éstas y cómo dictar una sentencia justa y sin fisuras.

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