-Ha escrito 400 páginas de recuerdos de los presidentes del Gobierno españoles. ¿Podría haber escrito otras 400 con cosas que no se pueden contar?
-Podría contar otras 100... Gente que haya estado más cerca de algún presidente, podría contar incluso 1.000. Yo he estado cerca de cuatro, y tengo recuerdos, notas, recortes de prensa... Y no tengo mala memoria, de momento.
-Pidió disculpas por la resolución de la ONU que vinculaba a ETA con el 11-M. ¿Lo hará algún día el PP?
-Hombre, yo fui autorizado por el PP a disculparme, a decir que el Gobierno se había precipitado. De alguna manera, reconoció su error.
-Gibraltar, ¿sigue siendo, como se decía en el franquismo, el Asunto Exterior?
-Ahora no lo es, lo que ocurre es que las circunstancias y la voluntad del presidente de Gibraltar lo han puesto en primera plana. Este señor ha abrogado tácitamente un acuerdo de pesca entre su predecesor y los alcaldes de la zona. ¿Por qué? No lo sé. Pero no es una columna de humo para que no se hable de la crisis: Rajoy estaría más contento si no hubiera conflicto.
-El Sahara es otro de esos temas que vuelven una y otra vez, sin que se halle solución...
-Sí, y la ONU lleva gastados en él como 800 millones de dólares. La solución, desde luego, no la veo cercana. En España ha habido una línea constante sobre el tema, excepto con Zapatero, que marcó una inflexión acercando la postura española a las tesis marroquíes...
-En su libro insinúa que pudo deberse a un deseo de resaltar el contraste con Aznar, que tan mal se llevó con Rabat.
-Sin duda, los políticos siempre quieren marcar diferencias con el anterior, y Zapatero aún más. Su actitud ante Irak, por ejemplo, no sólo se debió a su pacifismo, sino también a hacer lo contrario de quien estaba siendo demonizado. Es totalmente peregrina y falsa su afirmación de que retiraba las tropas de Irak no solo porque lo había prometido -razón válida- sino porque estaban en situación ilegal. Quería denigrar el legado de Aznar.
-También habla de Irak como el gran estigma de Aznar. ¿Cree que no fue para tanto?
-No fue para tanto. Aunque su apoyo a Bush fue discutible o censurable, le echan en cara cosas que no tienen fundamento, o que son mentira. Desde decir que Aznar sabía que no había armas de destrucción masiva, hasta que la orden de invasión se había dado cuando el jefe de los inspectores de la ONU había dicho que no había armas. O decir que la ONU condenó la guerra, porque ésta nunca se pronunció...
-Usted dice que todo el mundo creía que había armas. Pero para un gobierno, en un asunto de tal envergadura, no deberían pesar tanto las creencias como las certezas, y éstas nunca existieron.
-Bueno, la convicción generalizada era que las armas existían, por estas razones: las había tenido, las había usado contra los kurdos, y no demostraba de manera fehaciente que no las tenía ahora. Pruebas irrefutables no había. Pero si estás obligado por la ONU, por catorce resoluciones, a demostrar que no las tienes, y mareas la perdiz, ¿qué puede uno pensar? Todo apuntaba a eso.
-¿Ve algún paralelismo con la situación actual de Irán?
-La convicción con Irán es que está buscando la bomba nuclear, pero no se sabe que la haya tenido, es un estadio diferente.
-Israel está amagando con atacar, ¿lo ve posible?
-Ahora Estados Unidos está conteniendo a Israel, además Obama quiere solucionar esto a través de las sanciones, y no por una intervención. No le interesa un incidente mayor antes de las elecciones, que serán dentro de tres meses. Si dentro de ocho o diez meses Israel alcanza la convicción clara y rotunda de que Irán está a punto de tener la bomba atómica, no descarto que ataque.
-El conflicto de Israel y Palestina, ¿es uno de los grandes fracasos de su profesión?
-Sí, son 65 años. Se trata del fracaso más llamativo de la ONU, que habiendo dicho que deberían surgir dos estados allí que vivieran en paz, sólo ha surgido uno y no viven en paz. En Madrid pensamos que se podía romper el hielo. Sabíamos que sería un proceso largo, pero esperábamos, nosotros, Estados Unidos y Gorbachov, que habría una ruptura con el pasado.
-Hemos visto a tiranos que eran amigos de Occidente pasar a ser los villanos. ¿Cómo se lo explicaría al ciudadano de a pie?
-Los sujetos que han sido derrocados no nos creaban problemas, acogían inversiones nuestras y, sobre todo, no sólo no protegían a fundamentalistas, sino que los perseguían. Pero no permitían que su gente se expresara con libertad. Ahora hay una ola de libertad, y lo aconsejable es apoyarla sin saber por dónde va a salir la espuma. Occidente sería demasiado hipócrita si ayudara a reprimirla.
-Parece bastante hipócrita anteponer nuestros intereses a los Derechos Humanos, ¿no?
-Desde luego que están por delante, pero al mismo tiempo, claro, había que impedir que grupos fundamentalistas se apoderasen de esos países, o fueran albergados allí.
-Y si para eso había que...
-Había que cerrar los ojos. Aparte que esas dictaduras tampoco eran las más sanguinarias del planeta. No eran la Camboya de los 80.
-El ranking de dictaduras sanguinarias tiene el listón alto.
-En la política hay una dosis de cinismo y realpolitik. ¿Quién ataca frontalmente la situación de los Derechos Humanos en China?
-En el Consejo de los Derechos Humanos están China, Arabia Saudí, Congo, Rusia, Qatar... ¿Los zorros cuidan del gallinero?
-Es una paradoja que haya países con escaso respeto por los Derechos Humanos. La ONU es un conglomerado de cambalaches, es un mercado persa. Si tú das alubias, yo doy patatas o cierro los ojos cuando le das un bofetón a tu mujer. A menos que la azotes brutalmente, miro para otro lado.
-En Siria ya se ha dado ese azote brutal. ¿Cuándo se va a dar por muerto el plan Annan?
-Dudo que la ONU pueda hacer nada. Aunque haya deseo de un cumplimiento al menos parcial del plan, Rusia y China no quieren ni siquiera unas sanciones severas. Por otro lado, intervenir militarmente en Siria sería muy complicado, por las condiciones demográficas y por el apoyo social que tiene Al-Assad entre su pueblo.
-Annan dio la sorpresa, cuando muchos creían que sería otro lacayo al servicio de los Estados Unidos. ¿Ha vuelto a entregarse la ONU tras su mandato?
-Ahora mismo el Secretario General tiene un papel bastante más desdibujado. Tendrá en cuenta a Estados Unidos, pero siendo asiático estoy seguro de que tiene muy en cuenta lo que piensa China.
-Volviendo a su libro, el presidente peor parado es con diferencia Zapatero. ¿Su desencuentro con él culminó con su salida de la ONU para ser destinado a Los Angeles?
-Lo mío es una anécdota. Me percaté que era una persona bastante floja, y en su actuación ha demostrado ser el menos preparado, el que menos se divertía en las reuniones internacionales, y el más iluso, el más voluntarista.