Adiós a un rebelde

Vivió 12 años en la cárcel por defender la democracia, sobrevivió a dos consejos de guerra y se exilió a Alemania, donde nacieron sus hijos. José Sánchez Badillo falleció ayer en Castilblanco.

el 09 abr 2014 / 23:14 h.

Sufrió en sus carnes los horrores de la guerra, desertó de las filas de los sublevados del general Franco para defender sus ideales, pasó doce largos años en la cárcel aislado de sus seres queridos y tuvo, finalmente, que empezar de cero enfrentando un exilio de 24 años en Alemania, donde verían la luz, y hoy viven, sus dos hijos, Roberto y Paco. José Sánchez Badillo, Pepín ‘El Sombrerero’ para sus vecinos y seres queridos, recibió en 2010 un emotivo reconocimiento a su lucha en Castilblanco de los Arroyos. / Foto: J. C. R. José Sánchez Badillo, Pepín ‘El Sombrerero’ para sus vecinos y seres queridos, recibió en 2010 un emotivo reconocimiento a su lucha en Castilblanco de los Arroyos. / Foto: J. C. R. Hijo de republicanos, y padre de republicanos, José Sánchez Badillo, nació un 14 de marzo de 1917 en Castilblanco de los Arroyos, donde hace apenas unos días alcanzaba los 97 años como uno de los residentes más admirados y queridos de la residencia geriátrica Vicente Ferrer. En el año 2007 Pepín El Sombrerero, como cariñosamente le apodaban por el oficio que hizo popular a su padre, se estrenaba como nonagenario con una lucidez y un espíritu de superación a prueba de bombas que le hacía mantener el pulso y seguir luchando por sus sueños, dando la batalla al olvido y la voz, su voz, a esas miles de personas que se dejaron la vida cuando, como él mismo, defendían los derechos y las libertades, el orden de la IIRepública en España, ante el golpe de Estado del general Franco, la Guerra Civil y la posterior dictadura. Badillo, del bando de los vencidos en la última guerra, veía, sin embargo, una de sus batallas ganadas al publicar su autobiografía. Mis siete vidas, memorias rebeldes es un libro donde se propuso erradicar estereotipos y narrar en primera persona el calvario que padeció por defender la democracia y las libertades. Esta publicación, editada por la Diputación de Sevilla y el Ayuntamiento de Castilblanco, se agotó enseguida, y no impidió que pasados los noventa años, Pepín siguiera incansable empeñado en dedicar sus días –y a veces también sus noches– a plasmar con su puño y letra sobre el papel desde su casa en la calle Primero de Mayo, todo cuanto su memoria conservaba de aquella etapa a la que había logrado sobrevivir. Su relato no era de rencores, pues aseguraba que el tiempo lo enfriaba todo y ponía a cada cual en su sitio. Relataba pasajes como el momento en que desertó del ejército de los sublevados. «Hermanos, no disparéis, estamos con vosotros, somos cinco desertores», dijo en el Cortijo de Los Chivatiles (Córdoba), al tiempo que se fundía en un abrazo llorando con sus compañeros del Ejército republicano aquella madrugada del 7 de octubre de 1937 que, repetía una tras otra en sus conversaciones, «no olvidaría en la vida». En el penal veló por dos cosas: mantener la cabeza en su sitio y la capacidad para dejar, una vez que saliese, embarazada a su novia, que paciente esperó años el anhelado encuentro. Su lucha obtuvo varios reconocimientos, entre ellos un diploma de la Junta de Andalucía que, lejos de entusiasmarle, le hizo sentirse defraudado. Relataba Badillo que mientras Manuel Chaves procedía a la imposición de la Medalla de Andalucía a la duquesa de Alba en un acto con todos los honores, el diploma con el que pretendían honrar su sacrificio se lo habían hecho llegar como un mero trámite. Él los honores también los recibía en su pueblo, donde el 20 de marzo de 2010, el grupo Nueva Izquierda Verde Andaluza le rindió un emotivo tributo en el marco de un acto por la memoria histórica en el que participó el diputado andaluz y alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, el cantaor de flamenco, José Domínguez El Cabrero y el exalcalde, Manuel Ruiz Lucas, además de centenares de personas llegadas de diferentes puntos de la geografía española, de donde Badillo recibía habitualmente cartas de agradecimiento y admiración. Con sus siete vidas de rebelde a las espaldas, ayer despedía la octava, y fallecía a los 97 años, coincidiendo con la visita de uno de sus hijos. «Se ha ido un gran amigo, uno de los últimos republicanos en la provincia», explicó Ruiz Lucas, dolido por la pérdida y envuelto en un sentimiento de rebeldía y de impotencia, quien avisa que su despedida tendrá lugar en la mañana del sábado en la sede de NIVA-IU de Castilblanco. Como Badillo dispuso antes del final, su entierro será sin campanas, sin Iglesia. Y su ataúd lo cubrirá la bandera republicana. En su lápida solo una cita: José Sánchez Badillo, republicano que luchó por la democracia y la libertad.

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