Con profundo pesar, estamos observando otra deplorable página en el libro de la humanidad, dentro del capítulo De cuando el Sistema de Mercado ocupó el trono. Mientras se profundiza en el expolio de los países más empobrecidos, se practica con impune descaro la apropiación de sus tierras. El descaro no sólo es impune, sino negocio legal. África es el foco de las, de momento, 20 millones de hectáreas que se están adquiriendo en el lado pobre del mundo para beneficio de quien se lo pueden permitir.
Una cuarta parte de las tierras se empleará en la producción de biocombustibles, eso de lo que se alimentan cada vez más coches en un planeta de hambrientos. Para el hambre no parece haber solución. Porque no hay dinero. Para la reducción en la producción de coches sí. Pero no se preocupen. En medio del mar de muertos encontraremos culpables, inhumanos e impersonales, como lo son el desequilibrio, la crisis, las fluctuaciones económicas y demás agujeros negros de la sinrazón, hijos del prolijo capitalismo insaciable que nuestros gobernantes dicen controlar mientras lo alimentan con pasión.
