Adiós a los bizcochos marroquíes

La receta del célebre dulce de Écija se perderá con la marcha de la única monja de esta orden

Un hombre recoge una bandeja de los célebres bizcochos marroquíes del torno del convento ecijano. Foto: M. R. Un hombre recoge una bandeja de los célebres bizcochos marroquíes del torno del convento ecijano. Foto: M. R. La receta de los bizcochos marroquíes puede desaparecer de Écija. El torno del convento de las Marroquíes dejará de vender los celebérrimos dulces. La última de las monjas concepcionistas franciscanas que queda en la ciudad será trasladada esta semana a la vecina Osuna y, con su marcha, se va también la receta de estos dulces conventuales, elaborados en el obrador monacal ecijano desde el siglo XVIII. Con la marcha de las religiosas del convento de la Santísima Trinidad y Purísima Concepción de Écija (que es como se llama el convento de las Marroquíes), Écija puede perder un bien culinario que era celebrado como propio. Y no sólo eso. Según Juan Méndez Varo, vicepresidente de Amigos de Écija, con el traslado de la última de las marroquíes, se traslada también parte del ajuar del convento concepcionista. Pero es más importante, por conocida, la receta de los bizcochos marroquíes. «Perdemos un producto de prestigio que forma parte de nuestro patrimonio», resume Méndez Varo, que lo compara con el caso hipotético de que Segovia pudiera perder la receta de su cochinillo. «Es una cuestión jurídica», explica el vicepresidente de Amigos de Écija, «porque la receta de los bizcochos marroquíes es de la comunidad concepcionista franciscana, y entra dentro de su voluntad transmitirla o no a otra persona». Méndez Varo no duda que «habrá que movilizarse para que la receta se quede en Écija» y opina que habrá que «trabajar para intentar que no desaparezca y pase, si es posible, a otra comunidad religiosa de Écija». Bizcochos marroquies de Écija. Bizcochos marroquies de Écija. A ese deseo se une el Gobierno local (PP-PA). El concejal de Cultura, Fernando Reina (PA) se ha puesto en contacto con el Arzobispado para tratar de negociar que la receta de los bizcochos no se pierda y se mantenga en un convento ecijano. «Vamos a tratar de dialogar», dice. Hace dos años, Cultura pidió a la Junta que declarara los bizcochos marroquíes actividad de interés etnológico, una categoría de los Bienes de Interés Cultural (BIC) que tienen, entre otras, la escuela sevillana de baile y la fiesta malagueña de Verdiales, en un intento por mantener la receta en Écija. «No nos hicieron caso», lamenta Reina, que justificó la petición en la hipótesis –hoy realidad– de que la orden abandonara la ciudad. Esa declaración suponía que, el día que falten las monjas marroquíes, tenían que entregar la receta a otro convento de Écija. En enero de ese año, Amigos de Écija premió a las marroquíes por «la elaboración del famoso bizcocho que tanto prestigio le da a esa comunidad religiosa como a Écija», dentro de sus premios al Patrimonio Histórico. Para el colectivo conservacionista ecijano «la dulcería conventual, el saber hacer de las cocinas de nuestras clausuras, puede ser reconocida como parte del patrimonio inmaterial ecijano». Sólo así, la receta de «azúcar, huevos, almidón de trigo y la gracia de Dios» con que resumen las marroquíes los ingredientes de sus bizcochos, se quedaría en Écija. El bizcocho marroquí es la más antigua y genuina manifestación de la repostería conventual ecijana. La receta tiene su origen en Mónica Antonia Garnica y Córdoba, Marquesa de Valdetorres, que profesó en el cenobio concepcionista en 1752.

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