-¿Le gusta trabajar con niños?
-Tengo un carácter bastante infantiloide y me río mucho con ellos. La directora incluso me llama la atención: "Juan de verdad que eres tú peor que ellos". Los pequeños se lo pasan muy bien porque están desinhibidos y no ven a Juan y Medio, sino a alguien que bromea con ellos. Es un placer que los niños te quieran, gente que no tiene prejuicios ni condicionados sus gustos. Han pasado siete años desde que nació Menuda Noche y hay dos o tres generaciones que se han criado con este programa que prima el talento y reúne a la familia.
-¿Qué piensa del debate sobre los menores en televisión?
-Yo nunca he hecho un programa en el que los padres se hayan beneficiado de los niños, quienes cuentan siempre -hablo por mi caso- con un psicólogo y un seguimiento periódico, con presencia permanente de las instituciones. Nunca tienen un horario que supere la hora y media y no veo que se sientan utilizados. Tenemos constancia de que su vida es absolutamente normal y en el momento en que alguno se siente perjudicado (malas notas, problemas con sus compañeros, desobediencia) no viene más. El niño tiene que incorporar el programa a su vida con naturalidad.
-¿Y en qué les beneficia a ellos ser televisivos desde pequeños?
-Se reencuentran con sus amiguitos y conocen a personajes populares. Pero sobre todo juegan mucho, que es lo que más les gusta: continuamente se disfrazan, ven una sesión de malabarismo, vienen animales... Aunque con lo que mueren es con el teatrillo, eso de convertirse en un personaje les vuelve locos. Aquí están en su salsa porque vienen a su casa.-Encantador de niños y celestino de los mayores, ¿quiénes dan más trabajo?-Ambos extremos se tocan, porque una persona mayor busca lo esencial en la vida igual que un niño: comida, sueño... y sobre todo compañía. Lo superfluo -un coche de muchos caballos, pechos de silicona o un traje estupendo- pasa a un segundo plano.
-¿Cómo se lleva ser un referente para la tercera edad?
-No me siento un cupido porque lleve asociada la flecha del amor, y aquí son las flechas de la compañía. No es necesario amar para dejar de sentirse solo. Las personas de 70 o más años lo que están es enfermizamente solas, y cada vez que este programa remedia la vida de alguna de ellas, es inexplicable la euforia y la sensación de plenitud que supone alegrar a los que más lo necesitan. Con esa motivación se trabaja aquí a diario.
-Proyectos a la vista...
-La productora está trabajando para ofrecer otro tipo de formato a distintos canales incluso de implantación nacional. Queremos diversificar y que la empresa tenga muchos más trabajadores. Irá en otra línea -salvo que demanden algún producto concreto- y está enfocado a cubrir el hueco de la parrilla de esa cadena concreta. Nosotros siempre pretendemos llegar al mayor público posible y lo que sí podemos adelantar es que no será telebasura.
-¿Alguna vocación frustrada?
-Músico. Me gusta toda la música y me hubiera encantado ser pianista o guitarrista. Fui percusionista y toqué el cajón flamenco. Ahora los rescato alguna vez.
-¿Cuántas horas de ‘tele' ve?
-Horas ninguna, a no ser que haya algún partido o película que me apetezca ver. Uso la televisión para ver cosas de mi profesión. No me queda mucho tiempo en el día y suelo emplearlo en leer. Ahora estoy con El laberinto de las aceitunas de Eduardo Mendoza. También me gustan las biografías, la historia, el arte -gótico y románico- y los libros de viajes.
-¿Se escapa mucho?
-Soy un viajero impenitente. Mi última aventura fue parte del Camino de Santiago y quiero meterme en las vías pecuarias de Andalucía con animales, a los que también adoro. Crío caballos y tengo gallinas, cabras, ovejas...
-¿Qué le sobra y qué le falta a la televisión de ahora?
-Sobra mala educación y falta talento.
-¿Programa favorito?
-Informativos y documentales.
-¿Alguna rama que no haya tocado y le gustaría conducir?
-Quizás un informativo.
-No presentaría nunca...
-Nada que promueva la discriminación y la mala educación. No me interesan para nada.
-¿Un periodista que admire?
-Carlos Herrera, Ikaki Gabilondo y Luis del Olmo, entre otros.
-¿Qué tiene que pasar para que se afeite el bigote?
-Que algún día al afeitarme me dé un corte y me lo tenga que nivelar. O bien por necesidad de trabajo para algún papel o algo así. Por lo demás, nunca me he apostado con nadie mi bigote.
-¿Por qué no se casa?
-No he dado con la persona adecuada. Cuando yo he querido, ella no, y al revés. Y aquí estamos.
-Es muy de sus padres...
-Cuando vivíamos los seis hermanos en casa era fantástico. Los fines de semana recorro mil kilómetros para estar con ellos. Tenemos que cuidarnos mutuamente.