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A Renfe le fallan las piernas

Hasta no hace mucho, uno de los pequeños orgullos patrios, de los que los españoles podíamos ir presumiendo por esos mundos, era el del excelente servicio de nuestra red ferroviaria de alta velocidad.

el 15 sep 2009 / 07:03 h.

Hasta no hace mucho, uno de los pequeños orgullos patrios, de los que los españoles podíamos ir presumiendo por esos mundos, era el del excelente servicio de nuestra red ferroviaria de alta velocidad.

Yo mismo, como buen aficionado al tren, reconozco que alguna vez me he jactado de que la puntualidad, la comodidad y el servicio que prestaba nuestro AVE, eran superiores, aunque en formato más reducido, al los de los trenes de alta velocidad centro europeos. Puede que alguna vez exagerase, pero no demasiado.

Sin embargo, ahora no sería capaz de semejante jactancia. Ha aumentado considerablemente el número de kilómetros cubierto por la alta velocidad ferroviaria, pero la calidad de las prestaciones ha bajado muchísimos enteros y, en algunos servicios concretos, se está rozando ya el tercermundismo, con situaciones que a uno le recuerdan aquellas antiguas estaciones de los viejos trenes, cuando los billetes eran pequeños rectángulos de cartón.

Por ejemplo, en los últimos meses es muy frecuente encontrarse con enormes colas de viajeros que quieren adquirir un billete para los trenes de salida inmediata, que comienzan a venderse dos horas antes del momento de la partida, en ventanillas especialmente habilitadas. Bueno, pues cuando éste era un trámite que no solía llevar mas de diez minutos, resulta que desde primeros de año se ha convertido en algo que con frecuencia es absolutamente imposible.

Esta situación se viene achacando - lo repiten constantemente a través de los altavoces, cuando lo hacen - a una caída del sistema informático. De lo cuál uno deduce que el tal sistema se cae más que los jugadores de la selección italiana de fútbol. Por lo visto, éste es un sistema que se instaló hace unos meses, y que se llama VCX, o algo así, pero al que, a pesar de su juventud, le cuesta mucho trabajo mantenerse en pie, porque siempre está en el suelo.

Lo que tales caídas del sistema producen, desesperantemente día tras día, es que hay muchos aspirantes a pasajeros, que se quedan en eso, en simples aspirantes, porque después de estar casi una hora guardando cola, cuando les toca su turno, se encuentran con que el tren ya se ha ido, de forma que les han chafado el viaje antes de empezarlo.

Eso sí, los que deben estar contentos son los que le venden a RENFE los libros de reclamaciones, a la vista del uso masivo que de ellos se está haciendo en los últimos tiempos por los frustrados pasajeros. Por su puesto, aquellos pasajeros que consiguen que se los faciliten, lo que, a veces no es tan fácil. Aunque para nada, porque una reclamación debe ser como esos versos sueltos, que nunca tienen respuesta.

En resumen, que hemos perdido uno de los pocos orgullos de los que podíamos alardear como patrióticos viajeros, a no ser que nos comparemos con los sufridores de los trenes que atraviesan las sabanas africanas. Y esto, por lo que se ve va a peor, así que lo tendremos que aceptar, como hemos hecho con la crisis, que a juzgar por lo que se cae, a RENFE le fallan las piernas.

Periodista

juan.ojeda@hotmail.es

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