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A la sombrita te espero

El parque de María Luisa adquiere nuevas tonalidades en verano.  

el 27 jun 2010 / 17:32 h.

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Desde 1914 permanece allí esta silenciosa rana.

¿Qué hace un nativo hispalense a la sombrita del Monte Gurugú, en el corazón del parque de María Luisa un sábado a mediodía de finales de junio, con la canícula bordeando los 38 grados? Parece que espera a alguien. ¿A su amada quizás? La duda se resuelve en unos minutos. A no ser que la protagonista de sus desvelos tenga cuatro patas, más bien aguardaba a que su fox terrier modelo del 97 -vamos, que es bien viejito- acabara de inspeccionar tan boscoso lugar.


A pocos sevillanos se les ocurre ir al parque de María Luisa en verano, y de ir a todavía menos se les pasa por la cabeza adentrarse más allá de la Plaza de América, donde las palomas conviven a igual con la nostalgia y el color sepia de las fotografías antiguas. Lo de dentro es para otros, para quienes hacen footing, convocan a Cupido a la sombra de un abedul o, mapa en mano, buscan con fruición la glorieta de Hermanos Machado o alguna fuente misteriosa. Por alguna razón de escasa comprensibilidad, el parque del Alamillo se ha convertido en el oásis verde de los sevillanos y el de María Luisa se ha erigido en el monumento intocable si se tiene en cuenta la proporción de visitas entre uno y otro. "Pues yo de aquí no me muevo", parece estar diciendo una rana de cerámica que regurgita agua desde una fuente y que, según los libros, lleva allí parada desde 1914.

Ella sí que ha visto pasar la vida. Si le dieran el don del habla sería capaz de reconocer a generaciones y generaciones enteras de sevillanos. "Ahora todos van al Alamillo", le comenta sotto voce un pato que busca su estanque. Pero el batracio, claro está, no sabe de qué le está hablando.En la glorieta de Juana Reina encontramos a Absel. No es marroquí. Es de Cazalla de la Sierra. Y lejos de estar rindiendo pleitesía a la cupletista, el joven, que pareciera a juzgar por el color de su piel tener un problema serio de adicción a los rayos uva, se concentra en una postura que da que pensar.

Cuando se le interrumpe responde desconcertado que es un "yogui en conexión con el sol, fuente de toda energía y alimento único del espíritu" ¿?). Tras hacer entrega de una tarjeta de visita donde se advierte que tiene consulta los lunes y los viernes (¡!) prosigue con su trascendental meditación.En una sombrita a la vera de la glorieta de las Pilitas dos turistas alemanas (lo que se deduce al ver su libro Andalusien) duermen en bikini a pierna suelta y con sus pertenencias un tanto desmadejadas por la hierba. Suerte que sin quererlo les ha salido vigilancia privada. En un banquito estratégico un señor permanece en duermevela mecido por el arrullo de las palomas y por la panorámica germánica que le ofrecen las guiris. Son las 16.15 de un sábado de junio. A María Luisa le han pulsado el botón de la pausa. Todo parece detenido e inquietantemente sereno. Disfrutar el parque como nunca está al alcance de cualquier tarde de verano.

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