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A los cien días entró en reserva

Velázquez lleva desde el 13 de julio al mando de un equipo a la deriva. El club le ha dado de margen hasta el sábado para que intente dar la vuelta a una situación casi insostenible.

el 21 oct 2014 / 10:46 h.

Velazquez_Betis Julio Velázquez, el pasado domingo, a su llegada a Sevilla tras caer en Butarque. Foto: EDD. Ayer se cumplieron cien días desde que Julio Velázquez se pusiera por primera vez al mando del conjunto verdiblanco. En este periodo el técnico vallisoletano no ha sido capaz de hacer que el equipo reaccione después de una de las peores temporadas de su historia y afronta una semana clave para su continuidad en el banquillo del Betis. El 13 de julio la pretemporada comenzaba en Heliópolis con un entrenador que tenía una labor más que complicada y mucho trabajo por delante: ayudar a confeccionar la plantilla, levantar el ánimo de los hombres que descendieron y hacer un conjunto ganador para que el ascenso no se convirtiera en una escalada imposible. Los comienzos no es que se pueda decir que fueron fáciles para Velázquez. En pretemporada dejó bastantes dudas y los rivales no es que fueran muy fuertes, pero al fin y al cabo, para eso está ese tramo. El inicio del curso, en Sabadell, abría un hueco a la ilusión, que se diluyó en los últimos cinco minutos de partido. A partir de ahí las dudas entraron en escena para nunca salir del plano. Su primer encuentro oficial en el Benito Villamarín fue más o menos tranquilo, la gente tenía ganas de ver a su equipo ganar y lo hizo, para la segunda jornada sabían que poco más podían exigir. Pero el guión de la película cambió de forma radical. Tres derrotas (una clamorosa frente a la Ponferradina) y dos empates frente a dos equipos que van a estar en la zona alta de la clasificación (Valladolid y Las Palmas) de un Betis que nadie sabe cuál es la identidad que Velázquez pretende inculcarle, así lo han querido. En medio de esta marea de intranquilidad no hay que olvidar que Adán, su portero titular y el capitán que el entrenador verdiblanco nombró, dijo públicamente que no estaba contento con el trabajo que realizaba junto a Kike Burgos, el preparador de porteros con el que llegó Velázquez. Un nuevo lío que terminó con Burgos destituido por la misma persona que lo trajo, dejando muy entredicho la palabra del vallisoletano. Y algo que tampoco ayuda es el discurso insulso de Velázquez, que debe dejar de acudir cada semana al estado anímico por el que pasaron sus jugadores la campaña pasada. Sus mensajes no enganchan, no llegan, no transmiten nada. Exactamente igual que el juego que ha mostrado su equipo por ahora. Y no es sólo que el técnico no se autoexija estar primero todo el curso, es que los seguidores heliopolitanos están cansados de ver cómo los encargados de defender el escudo que tienen por bandera deambulan por los campos de España y que cualquier rival les planta cara. Todo esto hace que después de nueve jornadas disputadas, el Betis sea noveno (a seis puntos del descenso y a seis del primer puesto), algo que no estaba en los planes de ningún bético. Por ello, la afición verdiblanca estalló hace dos semanas con mensajes para todos: entrenador, directiva y futbolistas. Ayer hubo una nueva entrega con las pintadas en una ciudad deportiva que difícilmente abrirá sus puertas para los seguidores en algún entrenamiento esta semana. La preocupación en la planta noble del club de La Palmera por la marcha del equipo es grande, pero de momento siguen confiando en la capacidad de Julio Velázquez para que intente darle la vuelta a una situación cada vez más irreversible e insostenible. Si el Betis no le gana al Recreativo de Huelva el sábado (18.15 horas), sí que podría ser destituido. El Villamarín será un infierno y habrá que ver si alguien es capaz de salir vivo de él.

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