Llevará en la memoria la paz de la marisma, ese silencio a pájaros de Doñana, el silbo de los mirtos sobre el camino que empezará a oler a Rocío. Quizá haya visto un lince o un ganso. Quizá haya reído como si aún fuera estudiante y mientras paladeaba su copa de manzanilla tal vez haya soñado que no estaba rodeado de guardaespaldas. Cuando de vuelta deshaga sus maletas bajo el gélido frío de la desaceleración, de los coches bomba y de un país nublado por la nieve de primavera, ZP sacará su libreta y quizá se sorprenda al comprobar que en la página donde está seguro de haber apuntado la lista del nuevo Gobierno, sólo aparezcan dibujos de enebros costeros o el milano negro del pinar de La Algaida.
