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Aburrimiento para estrenar farolillos

Los toros de Victorino Martín, El Cid y Daniel Luque no logran levantar una tarde espesa y de que no se esperaba casi nada.

el 16 abr 2013 / 22:31 h.

El Cid. / Foto: J. M. Paisano (Atese) El Cid. / Foto: J. M. Paisano (Atese) GANADO: Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, bien presentados y de mal juego en líneas generales por cortos de viajes, tardos y sosos. Brindó mejor comportamiento el lidiado en quinto lugar aunque también fue muy a menos. DIESTROS: Manuel Jesús ‘El Cid’, de malva y oro, silencio, silencio y ovación. / Daniel Luque, de catafalco y oro, silencio en los tres que mató.  INCIDENCIAS: La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde de muchísimo calor. Destacó con las banderillas Abrahán Neiro pareando al sexto de la tarde.   (FOTOGALERÍA DE LA CORRIDA)   No se esperaba demasiado de este mano a mano artificial al que se quiso unir el mal juego de una corrida de Victorino Martín que pareció el más soso de esos hierros a los que algunos aficionados tachan de comerciales. Resumiendo: que no pasó nada; pero nada de nada en el festejo que inauguró los Farolillos. Una corrida que, además, supuso un auténtico bajón ambiental en el hilo argumental de una feria que aún podría vivir dos o tres cumbres.   Pero ya lo hemos dicho: al vis a vis de El Cid y Daniel Luque le faltaba sal y pimienta. Toreros de distinta generación y proyección, sólo compartían la cuna sevillana para dotar de un mínimo hilo argumental a un duelo que fue con pistolas de agua y, para colmo, con un encierro muy alejado del canon que se puede esperar de Victorino Martín, que ya se había estrenado en esta Feria lidiando un pésimo y manso ejemplar que hizo tercero en la encerrona de Manzanares.   Poco más hay que contar. El Cid sorteó en primer lugar un ejemplar que humilló en los primeros compases de su lidia aunque pronto evidenció que no andaba sobrado de motor. Tuvo mérito Alcalareño prendiendo el tercer par de banderillas pero la faena posterior no pasó de una aburrida porfía con un toro con tendencia a apretar hacia los adentros y a embestir a la muleta con los viajes muy cortos. Se dejó algo más por el pitón izquierdo pero la faena nunca tomó vuelo.   Algunos quisimos ver alguna esperanza en las humilladas y primeras embestidas del tercero de la tarde. Pero todo fue un espejismo. Tardo como sus hermanos, sí dejó que Curro Robles brillara en el segundo tercio. Pero con la muleta fue otro cantar: rebañando y esperando delante de un precavido Cid que nunca llegó a cruzar la raya, muy a disgusto con unas cortas embestidas que fueron fulminadas con una estocada fulminante que remataron una faena que nunca fue.   Pero el caso es que el diestro de Salteras pareció animarse en parte con el quinto, el ejemplar más potable del decepcionante encierro de Victorino Martín. Quedón, tardo e informal en los primeros tercios, fue rompiendo a más en una corta y animosa faena que no consiguió romper el signo de la tarde. Los muletazos diestros y la actitud de El Cid cayeron bien en los aburridísimos tendidos pero a esas alturas ni los tibios esfuerzos del toreo ni la esperanza del público podían revocar una tarde que caminaba peligrosamente hacia el precipicio.   El segundo de la tarde, después de derribar al picador, no terminó de convencer a Daniel Luque, que pasó muy de puntillas en una tarde en la que se esperaba más, muchísimo más de él. Ese primero se dejó más y mejor por el pitón derecho siempre que el diestro de Gerena acertó a dejársela puesta en la cara aunque le costaba mucho más repetir por el pitón izquierdo. La faena, absolutamente plana, fue difuminándose a la vez que el victorino buscaba el abrigo de las tablas.   Tampoco iba a poder ser con el cuarto, un toro abantito que gateó y echó las manos por delante en el capote de Luque, que llegó a estirarse en ése o éste lance antes de quitar por vistosos delantales. No hubo más. Con un torero demasiado precavido y un toro que no terminaba de romper hacia delante no había mucho que rascar. El de Gerena pasó el toro sin demasiado compromiso mientras se quedaba cada vez más cortó, más a la defensiva. En ese momento, la tarde se rebozaba del más absoluto aburrimiento. Con el sexto, que no terminó de coger los capotes hay que anotar un gran par de Abrahán Neiro que nos despertó de la espesa siesta del Martes de Farolillos. Mientras el personal andaba loco por coger la puerta, el victorino pasó en la muleta de Luque sin entregarse ni humillar; sin emplearse en ningún momento. La tarde ya estaba derrotada y el público andaba loco por coger la puerta y marcharse a la Feria.

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