Cultura

Accidentada corrida con todos los diestros heridos

el 08 jul 2010 / 21:07 h.

Los toros de Cebada Gago, que en el encierro de la mañana habían herido gravemente a dos corredores, por la tarde tuvo también a los tres toreros en “el hule”, y a punto de darse por concluida la corrida por esta circunstancia, sin embargo, pudo concluir con el regreso al ruedo de dos de los alternantes.

No fue la corrida estereotipada de Cebada Gago. No sacó la casta consustancial a esta ganadería. Ni tuvo la viveza y el empuje que acostumbra. Faltó la emoción por el miedo que ha producido otras veces. Tampoco hubo brío suficiente. Pero la corrida tuvo su interés. Se podría decir que sin ser buena, no obstante, tampoco defraudó.

Lo malo de la corrida de Cebada Gago fueron las circunstancias que tuvo en contra a partir del dramático percance que sufrió el local Francisco Marco en el cuarto toro. Percance fortuito, habría que advertir, pues no fue el toro el que le hirió, mutilándose prácticamente la oreja al caer sobre el arpón de la divisa en un porrazo cuando lanceaba a la verónica.

Antes de este contratiempo –más espectacular que otra cosa, pues una vez cosido en la enfermería lo único preocupante son las secuelas físicas– había pasado casi desapercibido el golpe que llevó Morenito de Aranda en el hombro al pinchar a su primer toro. Se juntaron los dos en el quirófano, donde estaban infiltrando al de Aranda de Duero para que pudiera salir a matar su siguiente toro.

Y en éstas, cornada también a Aguilar, en la mano derecha, por el toro con el que había caído Marco. Por un momento, el ruedo sin matadores. Duró poco la incertidumbre planteada para suspender o no la corrida, pero lo suficiente para crear un clima de congoja arriba en el tendido, entre el público, y sobre todo abajo en el ruedo, entre los toreros. Y pagaron los toros, concretamente los dos últimos, castigados cada uno con dos desproporcionados y vengativos puyazos.

Así es muy difícil ahora hablar bien de los toros de Cebada Gago, corrida que, como queda reflejado en la ficha técnica, tuvo un toro importante, el tercero, y dos, precisamente los masacrados en el peto, quinto y sexto, con muchas posibilidades a priori.
En contra de los toros, el mal estilo del sobrero que hizo primero, al que había que provocarle de uno en uno por el derecho, y ni así. Por el izquierdo fue imposible.

El segundo fue malo sin paliativos, reculado en tablas desde las banderillas, y allí renunciando a todo tipo de pelea.

El tercero, dicho está, pero habría que recalcarlo aún más para dejar las cosas en su sitio, fue un toro importante, con calidad, por su fijeza y prontitud, por la forma de tomar los engaños, humillado y haciendo el avión, y por la largura de sus embestidas. Fue bueno además por los dos pitones. Morenito le pegó pases buenos, y sólo le faltó matarlo con más contundencia para cortarle la oreja.

El cuarto, parado y defendiéndose, sencillamente no sirvió. Pero fue noble y bueno también el quinto. Para entenderse, hay que decir que se alteró el orden de lidia, al estar en el enfermería Aguilar, y este quinto lo estoqueó Morenito, y el sexto fue de Aguilar. Aclarado el asunto, insistir en que el quinto se dejó mucho a media altura, y, sin embargo, Morenito ya no quiso comprometerse.

El sexto, que derribo con espectacularidad, se dejó también por el derecho antes de pararse, y en esto último contó la sangría que le hicieron en varas.
Corrida en definitiva, ni tanto, ni tan menos.

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