Cofradías

Acordes de plata atraviesan la plaza de San Martín

La banda de las Tres Caídas de Triana celebra sus 25 años tras el misterio de La Lanzada.

el 16 abr 2014 / 19:32 h.

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Hermandad de La Lanzada. / Foto: J.M.Paisano Hermandad de La Lanzada. / Foto: J.M.Paisano MÁS FOTOS EN LA FOTOGALERÍA   Aquel Miércoles Santo apenas eran 44 los músicos de la banda de las Tres Caídas de Triana que se estrenaban tras el paso de misterio. Su llegada a La Lanzada no fue fácil, como recordaba ayer su director Julio Vera: «Fue un año difícil, pues vinimos a sustituir a la Centuria Macarena con un estilo muy diferente». Pero poco a poco fueron acoplándose y encontrando su sitio en esta plaza de San Martín. 25 años después han superado el centenar de integrantes –incluidos «los cuatro del cielo»– y se han ganado el título de «Banda Honoraria de la Hermandad». Todo «un orgullo» y «un reconocimiento» a la labor que realizan, pues es «señal que las cosas se están haciendo bien», resumió Vera poco antes de que asomara el imponente paso de misterio. «Sangre y agua», composición dedicada a La Lanzada, y «Tres Caídas de Triana» recibieron al Señor de Sagrada Lanzada que lucía sobre un monte de flores variadas de tonalidad roja. Entre las especies: rosas, tulipanes y mini calas. Por unos instantes la plaza se quedó pequeña al ser atravesada por los acordes de plata que venían de Triana. Continuaba el sol dando fuerte desde lo alto cuando la lanza de Longinos iba sembrando la calle Saavedras de suspiros y aplausos. La noche prometía buenos momentos a la vuelta de la cofradía por la calle Cervantes al filo de la madrugada. «Es uno de los instantes más especiales y hermosos de toda la estación de penitencia», vaticinaba uno de los hermanos colaboradores de la organización del cortejo. De nuevo Ismael Vargas volvía a la puerta de la parroquia. Todo hacía presagiar que en breve iba a salir el palio. Y así fue. Una representación del Colegio de Médicos de Sevilla iba en la antepresidencia como testimonio de la vinculación de esta corporación con la institución que aglutina a los facultativos de la ciudad. No fue en la plaza, sino de nuevo en la calle Saavedras, cuando el palio recibió el cariño de sus vecinos más próximos en forma de lluvia de pétalos: «Es una foto espectacular», concluía Inés, una joven madrileña que lo contemplaba todo desde el objetivo de su cámara.

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