El pantano de Melonares está terminado desde diciembre de 2007. La presa que evitará la sed en Sevilla en época de sequía ha costado seis años de obras, 110 millones de euros -en gran parte, pagados por la UE- y la inclusión por vez primera junto a un embalse de una zona de compensación ecológica para reubicar un comedero de águilas imperiales en la Reserva de la Biosfera de la Sierra Norte.
Por primera vez un periódico publica fotografías del embalse terminado, tomadas ayer mismo. La presa, cuyo proyecto nació con la oposición de los ecologistas por su afección al parque natural y por entender que fomentaba el derroche de agua, incluye la transformación de una parcela anexa de 1.600 hectáreas de campo de cereales y de la dehesa de los Guardiola en un bosque mediterráneo en el que ya anidan tres parejas de águilas imperiales. Es el orgullo del director del embalse, Enrique Grosso. Ha visto pasar el consumo de agua de la Gran Sevilla en 15 años de 170.000 millones de litros a 140.000: cuajan las medidas de ahorro en la población.
Aunque dentro de España Melonares es un embalse mediano, es el mayor depósito para Sevilla -que ya cuenta con las presas de La Minilla, Zufre, Gergal y Aracena- con una capacidad de 185.000 millones de litros, de los que se pueden utilizar 34.000 millones de litros para garantizar que siempre habrá agua suficiente.
Una obra que, también con orgullo, describe como "económica", ya que las desviaciones del presupuesto han supuesto "un 20%" respecto al cálculo original. Los momentos más difíciles llegaron entre 2004 y 2005: dos grandes riadas del Viar, el río sobre el que se levanta la presa, que anularon los primeros trabajos, y las dificultades para encontrar arcilla impermeable en cantidad suficiente para el núcleo de los diques. La hora más amarga llegó con el único accidente laboral con una víctima mortal.
Si la tecnología para levantar Melonares no ha sido la requeteultimísima, su diseño sí ha estado a la vanguardia: la presa es mucho más "esbelta" de lo normal, describe el director del proyecto. Eso también ha dificultado la obra, "más fácil con las presas mazacote", aclara. Tampoco han podido pasarse con los explosivos durante el periodo de nidificación de aves.
Asimismo, los cuatro municipios (Castilblanco de los Arroyos, Cazalla de la Sierra, El Pedroso y Almadén de la Plata) sobre los que se extenderá la inundación han recibido 15 millones de euros como restitución económica. Otros flecos de la actuación en la Reserva de la Biosfera han permitido investigar la fauna -y descubrir una especie nueva y rarísima de hormiga ciega cavernícola- y la paleontología, con el hallazgo de un extraordinario tronco fósil.
Ahora que las obras han terminado y la inundación del valle del Viar ha comenzado, queda esperar a que las lluvias sean lo bastante fuertes como para permitir un pronto llenado del embalse.
Pero no significará que se pueda beber en Sevilla: en el mejor de los casos queda un año de pruebas de resistencia -para lo que hay que esperar que la naturaleza aporte el agua suficiente- y luego aguardar a que se construyan las tuberías que conectarán Melonares con la depuradora de El Carambolo, a más de 50 kilómetros.