Cultura

A solas con un exceso de Schumann

Crítica del concierto que anoche ofreció el pianista Rudolf Buchbinder en el Teatro de la Maestranza.

el 16 nov 2009 / 22:21 h.

Es el pianista Rudolf Buchbinder el mejor traductor posible –hoy– de la música de Robert Schumann? Es discutible. ¿Es acertado programar un concierto íntegro con obras del músico alemán? También daría para unas líneas. Desde luego Buchbinder es un pianista germánico en su manera de abordar la música, presta más atención a la forma que a la expresión y, en ocasiones, ambos condimentos parecen faltar en sus lecturas. Fue el caso de la Sonata n.2, dicha de un modo reconcentrado pero huérfana de personalidad, por más que la técnica no se le resistiera.

Con la Fantasía en Do mayor, Op.17 que abrió el recital, el pianista –uno de los intérpretes más repetidamente fichados por el Teatro de la Maestranza– mostró su solidez y su manera de abordar una partitura dicha con cohesión y, aquí sí, enorme musicalidad, especialmente en los movimientos extremos, donde atisbamos a ver al artista entregado a una sonoridad más recogida.

Con los 12 Estudios sinfónicos, Op.13, el alemán se adscribió a una forma de hacer muy clásica, un pianismo robusto y martilleante allí donde otros se recrean en la claridad expositiva de algunas variaciones. Nada que objetar si el gusto del oyente acompaña la propuesta escolástica de Rudolf Buchbinder, quien una vez más pudo desplegar su pianismo de la vieja escuela. Buen garante del pasado y heredero de ilustres virtuosos del teclado, de propina interpretó una extensa transcripción de un vals de Johann Strauss. Su cromatismo en cascadas y su dificultad vertiginosa estuvieron a la altura de las manos, certeras pero sin pellizco, del músico.

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