Cultura

Adriano, el titán de la antigüedad

La vida del emperador Adriano centra una gran exposición en el Museo Británico, que muestra al gobernante romano como un titán de la antigüedad, que reprimió a sangre y fuego la disensión interna.

el 15 sep 2009 / 08:29 h.

La vida del emperador Adriano centra una gran exposición en el Museo Británico, que muestra al gobernante romano como un titán de la antigüedad, que reprimió a sangre y fuego la disensión interna, pero que apoyó la tolerancia cultural.

La exposición, titulada Adriano: imperio y conflicto, está dividida por temas, desde su ascenso al poder en agosto del año 117, por designación del emperador Trajano, hasta su muerte el 10 de julio del año 138, a los 62 años de edad. En el momento de su ascenso, el Imperio Romano cubría un extenso territorio, desde la actual Gran Bretaña, donde construyó la muralla que lleva su nombre en la frontera con Escocia; hasta el Norte de África, y desde España a Oriente Próximo.

Un enorme busto de mármol del emperador, descubierto en la localidad de Saglassos (suroeste de Turquía) el año pasado y que corresponde a una estatua de casi cinco meses, recibe al visitante. La exposición cuenta con 180 objetos procedentes de museos de distintas partes de Europa y Oriente Medio, entre ellos un busto de Adriano cedido por el Museo Arqueológico de Sevilla. La muestra, que se inaugura mañana y podrá ser vista hasta el 26 de octubre, ha sido organizada en la sala de lecturas del Museo Británico, que guarda similitud con una de las grandes creaciones arquitectónicas de Adriano, el Panteón de Roma.

La primera parte de la exposición está dedicada a su familia, oriunda de la ciudad sevillana de Itálica, de donde era Trajano -primo de su padre-, que murió sin dejar descendencia pero que antes de morir designó a Adriano su sucesor.

Aunque Adriano nació en Roma, pasó la adolescencia en Itálica, a la que no volvería tras su ascenso al poder, pero que benefició con numerosos fondos y con la construcción de proyectos arquitectónicos.

Entre las curiosidades de la muestra figuran unas grandes ánforas utilizadas para el transporte del aceite de oliva, un importante producto básico sin el cual el imperio no podía funcionar, ya que se utilizaba para cocinar, como medicina y para la iluminación. En los tiempos de Adriano, gran parte del aceite que llegaba a Roma procedía del suroeste de España.

Otra sección lleva el nombre de Guerra y paz, y muestra a Adriano como un emperador guerrero, aunque dispuesto a consolidar las fronteras de su imperio en vez de emprender campañas de expansión, que caracterizaron a su predecesor Trajano. Su primera misión fue la de retirar las fuerzas romanas de la Mesopotamia, actual Irak, mientras que viajó considerablemente -como ningún otro emperador que le precedió- por todo su territorio.

Adriano fue un hombre de grandes contradicciones, ya que reprimió con firmeza la revuelta judía del año 132, pero también fue un hombre apasionado de la cultura griega, como quedó reflejado en sus construcciones del Panteón o la villa Adriana, en Tívoli (Italia). Su fortaleza militar se puede apreciar en una estatua procedente del Museo Capitolini (Roma), que muestra a Adriano como Marte, el dios de la guerra. La pasión del gobernante por la arquitectura es destacada en esta exposición, que muestra una maqueta de la majestuosa villa Adriana, la mayor conocida del Imperio Romano, donde el emperador trabajaba y entretenía a sus amigos.

Adriano mandó construir en ella edificios majestuosos y contaba con numerosos baños romanos, que podían abastecer a una ciudad. Antes de la sección sobre su sucesión, la exposición dedica una parte a Antinoo, el joven griego amante de Adriano, que le acompañó en sus viajes por todo el imperio.

En el año 130, Antinoo perdió la vida en circunstancias misteriosas en Egipto, pero su desaparición sumió a Adriano en la profunda tristeza, hasta el punto de que ordenó la construcción de una nueva ciudad, Antinoupolis, cerca del lugar donde murió.

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