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A propósito de María Pagés

En Sevilla hay mentideros que lo mismo dan carta de sevillanía al primero que llega con tal de que condescienda con la gracia estereotipada, que se muestran reticentes a reconocer como paisanos a quienes lo son pero no cumplen con ese cliché; un poco de eso pasa con María Pagés.

el 15 sep 2009 / 11:12 h.

En Sevilla hay mentideros que lo mismo dan carta de sevillanía al primero que llega con tal de que condescienda con la gracia estereotipada, que se muestran reticentes a reconocer como paisanos a quienes lo son pero no cumplen con ese cliché; un poco de eso pasa con María Pagés.

La recuerdo, con veinte años menos, quedando segunda en el Concurso de Jóvenes de la Bienal de 1988 a los pies de la Torre de Don Fadrique; se hizo con el primer premio Lalo Tejada pero sólo dos años después ella había formado su compañía y comenzaba a recorrer sin complejos los teatros del mundo para triunfar en ellos siempre con propuestas rompedoras y exquisitas.

Ahora va a construir el teatro que, junto a la Torre de la Plata, ocupará el solar del Corral de las Herrerías, un espacio en el que se dieron representaciones en el siglo XVII, tal como descubrió Piedad Bolaños, y que Manolo Herrera dejó encaminado para esa actividad antes de irse de la Bienal.

O sea, que va a atreverse a lo que nadie se ha atrevido desde que se cerró el último Café Cantante: a terminar con la contradicción de una Sevilla flamenca en la que, sin embargo, no se puede escuchar y ver flamenco de forma habitual. Ella, además, será la primera empresaria teatral desde que a Ana Sciomeri le cerraran y derribaran su teatro en 1830. Le aconsejo que reflexione sobre el calvario que hubo de pasar aquella animosa mujer.

Antonio Zoido es escritor e historiador.

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