Según los datos ofrecidos en rueda de prensa en Ginebra por su portavoz, Melissa Fleming, la parte libia de la frontera, "está siendo patrullada ahora por fuerzas pro gubernamentales fuertemente armadas". Las personas que están consiguiendo cruzar indicaron al personal de Acnur que "tanto sus teléfonos móviles como sus cámaras de fotos fueron confiscados en el camino" y "muchos parecen estar asustados y no quieren hablar", añadió.
La preocupación de Acnur por en el descenso de las personas que cruzan diariamente la frontera reside en que "esto podría significar que se está impidiendo a la gente huir de la violencia", según publicó la agencia ayer en la red social Twitter.
Según los datos ofrecidos por Fleming "en comparación con días anteriores en los que entre 10.000 y 15.000 personas cruzaban la frontera tunecina cada día, ayer la cruzaron menos de 2.000".
También Médicos Sin Fronteras (MSF) informó de que las personas que lograron cruzar el linde entre los países sufren "un nivel de estrés brutal", según observaron en un campamento tunecino donde se confinan unos 20.000 refugiados, donde el 97% son hombres. Muchos de los exiliados sufrieron robos y abusos por las tropas libias cuando intentaron dejar el país. Por ello MSF va a iniciar un programa de salud mental para atender a todas las personas que requieran de su ayuda.
Siguiendo con el apoyo internacional, España envió ayer dos aviones más con 20 toneladas de ayuda humanitaria para cubrir las necesidades de los refugiados en estos campamentos. Esta asistencia se une a la enviada el pasado jueves por vía marítima con material de albergue y socorro.
Mientras tanto, la Unión Europea (UE) pidió a sus Estados miembros mayor apoyo naval para la repatriación a sus países de origen de los inmigrantes que se agolpan en la frontera tunecina. Según las cifras, unas 180.000 personas escaparon de Libia a otros países vecinos, sobre todo Túnez y Egipto. Para la UE, la mayoría de ellos quieren regresar a sus países de origen y no desplazarse a territorio comunitario.
