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A por el segundo Grand Slam

Carolina Klult, con 19 años y después de dos mundiales júnior consecutivos, debutó con los mayores. Era 2002. Oro en el Europeo, oro en el Mundial de 2003, oro en los Juegos de 2004 y primer Grand Slam. Volvió a ganar en Mundial en 2005, repitió título continental en 2006 y ganó el Mundial de Osaka 2007. (Foto: Efe)

el 14 sep 2009 / 21:54 h.

Con 19 años y después de dos mundiales júnior consecutivos, debutó con los mayores. Era 2002. Oro en el Europeo, oro en el Mundial de 2003, oro en los Juegos de 2004 y primer Grand Slam. Volvió a ganar en Mundial en 2005, repitió título continental en 2006 y ganó el Mundial de Osaka 2007.

Esta despampanante belleza vikinga que es Carolina Kluft (Boras, 2 de febrero de 1983) también se ha entretenido en ganar un puñado de medallas en salto de longitud, así como dos campeonatos de Europa y uno del mundo en sala, éstos de pentatlón porque las pruebas combinadas se reducen en la temporada indoor. No se trata de repetir en este párrafo lo que pueden encontrar en la información adjunta, sino que se intenta transmitir una idea simple: nadie ha batido jamás a la reina del heptatlón.

Liderará Carolina Kluft en Pekín al admirable equipo sueco de atletismo, un contingente que rara vez llega a la docena de elementos pero que cuenta con un quinteto de serios aspirantes al oro: el triplista Christian Olsson, campeón en Atenas. El saltador de altura de bolsillo Stefan Holm, también coronado en la capital griega. La detentora del récord del mundo de altura bajo techo, Kajsa Bergqvist. La supersónica vallista Susanna Kallur. Y, sobre todo, la propia Carolina Kluft, inalcanzable en el heptatlón y aspirante a todo, si tiene un día inspirado, en el salto de longitud.

La única rival digna de su clase que podría tener Carolina Kluft en el heptatlón de Pekín es la francesa Eunice Barber, a la que siempre ha ganado pero cuya irreguralidad la hace capaz de lo mejor y de lo peor. La atleta gala, una veterana con mil problemas de lesiones y de toda índole (el año pasado, llegó a pasar dos noches en comisaría por morder a un gendarme), presenta mejores marcas que la sueca en las pruebas de explosión (es campeona del mundo de longitud y se codea con la elite de los 100 vallas) y ese mismo carácter volcánico que la ha arruinado en muchos heptatlones la puede propulsar a cumplir cualquier hazaña el día de la prueba olímpica.

Las dos mujeres son el día y la noche, y no se trata de un chiste desafortunado sobre la blancura escandinava de Kluft y el negro zaino de Barber, originaria de Sierra Leona. Es que su antagonismo es total. La sueca, siempre sonriente y dulce; la francesa, malencarada y agresiva. Carolina es amable con todos; Eunice es gruñona e introvertida. La nórdica es la regularidad personificada; la africana encadena una marcón apabullante con una espantada. Y, sin embargo, se llevan de maravilla.

un récord ¿imposible? El único pero que se le puede poner a la carrera de Carolina Kluft es que no ostenta el récord del mundo, y bien que lo merece. En el Mundial de Osaka, y pese a que no contaba con el acicate de ninguna rival que le pisase los talones (por eso es tan importante para ella que Barber tenga la cabeza en su sitio), logró llevar hasta los 7.032 puntos el récord de Europa, hasta entonces en poder de la sospechosísima soviética Larisa Turchinskaya.

De la misma época en la que competía Turchinskaya, finales de los ochenta, datan las seis mejores marcas de todos los tiempos, todas en poder de Jackie Joyner-Kersee, la única mujer que ha sumado más puntos que Carolina Kluft. La cuñada de Florence Griffith, entrenada por su marido (Bob Kersee, el técnico que asesora a Eunice Barber), completó el heptatlón olímpico de Seúl con 7.291 puntos. Ahora que los Juegos vuelven a Asia, es una magnífica ocasión para borrar de las tablas esta marca con tan poca pinta de respetabilidad.

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