Cofradías

«A quien no le guste el paso de la Buena Muerte no es sevillano»

La Hiniesta organiza una tertulia-merienda para conmemorar los 450 años de sus reglas penitenciales.

el 26 feb 2015 / 23:20 h.

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La revista MP7 celebra el 450 aniversario de La Hiniesta. Foto: Jesús Barrera. La revista MP7 celebra el 450 aniversario de La Hiniesta. Foto: Jesús Barrera. Bastó con que una representación de la Sociedad Filarmónica del Carmen de Salteras interpretara la marcha Azul y plata para que el Salón Real del Hotel Alfonso XIII respirara ya Domingo de Ramos. Cerca de 200 personas acudieron a la convocatoria de la hermandad de la Hiniesta para participar en una tertulia en torno a La Hiniesta y Sevilla, uno de los acto organizados por la corporación de San Julián para conmemorar el 450 aniversario de la aprobación de sus primeras reglas penitenciales, acompañados por unas deliciosas torrijas. José Antonio Romero, hermano mayor de la cofradía, fue el encargado de dar la bienvenida a los asistentes antes de pasarle la palabra –y los micrófonos– a Pepe Gómez Palas, moderador de una interesante mesa redonda en la que Adolfo Arenas, ex hermano mayor de la corporación y expresidente del Consejo de Hermandades, rememoró a su abuelo. Nieto del imaginero Antonio Castillo Lastrucci, Arenas afirmó que el escultor, padre del Cristo de la Buena Muerte y de la Virgen de la Hiniesta, «se vinculó de tal forma a la Hiniesta que no quiso separarse de ella ni un instante. Tanto es así que descansa bajo la escultura de la Piedad en la parroquia de San Julián». Tras recordar sus tardes en el taller de la calle Goles, acompañado por el «olor a cedro», «pisando las virutas que acababan de gubiarse» y manchándose del barro que desprendía mientras «modelaba de forma magistral»,  afirmó: «Antes que un gran artista, un magnífico escultor, un magnífico pintor, fue un hombre absolutamente leal». Para el compositor Manuel Marvizón también La Hiniesta es la hermandad familiar. Tras confesar que empezó a componer marchas procesionales por culpa de Manuel Alcántara, que le encomendó dar el pregón de la corporación, para el que creó Madre Hiniesta –que también interpretó ayer en esta tertulia el Carmen de Salteras– y Azul y plata, «le perdí el respeto a la música» y se lanzó a hacer otros trabajos. Y casi ninguno de los presentes, tras escuchar la primera marcha, pudo evitar compartir lo que le evocaba, pero Marvizón sentenció: «Lo que yo veo es a mi madre cosiéndome el escudo, planchándome la túnica, y a mi padre llevándome de la mano hasta San Julián vestido de nazareno». Pepe Gómez le cedió entonces el turno a Javier Criado. El psiquiatra y hermano mayor de Pasión, que también fue pregonero de la Hiniesta, primero tuvo que definir al cofrade sevillano por petición del moderador: «Por la gracia de Dios, están como una regadera». «En nuestra ciudad, fundamentalmente por la climatología, somos gente fogosa, extrovertida, valiente. Todo lo expresamos con un colorido intenso», explicó. Y como le gusta ser «sincero», tras afirmar que «el ser humano es grande por las debilidades que siente», confesó su debilidad por la cofradía del Domingo de Ramos. «Sé que la Virgen es preciosa y la disfruto. Pero yo soy de Cristo, del paso del Cristo... Tiene un valor simbólico inigualable»: la que está más cerca de Dios en este misterio es la Magdalena, «la que más peca es la primera que obtiene el perdón». Así que, concluyó: «Si hay alguien en Sevilla que no disfruta de esa representación y de todo lo que significa, ni es sevillano ni sabe lo que es la Hiniesta». La estética de la cofradía En la misma línea se pronunció el doctor en Historia del Arte Andrés Luque Teruel. La estrecha relación entre el trabajo de Rodríguez Ojeda y Castillo Lastrucci  contribuye a que sea una cofradía estéticamente «redonda». «La Hiniesta es una hermandad con un excelente patrimonio artístico, coherente y de calidad». Y se explicó: «En Semana Santa, hasta hace muy poco, todo significaba algo. Nunca en la Iglesia se ha hecho una representación simplemente por estética o por gusto». Siguiendo esa línea diseñó Rodríguez Ojeda el palio de la Virgen de Castillo, muy similar en las líneas al de Mayor Dolor y Traspaso creado dos años antes. Las diferencias entre ambos están en el color: «el de la Hiniesta es azul con los bordados en plata, que es como se representaba al Santísimo Sacramento en el XVIII, y el de la dolorosa del Gran Poder es rojo, color sacramental y oro, que evoca a que Jesús Nazareno, el que lleva delante, es Dios». Así que, le dijo al hermano mayor y todos los hermanos asistentes, «tienen una hermandad redonda porque los conceptos casan con las formas. Los dos artistas lo han conseguido».

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