Hay que saber mucho de interioridades de los partidos o de la naturaleza humana para comprender el empecinamiento de IU-CA en seguir la senda que les lleva al despeñadero. Como hay que conocer el ADN de los dirigentes históricos del PA para que te cuadre la cíclica recidiva de su enfermedad autodestructiva. El resultado es que ambos se dirigen a paso firme hacia la irrelevancia política.
Pensarán, tal vez, que al final lo arreglará la afición, los votantes que les son fieles. Ha sido Luis Pizarro, el secretario de Organización del PSOE, quien ha dicho en público que si esos partidos no lo remedian vamos hacia el bipartidismo. Es decir, imagínense, un Parlamento andaluz con dos grupos parlamentarios, el del PSOE y el del PP y a lo sumo unos cuantos diputados sueltos en el grupo mixto. La imagen no puede ser menos atractiva.
Más barata es, sin duda. Pero a costa de perder calidad de vida parlamentaria y democrática. No es que se defienda a estos grupos como si fueran especies protegidas exóticas sino que reducen la escala cromática de la representación de los ciudadanos andaluces. Es la ciudadanía la que castiga y la que sufre esta situación. Pero, sin minimizar las razones de fondo, es lamentable que IU fragilice su posición por una bronca centrada en ver quien opta al escaño por Sevilla. Me imagino que los contendientes habrán calculado las consecuencias pero así visto desde la calle resulta chocante el espectáculo. Ya del PA ni hablamos. Tengo curiosidad por ver en qué acaba esto.
Carlos Rosado es abogado
