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A ver si se enteran

¿Quién tiene prioridad en la Avenida? Esta y otras preguntas encuentran respuesta en un paseíto por el falso otoño sevillano, repleto de hojas, escaparates, trolls y más gente rara.

el 09 oct 2011 / 18:48 h.

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Señal que deja claro quién tiene prioridad.

No son todos, pero sí la inmensa mayoría de los ciclistas que circulan por la Avenida de la Constitución, los que fuerzan a echarse a un lado mediante el sistema del timbrazo agobiante a los peatones que, despistados o no, caminan por el presunto carril bici. Se ve que no han leído (o no han querido leer, o no le han echado la menor cuenta) ninguna de las varias señales de tráfico instaladas tanto ahí como en la Puerta de Jerez y en las que se especifica que la prioridad de paso la tiene el peatón, si bien se permite que los ciclistas utilicen esa senda apenas señalada por unos remaches metálicos en el pavimento.

Es evidente que la señal trata de conciliar ambos modos de transportarse uno, sobreentendiendo la buena voluntad de unos y otros e invitando a que todos faciliten la vida al prójimo en la medida de lo posible. Pero puestos a pegar voces (como se han llegado a oír) o, más frecuentemente, los antedichos timbrazos, tendrán que hacer valer su prioridad los caminantes señalándoles con el dedo a los impertinentes la señal de marras. Y de paso, invitar a que se mantenga una velocidad acorde con el estatus peatonal del lugar, y no con la bajada del Tourmalet. Pero sólo de paso.

Otoño de mentira

Siempre igual. "Dentro de tres días van a caer ocho grados las temperaturas", dicen. Al día siguiente lo rebajan a 6 grados; 24 horas después, hablan ya de un par de grados menos, pero sólo en el norte. Y al final resulta que hace más calor todavía, porque esto es Sevilla y, literalmente, no se puede aguantar, que no es un piropo sino una diatriba basada en el odio a asarse vivo, tan extendido entre la raza humana. Mientras el termómetro sigue en plan fascista, véase lo que sucede con los plátanos de sombra que hay frente a San Telmo: que sueñan con el otoño y empiezan a producirlo, derrochando hojas muertas. Eso sí que es pundonor y formalidad. Preciosa escena para una estación que en Sevilla sólo existe en sus árboles, sus poetas y sus castañeros. De momento, el verano continúa. Toda la semana, más de 30 de máxima.

Un escaparate maravilloso

Mejor no podía empezar la calle Feria: con San Juan de la Palma y, justo después, la librería Padilla, cuyo escaparate provoca una pura fascinación, con esos títulos entre oníricos y exquisitos, sus inscripciones lapidarias a cual más aguda y desternillante, y demás maravillas. El gran circo del papel y la palabra.

Marchando una de sevillanas rancias

La de Me casé con un enano, comparada con la edad del resto de su repertorio de sevillanas imposibles, podría considerarse el adelanto de un estreno mundial. Se pone en la calle Tetuán, con sus pertrechos de bético, su pantalón corto, su gorra militar y esa melódica que se clava en el alma.

Y para acabar, los trolls

Como no había gente ya por allí, entre la mujer floripondio, los indígenas andinos, el vaquero de plata y el guitarrista de la esquina de la Moneda, ahora se han sumado a la población animadora del centro de Sevilla, con especial querencia por la Avenida de la Constitución, dos lustrosos ejemplares de trolls, que se dedican a dar simpáticos sustitos al elemento peatonal con la extravagante idea de que se les eche dinero por ello. Lo cierto es que se merecen la moneda nada más que por lo trabajado de su aspecto e indumentaria, con las pieles de color de arcilla y las narices y orejas picudas, amén de demás rasgos propios de la especie. Al que les echa algo le gruñen amistosamente, en señal de gratitud. Gesto típico por demás de los trolls, definidos por los tratados del mundo mágico como unos seres exquisitamente cordiales y de contrastada higiene. Usted acérquese a mirarlos, acérquese y lo comprobará. Y si quiere, asómese a la galería gráfica para ver un anticipo de todo lo anterior.

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