Por más vueltas que le doy, no llego a entender cómo alguien se puede alegrar con lo que ha sucedido en las obras del Metro. Desde luego que el cielo debe estar protegiendo, porque a lo de la viga sobre la SE- 30, no pasaba ni un vehículo en aquel momento, se ha sumado el lamentable suceso del kiosco de Cristina, con el consiguiente número de vidas que se pudieron perder. Pienso que el retraso de la inauguración es un hecho, dada la cantidad de eventualidades que se han dado y la sensibilidad que ahora mismo existe a flor de vía, reflexiono sobre la imagen que se da con un kiosco literalmente tragado, y medito sobre las empresas que están acometiendo la obra. Dragados, Sacyr... Hablamos de grandes entre las grandes, y, sin embargo, los disgustos siguen llegando por muchos muros pantallas de Michelín que atesoren. Entiendo la guasa que en el Metro se va a montar? Pero creo que será cuestión de tiempo. Cuando la gente vea que todo va como tiene que ir, se olvidarán los malos ratos. Ahora mismo, es humano que tengamos el alma un poco encogida. Sobre todo, porque pudo ser mucho peor.
Salomón Hachuel es periodista
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